sábado, 31 de mayo de 2014

Adentrándose en el real maravilloso: Los pasos perdidos

Mis errantes lectores, es viernes otra vez y hay que celebrar la temporada vacacional a todo lo que da. Una manía es esa de salir de viaje y adentrarse en tierras diversas. Pues esta idea es plasmada por uno de los autores que veremos aquí, que, pese a ser suizo de nacimiento, es una figura altamente importante de la literatura hispanoamericana y que dio mucho sentido al boom latinoamericano, hablo de Alejo Carpentier, y específicamente de su obra Los pasos perdidos (1953), obra que cualquier lector con gusto por el color de nuestra tierra no debe dejar de conocer.
Alejo Carpentier (1904-1980) fue un novelista, ensayista y musicólogo, que influyó notablemente en el desarrollo de la literatura latinoamericana, en particular a través de su estilo de escritura, que incorpora todas las dimensiones de la imaginación —sueños, mitos, magia y religión— en su idea de la realidad, el llamado “real maravilloso”. Desarrolló una vasta obra narrativa y en 1977 se le concedió el Premio Cervantes. Su obra toma ese mito de que en América siguen ocurriendo eventos maravillosos como todas las cartas de relación del tiempo de la conquista. De hecho, so obra tiene múltiples matices como los criollistas e indigenistas.
El real maravilloso es “patrimonio de la América entera, donde todavía no se ha terminado  de establecer, por ejemplo, un recuento de cosmogonías”, dice en el prólogo de El reino de este mundo (1949), donde propuso esta idea de que “Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de hombres que inscribieron fechas en la historia del Continente y dejaron apellidos aún llevados: desde los buscadores de la Fuente de la Eterna Juventud, de la áurea ciudad de Manoa, hasta ciertos rebeldes de la primera hora o ciertos héroes modernos de nuestras guerras de independencia de tan mitológica traza”.
En Los pasos perdidos tenemos esta mitificación de América. Narrado en primera persona, el protagonista nos plantea el tedio que tiene en la ciudad de Nueva York y su relación infiel con Mouche, con quien escapa a Venezuela para buscar instrumentos musicales autóctonos. La fuerza narrativa está de la mano con su sorpresa en la selva y en el lugar que busca: Santa Mónica de los Venados; la selva que describe es sublime, pues los sonidos y los árboles llegan a tener una fuerza narrativa, llena de vida y de la idea que planteó cuatro años antes en El reino de este mundo.
Curiosa es la manera en que se escribe el libro, pues dentro de sus páginas coloca en una frase larga “aquí se plantea una cuestión de trascendencia mayor para mi andar por el Reino de este Mundo […] En Santa Mónica de los Venados, mientras estoy con los ojos abiertos, mis horas me pertenecen. Soy dueño de mis pasos y los afinco en donde quiero”. Aquí la explicación del título de la obra. En este lugar llega a comprender por completo la dirección que debe tomar la vida del protagonista. Y como dato de interés, a páginas de distancia coloca la frase que da el título al famoso libro de Elena Garro Los recuerdos del porvenir.
Mis errantes lectores, me despido de ustedes, anhelando que sus viajes vacacionales los adentren en las selvas de la vida y lleguen a conocerse igual que este protagonista.



miércoles, 28 de mayo de 2014

Estudiante de maestría

En una semana terminaré mi segundo semestre de la maestría en Literatura hispanoamericana. No dudo que el nivel de la Univeridad de Guanajuato sea bueno; pero la serie de enfermedades a causa del estrés han degradado mi cuerpo bastante. Dolores de cabeza, diarreas y otros males como el entumecimiento continuo por las últimas 78 horas que tiene mi brazo, habla de lo difícil que me la he visto.
Adoro estidiar y ahora saber un poco más, pero a veces uno no puede creer que pidan tanto en la vida. Mis trabajos finales deben postularse para ser ponencias y publicaciones el siguiente semestre, debo preparar un par de libros, ahorrar para mi intercambio a Argentina y prepararme para el TOFL en diciembre.
Puedo hacerlo... pero una larga lista de requerimientos académicos me apabullan de sobremodo.
Me quedan otras 50 hojas por escribir y pierdo la fe en todo lo puro y bueno de este mundo. Lo que sí. En este año de maestría he mejorado academicamente más que en tres años de licenciatura.
Son contradicciones y menesteres intelectuales de una mente cansada de leer cerca de 1000 paginas en esta semana... necesito dormir... y preparar mi próxima columna.
¿Acaso alguien lee este blog?
Y otas preguntas exiatenciales al estilo Zaratustra xD

Jaa na !!

lunes, 26 de mayo de 2014

Tejidos de vanguardia: Altazor

Mis paracaidistas lectores. Para muchos, las vanguardias son movimientos literarios menores de difícil acercamiento. Tenemos en toda Latinoamérica —y obviamente Europa— elementos de este tipo, y no es tan fácil saber cómo aproximarnos a la verdad del texto; lo que sí se puede hacer es ver qué referentes explícitos tienen en cada momento los autores. Es decir, si nos preocupáramos por tomar un fragmento de una obra y revisar a detalle qué elementos hay presentes en esta obra, podríamos luego verificar de qué manera se presenta cada uno de ellos. Esto es lo que podría pasar si analizáramos Altazor (1916-1918), del chileno Vicente Huidobro (1893-1948), iniciador del Creacionismo.
En este libro, subtitulado El viaje en paracaídas, existe una descripción de acciones que entrelazan ideas y sensaciones de identificación similar a la épica, pues el personaje tiene aventuras de proporciones más allá de la comprensión humana. La literatura creacionista, muestra concientemente muchos intertextos religiosos, incluso se menciona la figura de Cristo en el Prefacio, “Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor”; e incluso hay referencias directas a vírgenes y eventos de corte espiritual muy similar a la identidad cristiana.
La Vanguardia no limita a una situación meramente novedosa al momento de analizarla. Si sólo nos detuviéramos en esto nuestra lectura sería banal. Huidobro plasmó en Altazor conductas elementales dentro del mismo texto. Cada línea del poema nos es apoyada por las subsecuentes creando una atmósfera comprensible por todos nosotros. La situación más primordial sería ver que también está Cristo en figura dentro de la —valga el pleonasmo— Creación del creacionista. Puntualizar fragmentos que poseen una carga semántica primordial nos ayuda a comprender el mensaje oculto en el texto. La comprobación de lo que es Altazor puede llevarnos, como en un paracaídas, a descender en la realidad, y es justamente lo que Huidobro nos da.
Pero no termina aquí el asunto, esta vanguardia, así como crea todo un entretejido, destruye el mismo lenguaje. Dedíquense a leer el poema de Altazor, y revisar su último canto, el viii. Es la materia prima de la poesía —el lenguaje— la que sucumbe gracias a Huidobro: “Al aia aia / ia ia ia aia ui / Tralalí / Lali lalá / Aruaru / urulario”. De igual modo en el canto iv nos coloca el mismo juego, con su golondrina, golonfina, golontrina, goloncina, golonrima, golonrisa.
¿Qué dice el poema? Es una pregunta que cada uno debería contestarse. El lenguaje del vanguardista llega a tener una completa descontextualización en ocasiones y debemos darle nuestra propia interpretación. Idea que pone Huidobro en algunas de sus obras narrativas, como las Tres novelas ejemplares, que —como sugerencia a mis paracaidistas lectores— deberíamos leer, alguna vez.



sábado, 17 de mayo de 2014

Las memorias de una niña: Arráncame la vida

Mis poblanos lectores, ¿saben de alguna persona que viva en contra de sus verdaderos deseos?, ¿alguna historia de una mujer oprimida? Esta ocasión hablaremos de un libro que me dejó aprisionado la semana pasada. Todo empezó por investigación extra para una de mis clases en la maestría en que nombraban este libro, decidí leerlo creyendo que no sería tan complicado —cosas nimias había escuchado en la licenciatura— y de este libro no me pude despegar. Su autora es Ángeles Mastretta, una escritora aún con vida, nacida en Puebla en 1949 galardonada en 1986 con el Premio Mazatlán de Literatura por su novela Arráncame la vida y en 1997 recibió el Rómulo Gallegos por su otra novela Mal de amores.
La historia que nos atañe es Arráncame la vida, en la cual nos cuenta la vida de Catalina desde sus quince años y la manera en que conoce al genera Andrés Asensio, de treinta años, con quien, después de poco tiempo termina casándose. En la narración Catalina trata de encontrarse a sí misma, es sumisa —como debe ser cualquier mujer de la época porfiriana— pero no le gusta esta actitud, porque su esposo no le comprende. Esta puesta en contexto es bastante interesante, pues Mastretta, aunque no es una experta historiógrafa, muestra un México de hace casi cien años y todo el sobajamiento que sufrió la mujer en estos tiempos, incluso cómo dejaba de ser parte de su familia para volverse de la propiedad del marido.
Aunque algunos lectores hacen comentarios más feroces, diciendo que es totalmente prescindible y que su obra no aporta en realidad un juicio estético sobre el papel de la mujer; otros lectores críticos han tomado la perspectiva de Mastretta, como lo es el Dr. Ignacio Sánchez Prado, escritor de la revista Letras Libres y una figura interesante de la cultura mexicana. Él cree que Mastretta forma parte de la narrativa nacional en la cual se ve el poder desde un punto distinto al centro, es decir: Puebla como punto importante de la anécdota y no la Ciudad de México —como mucho relato porfirista—, y más desde un sujeto marginal, como una mujer de inicio del xx.
El libro tiene una adaptación cinematográfica del año 2008 —23 años les tomó crear el film— elegida por la Academia Mexicana de Ciencias Cinematográficas para representar a México en los Óscares del 2009. En lo personal me considero inepto en el mundo del cine, por lo que no sé si participa algún artista mexicano de renombre internacional, pero la música —y de esto sí conozco— está hecha por nada más y nada menos que Arturo Márquez, quien es uno de los mejores directores de orquesta que tenemos en el país, y si no han escuchado su “Danzón Nº 2”, están perdiendo a un gran intérprete mexicano.
Fuera de las referencias cinematográficas o musicales, y cito la famosa frase: “el libro es mejor que la película”, deberían intentar poner en evidencia la experiencia casi íntima que sufrimos al leer los pensamientos de Catalina, la cual es mucho más vívida que una voz en off del cine. De hecho, la misma narración, al ser en primera persona y tener todo el sentimiento de la mujer, reafirma el carácter femenino de la obra que, sin duda, mis poblanos lectores, deberían dedicarle un buen fin de semana a este envolvente libro.



martes, 13 de mayo de 2014

Los poemas de la memoria: Valer la pena

Mis posdictatoriales lectores. De nuevo es viernes y vuelve a tocar algo de poesía. Esta vez trayendo la memoria de regreso. Es momento de que todos esos recuerdos oscuros de nuestra mente.
Juan Gelman, fue un escritor y periodista argentino nacido en 1930, murió apenas a inicios de este año en tierras mexicanas e inauguró la serie de muertes trágicas en el mundo de las letras hispanoamericanas. A él, le tocó vivir una dictadura. Así la militancia argentina desapareció a su hijo y nuera. Como estaba embarazada, su nieta nació sólo instantes antes de que la madre pasara a mejor vida. Historias como éstas fueron repetidas centenares de veces, por lo que algunos sudamericanos blanden el estandarte del “Nunca más”. Algunos de ellos, los “hijos de desaparecidos”, niños que desconocen ser adoptados por algún político o militar que apoyó la dictadura siguen buscando a sus familias originales. Esta nieta desaparecida es recordada por Gelman durante todo su exilio en México.
Su creación poética respondió a estas eventualidades. A tal grado llegó el sentimiento que no hay duda en que su discurso gira en una pena y pérdida tal que se puede comprender en casi toda Europa sin necesidad de conocer todo el contexto dictatorial. Tal emoción generó su lírica y tan sublimes sentires dejó, que Gelman fue el cuarto argentino galardonado con el Premio Miguel de Cervantes, luego de Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato y Adolfo Bioy Casares.
El poemario Valer la pena es una recopilación de más de cien poemas bastante breves. Como se dijo, todos tienen una atmósfera llena de tristeza, esa desolación por la pérdida de algún familiar o de un ser querido. El título, del libro nos hace pensar, que si todos estos sentimientos de añoranza están ahí, debe valer la pena encontrar algo digno, así como Gelman encontró a su nieta años después, cuando la nieta ya no tenía nada de niña.
Existe una teórica argentina llamada Beatriz Sarlo, quien —además de realizar textos sobre la icónica figura de Borges— dejó una de sus obras más renombradas para los estudios culturales: Tiempo pasado, un libro que nos enseña la importancia de la “memoria”. La memoria, dice Sarlo, llega como un aroma, lo reconocemos. Esto sucede con Gelman, su poesía es la voz del pasado. Bastaría ver algo de su creación lírica: “Olores”, que canta de esta manera:

Comemos y nos cuidamos. ¿Quién
nos cuida la desesperación? A veces
la voluntad se tierniza y piensa
este mundo como una
ilusión favorable. A condición
de que se queden los pies,
de que los buques no lastimen.
Ésta debe ser una tristeza urbana.
Los edificios no dialogan y
el cansancio silba. Niños
piden limosna y no huelen
a gardenia. Allí, secos.

Es una obra con un dejo de olvido, unas gotas de amargura y pinceladas de la memoria, que regresa a nosotros como un aroma onírico que nos hace despertar con alegría, pero con la mueca de pérdida. Recomiendo la búsqueda de Gelman, escritor argentino con el que más de alguno de ustedes, mis posdictatoriales lectores, puede identificarse.



La épica antigua: El poema de mio Cid

Mis gésticos lectores. Por ocasión especial, haré regreso a una tradición aún más antigua que el Quijote, y de origen español.  Una obra amada por muchos y odiada por cientos de estudiantes de preparatoria: el Poema de mio Cid, historia anónima del siglo xiii que se cantaba por todo el territorio Ibérico.
No me considero un experto de los cantares de Gesta medievales, me considero a mí mismo un aficionado de las anécdotas épicas manejadas en los mismos. Por eso en cuestiones de contexto y lo demás, conozco lo suficiente como para decir que, si esta obra llegó a nuestros días, tiene algo más que el espíritu patriótico que posee todo héroe medieval. La obra es más que la exaltación de la España en forja y un discurso antisemitista. Es una obra compleja que nos lleva a conocer el mismo contexto de honor y deshonor de todo caballero al servicio del rey, pues, el Cid, a pesar de haber sido desterrado por ciertos hechos narrados en las primeras estrofas, sigue conquistando zonas para su rey; él, al ver esto, lo acepta una vez más. Las hijas del Cid son pedidas en matrimonio por los cobardes infantes de Carrión, quienes las deshonran y las abandonan en el camino. El Cid pide que se recupere el honor de sus hijas, luego de esto ellas son pedidas de nuevo, esta vez por dos infantes de mejor cuna. Pero lo que de verdad llama la atención son las escenas bélicas, elemento que no puede faltar en todo cantar.
Como contexto, los cantares de Gesta surgen para enaltecer a una nación, como ya se mencionó, y el héroe tiene momentos de batallas épicas, situaciones en ocasiones maravillosas, para poner en alto todas las virtudes y cualidades preciosistas de un pueblo. Generalmente escritos en verso y con una extensión más o menos significativa, los cantares recorrieron casi toda Europa, teniendo a Roldán en Francia, el de Ígor en Rusia, los Nibelungos —otro de mis favoritos— en Alemania y en Inglaterra está el famoso Cantar de  Beowulf. Hay otros similares, como el Mabinogion o el Libro de la vaca parda. Pero entran más en mitofundaciones.
Volviendo al quid, el Cid es una obra que derrocha sangre durante sus batallas. Obviamente tiene que culpar a los moros —enemigos acérrimos de España— y son ellos a quienes debe vencer, pero el Cid, con Tizona y Colada, espadas que porta en cada mano (derecha e izquierda respectivamente), desenfunda en ardorosa campaña y degüella por doquier a sus enemigos. “Al vna dizen Colada e al otra Tizon / Cortandos las cabeças, martires seremos nos / Moros e christianos de partiran desta razon / Que por lo que nos mereçemos no lo prendemos nos”. Aunque este texto venga en el castellano antiguo, se nota el ritmo y lo comprendemos —si bien con un poco de esfuerzo— en su mensaje final.

¿Por qué es importante este libro? Se preguntarán, mis gésticos lectores. Porque este poema —junto con los ya mencionados— dio paso a los libros de caballería en toda Europa. Sin ellos, no habría perdido la razón el buen Alonso Quijano, y de ahí, nuestra hermosa ciudad de Guanajuato no sería Cuna de nada. La tradición que remonta al pasado siempre crea el cuestionamiento de si en realidad sabemos de dónde viene el libro que creemos conocer.



La microhistoria en Guanajuato: El ropero de las señoritas Sámano Serrato

Mis acambarenses lectores, recién me topé con la obra de un antropólogo, el Dr. Carlos Vázquez Olvera y su obra: El ropero de las señoritas Sámano Serrato. Una investigación histórica extenuante, en la que nos cuentan la historia de Acámbaro —y de estas hermanas— a través de las fotografías encontradas en su ropero. Es una idea tan simple en el origen que uno podría menospreciarla; pero leyendo con cuidado la obra uno se da cuenta de lo difícil que debió resultar esta empresa.
Incluye entrevistas a la familia de los Sámano Serrato, coloca testimonios de la misma historia del pueblo y datos históricos Y TÉORICOS sobre el manejo de obras anecdotales, lo cual demuestra una documentación ardua en el tema. Y su premisa es bastante interesante: pues a partir de las más de 60 fotografías se construye el relato.
Cuatro apartados son los que contiene el libro: el contexto histórico, la descendencia del doctor Francisco Sámano Román, la vida y haceres de sus 16 hijos y una reflexión académica en torno a la fotografía como documento. En el primero de ellos nos cuenta acerca de Acámbaro, ciudad localizada al sur del estado de Guanajuato que según las malas lenguas dicen que el pan acambarense es de los más ricos. En el libro nos relatan desde la formación de las escuelas, el acomodo político que tenían y la impactante inundación de 1927. Su segundo apartado habla sobre la familia Sámano Serrato y está lleno de anécdotas increíbles. Comentarios del Dr. Sámano hechos ya hace bastante tiempo y que fueron conservados a través de entrevistas a los descendientes y amigos. Incluso hace chistes el doctor y están conservados en estas páginas.
El tercer capítulo, el de mayor peso en el libro nos explica qué fue de las hermanas en vida y posteriormente. La cooperación para equipar la iglesia, cómo ellas tenían las llaves del recinto, y de cómo perdieron ese privilegio. Las jaulas llenas de pájaros en los corredores, la limpieza de las casas —casi una postal costumbrista decimonónica—, la llegada de los revolucionarios, y aquí me gustaría pensar en "Río subterráneo" de Inés Arredondo, Se llevaron el cañón para Bachimba, o las narraciones de Nelly Campobello.
La última parte del libro es más cercano a la teoría. ¿De qué sirve tomar fotografías de un ropero? Con su pluma, del Dr Carlos Vázquez Olvera nos da varias referencias bibliográficas para comprender que la historia no siempre se saca de los libros, como lo dice el subtítulo del libro La fotografía familiar como fuente de investigación documental. Y sirve para aquellos que desean emprender la misma labor con un referente impreso.
El libro es breve en dimensiones, pero amplio en su mensaje. Nos lleva a redescubrir Acámbaro. Es la fascinación por lo viejo, lo olvidado, todo aquello que guardamos en los roperos de nuestra mente. El papel, el formato, el carácter anecdotal, todo en conjunto nos abre una ventana al siglo pasado, con rostros, mis acambarenses lectores, con miradas y con historias.



Despidiendo: El viento distante

Mis diamundialmentelibreros, esta columna se pone de manteles largos para recibir el 23 de abril con lecturas simultáneas de un mismo autor hace poco difunto: José Emilio Pacheco, una figura imprescindible de las letras mexicanas, murió el pasado 26 de3 enero dejando tras de sí una lista enorme de premios y reconocimientos a su obra lírica y narrativa. “El viento distante” es una de las obras de José Emilio Pacheco, narrador, poeta traductor y articulista. Autor de: La sangre de medusa, Morirás lejos, Las batallas en el desierto, El principio del placer y Tarde o temprano. En su obra mezcla lo fantástico, lo mítico, lo histórico y lo cotidiano para formar una obra única.
Forma parte de la generación de los 50 o la denominada Generación de Medio siglo donde están Pitol, Vicente Leñero, Monsiváis y Salvador Elizondo. Aunque su poesía va de lo clásico a la modernidad, si no vean su producción con otras cosas cotidianas, como “Mosquitos”:

Nacen en los pantanos del insomnio.
Son negrura viscosa que aletea.
Vampiritos inermes,
sublibélulas,
caballitos de pica
del demonio.

De hecho es el encargado de hacer la Antología del modernismo (1884-1921), distribuída por la unam y en la cual vemos a los grandes escritores hispanoamericanos representantes de este movimiento con un prefacio del mismo Pacheco que nos deja en claro la importancia de estos autores para la lírica moderna.
El cuento al que nos referiremos hoy gira en torno a una niña que fue maldita por ser desobediente y que terminó convertida en una tortuga. Lo que parece un espectáculo circense cualquiera generado por espejos, nos deja ver que en realidad la niña sí tuvo esta maldición. Esto por la historia de una pareja que asiste a este circo y que al ver el estado de la niña, su relación cambia.
El título del cuento: “El viento distante”, nos da que tenemos algo invisible, fuerte, inestable, cambiante e incontrolable como es el viento, al que le damos una característica intangible, desconocida, ajena, lejana y pasajera, como lo es la propia palabra “distante”. Respecto a los personajes —cuatro— son el hombre del espectáculo, la tortuga, el “yo” narrador que es novio de Adriana, y Adriana. Pacheco entremezcla en dos planos distintos —presente y pasado—, el inicio y el final, que modifica el comportamiento de todos los personajes. Los espacios que maneja van cada vez más particularizados, pero en la historia 1, que es la de la tortuga y el hombre son muy privados, íntimos; en la 2, al tratarse del mundo del espectáculo, tiene que ser revelada, y la intimidad se ve transformada en exposición, que es lo que genera la separación de los dos muchachos, es decir una soledad, más no una soledad o separación como la de los personajes de la historia 1, pues en ella la separación es lo que los hace estar más juntos, los problemas son lo que les hace estar juntos.
Sin duda es una obra que deben conocer y que pueden encontrar tan variada en la ciudad de Guanajuato, por lo que les recomiendo, mis diamundialmentelibreros lectores, busquen sobre él. Ya saben como siempre, pueden mandar sus comentarios y o sugerencias al correo galindonmiguel@gmail.com


Ya no queda a quién rezar: La Virgen de los sicarios

Mis medellineses lectores. El día de hoy les traigo una novedad literaria tan adecuada a nuestra realidad mexicana. Todos conocemos que el narcotráfico entra cada vez más en nuestras vidas, si no es por medio de enfrentamientos públicos y desplantes de destrucción como los que causan diversos cárteles, la televisión y los mass media nos llenan la cabeza con un terror desmedido hacia estos delincuentes.
Sabemos que México se coloca a lo bajo en los índices de lectura, pero está a lo alto en la producción de droga. Es una desagradable verdad, pero compartimos este punto en común con Colombia, país de origen de la nueva estrella literaria a la que vamos a referir: Fernando Vallejo, nacido en 1942, renunció a su nacionalidad para volverse mexicano y en nuestras tierras continuar con su producción artística. El libro al que nos referimos es del año de 1994, su primer texto, llamado La Virgen de los sicarios. En la novela leemos las memorias de Fernando, un escritor que después de mucho tiempo regresa a Medellín, Colombia, y es recibido por un amigo suyo que le otorga un regalo, un joven menor de edad con el que establece relaciones sexuales —no explícitas en el texto— y que además, es un sicario.
Aunque bien la obra menciona mucho el amor que siente Fernando por el joven, lo que se lleva el protagonismo es la violencia desmesurada que hay en la obra. Alexis, sicario/guardaespaldas/amante de Fernando se convierte en su razón de vivir. El problema es cuando se atenta contra la vida del niño y la novela da un giro sorprendente.
A pesar de que la trama no da para mucho, lo que le da un peso enorme a la obra son las opiniones de nuestro protagonista sobre la vida, las relaciones humanas, el narcotráfico y los políticos. Se menciona al presidente Barco, quien aparentemente sufre de Alzheimer, pues declara la guerra al narcotráfico cuando ya se la había declarado antes.
Y no olvidemos el título, haciendo alusión a la Virgen de Sabaneta, llamada María Auxiliadora, advocación a la que todos los sicarios le dedican sus rezos. De hecho, la novela tiene una mención religiosa casi en cada página, recurso que Vallejo maneja con experticia, pues los intertextos como “cruces de ceniza” que administra Alexis o la necesidad de visitar todas las iglesias de Medellín por parte de Fernando, son parte de la gran oposición entre vida y muerte que existen en estas páginas, por no nombrar también el conflicto de género —masculino y femenino— que tenemos, pues aunque casi todos los personajes de la narración son hombres, el título es todo lo contrario.
La Virgen de los sicarios, es una novela agradable, corta, bastante curiosa pues no muestra ningún capítulo y es sólo un monólogo enorme dado por el protagonista, pero un lector interesado en esta realidad que diario a diario nos toca vivir, disfrutará. Mis medellinescos lectores, esta obra les dará pie a la famosa narconovela, de la cual podrán toparse a toneladas en sus librerías, pues ya es casi una moda leer sobre este tema, así que si no le han dado una oportunidad aprovechemos este fin de semana para variar nuestros gustos literarios.



Yoyotzin: Los cantos de Nezahuacóyotl

Mis chichimecas lectores. Ya es viernes otra vez, y para no perder la costumbre, traigo a ustedes a un poeta descuidado que vemos diariamente en los billetes de cien pesos. Nezahuacóyotl (1402-1472), monarca y escritor abandonado durante siglos por parte de la hegemonía española. Basta con ver nuestra moneda para leer algo de su poesía, pese a la controversia dada por Patrick Johansson, académico de la UNAM que dice que el poema de nuestros billetes no es originario de Nezahuacóyotl. Pero fuera de este espacio, en libros de texto gratuitos o el mismo Internet.
En sus cantos, tenemos una gran variedad de temas similares a los que se encuentran en muchos textos medievales, un ejemplo son El libro del buen amor y Carmina Burana, donde se dice —en forma muy personal— lo que se debe hacer según ciertas normas morales. La relación entre España y Nezahuacóyotl, no es —obviamente— directa. Se tienen muchos días de húmedo camino entre las dos culturas.
Lo que sí quisiera mostrar en esta columna es similar a lo que se ha estudiado de las otras culturas: el poder didáctico. Nezahualcóyotl nos invita de la manera más atenta a pensar en lo corta de nuestra vida, pues nada de esto nos llevamos al más allá. Comparado con lo ocurrido en Europa vemos todo lo contrario, “dedícate a que esta vida trabajes duro para que te lleves grandes beneficios con Dios”, dirían los textos españoles antiguos; pero Nezahualcóyotl nos pone la mirada en otros matices; hay que percatarse de la flor, de la  nube, de los granos de cacao y todo lo terrenal. Todo lo terreno por sí mismo es hermoso.
A la par, marca un comportamiento de vida honroso para nuestros conocidos, ¿de qué otro modo puedes tener paz en un pueblo si no es que todos tus miembros tengan paz interior?, algo así debió pensar nuestro rey poeta, quien como el monarca de Texcoco, lo importante para él era mantener la paz en su pueblo. De hecho tras varios conflictos en los cuales tuvo que despedirse de su poder monárquico, se dedicó a las ciencias, las artes y la literatura, pero siempre mostrando su amor por la naturaleza, hecho que no sólo se notó en sus textos, sino en la arquitectura del gran Texcoco.
Se puede palpar el hecho que todo monarca requiere cierta sensibilidad para mejorar a su reinado. Bien dice Maquiavelo en su obra máxima, El Príncipe, que un dirigente debe tener a su pueblo en orden, qué mejor forma que creando literatura didáctica igual que se ha hecho en toda la historia. Si se crean historias de gusto popular podrás dar un mensaje, si ese mensaje va dedicado a tomar cierta forma de vida y cultura, el mensaje quedará grabado, como todo mensaje subliminal de hoy en día.
Nezahualcóyotl, tal vez fue un buen monarca y un poeta digno de admiración en toda la cultura prehispánica, sin duda sus versos deberían contener una doble enseñanza, a las artes y a seguir las órdenes de su gobernante con sus frases de: “En buen tiempo vinimos a vivir”. como la estación primaveral descrita por Nezahualcóyotl a lo largo de su obra.

Este rey quiso suficientemente a su pueblo como para conseguir la paz y regalarles los versos que, por desgracia, en lengua actual no se leen igual, pues ya no degustas el cacao, ni miras las flores moverse al viento como antaño. Lástima que como una pintura nos iremos borrando y no sepamos a dónde iremos. Quién sabe, mis chichimecas lectores… tal vez Yoyontzin lo sepa.


Para pensar como emperadores: Púrpura

Mis royales lectores, sabrán ustedes que muchas veces la literatura existe como un medio de plasmar problemas sociales y dar una crítica al mundo que existe al momento de crear la obra, pues por ello mismo he tratado de recuperar una de las obras que más me gustaron cuando tuve la clase de Literatura de Género. La obra que trataré en esta ocasión es una novela de corte homosexual, y la traigo a colación por lo eventos desarrollados a través de la aceptación de la Ley de Libre Convivencia en el estado de Jalisco.
La finalidad de esta columna no es mostrar dicha ley, sólo resumo con que se trata de la oportunidad de compartir derechos en un acuerdo similar al matrimonio pero sin tener el mismo nombre debido a que se trata entre homosexuales. ¿Por qué tratar esto? Porque, como dije, hay una novela que tiene este tópico. Se trata de la novela Púrpura de Ana Bergúa. En ella se narra la historia de Artemio, un chico de la provincia convocado a la capital por su primo Mauro para administrar unos negocios pendientes. En el tiempo en el que vive con él, se da cuenta que está siendo atraído sexualmente por su primo, ya que idealiza la imagen de Mauro. Son otros dos hombres los que terminan dándole a Artemio la experiencia que más tarde le servirá para confirmar su homosexualidad.
En sí, la novela tiene muchas referencias a otras obras, estos intertextos —así se les llama a las referencias a otras obra que aparecen en la literatura— funcionan para dar la idea de que Artemio tiende más a comportamientos femeninos que masculinos. Él se identifica con novelas en la cual, justamente, el personaje femenino protagonista, como La dama de las camelias; también está El retrato de Dorian Gray, novela inglesa que le costó la vida a Oscar Wilde porque anteriormente se ejecutaba a los homosexuales.
Púrpura, lo aseguro, no tendrá mórbidos momentos sexuales como lo pueden llegar a tener muchas otras novelas del tipo. Es más; el libro está narrado de una forma bastante agradable y no busca más que la anécdota, a diferencia de muchos otros que son el estandarte arcoiris de lucha por los derechos de los homosexuales en México, que no se queda atrás en comparación a los demás países con la libertad de expresión queer y la aceptación del camp, términos que tienen que ver con el movimiento de los homosexuales libremente en la sociedad.
En caso de que busquen novelas de este tipo, ya sea para satisfacción personal o mera curiosidad, no pueden dejar de leer las tres grandes obras mexicanas que tocan el tema: El vampiro de la colonia Roma del famoso Luis Zapata, La autobiografía Estatua de sal del poeta Salvador Novo y por último, y a mi gusto una de las más graciosas novela que he leído en todo el 2013: Brenda Berenice, de Luis Montaño.
Ahora, mis royales lectores, es momento de despedirme de ustedes esperando sus comentarios y sugerencias en galindonmiguel@gmail.com



Volviendo a tradiciones españolas: Leyendas

Mis decimonónicos lectores, esta semana me he puesto a pensar en que está bien conocer los movimientos recientes del mundo literario; pero también importa saber lo que antaño fue una obra sumamente leída: la producción del español Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870).
Por sus temáticas y la época, pertenece al Romanticismo. Este famoso período literario abarca la primera mitad del siglo XIX y entre sus exponentes tenemos en manifestaciones de poesía, teatro y narrativa, además de Bécquer, a Mariano José de Larra, José Zorrilla, Rosalía Castro, y José de Espronceda. ¿Qué caracterizaba al Romanticismo? Una buena parte —no la única— es la expresión del Yo, desde el Yo-ser humano, hasta el Yo-nación, de hecho, de estos tiempos surgen los himnos nacionales y la recuperación de tradiciones folclóricas. Aquí volvemos con Bécquer, aunque un poeta consagrado con una lista lírica enorme, me detendré en sus leyendas y narraciones, que sin duda dejarán estupefactos a quien las lea. En ese tiempo, el recapitular cuentos folclóricos y darles ese toque literario para luego firmarlas estaba de moda, como pasó con Bécquer y sus Leyendas.
Tengo una en particular que disfruto bastante y se encuentra en casi todas las antologías del escritor: "El beso", una leyenda oriunda de Toledo, publicada por Bécquer en el periódico La América el 27 de julio de 1863 en Madrid, España. Cuenta la historia de un militar enamorado de una estatua femenina de un templo abandonado. Con sus compañeros, desafía a la suerte al burlarse de la estatua de su esposo —colocada a un lado de ella—. El clímax se alcanza justo cuando el capitán intenta besar a la figura y recibe el golpe de la estatua del varón, el cuál, cobrando vida, evita la profanación de su mujer y venga el agravio. El impacto que recibe el militar —un gauntlete de piedra— le destroza el cráneo y cae muerto al instante, castigo por haberse atrevido a mancillar la pureza de la dama. Sin duda el carácter fantasioso de la leyenda es crucial para comprender el pensamiento mágico y supersticioso de la España antigua, mismos aspectos que tiene en casi toda su obra.
En cuanto al lenguaje, algo que destaca Bécquer en sus leyendas y sus narraciones es la presencia de una prosa poética, de hecho es de los primeros en utilizarla en España. Para los curiosos, se entiende esta prosa poética como la forma de adjetivar para que al momento de leer una narración parezca casi un poema, pero sin llegar a ser tan hermético como tal, huelga decir que es uno de los recursos usados por la mayoría de los románticos.

Termino con esta recomendación, mis decimonónicos lectores: dense una escapada de América Latina y vuelvan un poco a leer a Bécquer. Su poesía es exquisita, sobre todo aquella de “volverán las oscuras golondrinas” que seguro habrán escuchado. Para mi gusto personal las leyendas son deliciosas, por lo que anímense a conocer un poco de la tradición española del siglo XIX con un pilar del canon literario.


Un poco de historia: El boom latinoamericano

Mis escolásticos lectores. Creo que he hecho bastantes recomendaciones literarias hasta ahora y no les he dado un descanso; por lo tanto, hoy quiero contarles de algo muy importante que terminó afectando a la literatura de manera decisiva, sobre todo en Hispanoamérica.
Aquellos seguidores de esta columna recordarán nombres como Julio Cortázar o García Márquez. Estos dos forman parte del denominado "boom latinoamericano", nombre originado por la explosión simbólica que se dio en este lado del mundo y que fue colocada en el canon literario.[1] La radical importancia que se le dio a las obras de la América Hispánica surgió del proyecto cubano para convertirse en la editorial más grande en español: Casa de las Américas. Dicho proyecto estaba de la mano —obviamente— con intereses políticos. Deseaban dar a conocer en Europa —siendo ellos los intermediarios— la literatura americana. Todo esto parecía excelente y daba un nuevo giro a la imagen bélica de Cuba y de Fidel Castro. De este modo desde 1960 a 1970 se creó un fuerte interés por parte de editoriales europeas, principalmente en Barcelona, España, por literatura latinoamericana, he aquí la explosión cultural que fue el boom.
A pesar de que en este movimiento nacieron las figuras autorales de Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, García Márquez y Carlos Fuentes, principales figuras del boom, existe una controversia: el "Caso Padilla". A resumidas cuentas uno de estos seguidores de Cuba, Heberto Padilla, tuvo la osadía de proclamar sus ideas, donde no parecía estar totalmente de acuerdo con los procedimientos caribeños, por ello, el gobierno cubano, lo mandó encarcelar. Tiempo después fue liberado y pronunció otro discurso poniéndose de nuevo del lado de Cuba, algo había ocurrido. Esto no dejó muy contentos a los demás escritores que ahora, temían terminar en la misma forma por alguna frase que pudieran decir por accidente. Los intelectuales, entonces, redactaron una carta a Fidel, misma que también fue firmada por escritores europeos. "Creemos un deber comunicarle nuestra vergüenza y nuestra cólera. El lastimoso texto de la confesión que ha firmado Heberto Padilla sólo puede haberse obtenido por medio de métodos que son la negación de la legalidad y la justicia revolucionarias", iniciaba la carta. Fue así como los grandes intelectuales comenzaron a separarse de Cuba, comenzando así la caída del boom.
La literatura latinoamericana sigue siendo todo un hito en Europa. Hoy en día existen muchos autores publicando en casas editoriales extranjeras, y ni se diga las traducciones a otros idiomas, como son Elena Garro, Borges y Rubén Darío. Así que, si se preguntaron alguna vez, mis escolásticos lectores, qué opinaban los poderes eurocéntricos de la literatura americana, aquí tenemos esta primera perspectiva de la segunda mitad del siglo XX. Dense la oportunidad de leer un poco más sobre este caso y nos veremos el siguiente viernes. Les recuerdo que sus opiniones y comentarios pueden hacerlos llegar a galindonmiguel@gmail.com






[1] Podemos hacer un poco más complejo este pensamiento y preguntarnos ¿qué es el canon? Tratando de no irnos por las ramas, diremos que es todo conjunto de libros que no se pueden dejar de leer por su valor literario o por su importancia histórica; El Quijote, Pedro Páramo, Las 1001 noches, casi todo el trabajo de Shakespeare; obras imprescindibles para comprender el conocimiento humano.

El auténtico mexicano: El laberinto de la soledad

Mis mexicanos lectores, en este fin de semana les traigo una recomendación distinta. Esta columna se ha encargado de reseñar cuentos, novelas y poesía, así que por primera ocasión, y prometiendo por fin cumplir la promesa que alguna vez hice en torno a José Martí, traigo a ustedes la reseña de un ensayo que los mexicanos, o los interesados en nuestra cultura deberían leer. Me refiero al libro de un polémico autor: El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Aunque contamos con un Premio Nobel de literatura, su figura pública se ha ido manchando a lo largo del tiempo con ciertos comentarios que dejó Elena Garro —ex-esposa de Paz— y que ponen en claro la calidad de hombre que era; sin embargo, a pesar de todo, debe reconocérsele que ayudó mucho al mundo intelectual de su tiempo y cultivara todos los géneros literarios —requisito para ganar el Nobel hasta hace dos años—.
Olvidémonos de su vida personal y perdámonos en El laberinto de la soledad, una obra por lo más curiosa. En unos cuantos apartados, Octavio Paz recrea lo que muchos hemos querido definir sin logro alguno: ¿qué es ser mexicano? Aunque en este libro no plantea de forma totalitaria la verdad sobre este concepto, sí hace algunas anotaciones muy adecuadas. Esto no quita que dicho libro tenga puntos ciegos. Si bien la figura del "macho mexicano" está marcada a fuego en nuestras memorias, Paz no escatima en su segundo apartado "Máscaras mexicanas" en una breve historia de la palabra "rajarse" para hablar del hombre y la mujer —cosa que en lo personal encuentro falto de neutralidad en su lenguaje—. Por otro lado, describe con sumo interés la historia de nuestra cultura, desde tiempos precolombinos a la Revolución, y nos da ciertos destellos de conocimiento, refiriendo incluso —ahí muestra su erudición— al famosísimo verbo que nos define a los mexicanos, que por no ofender a nuestra audiencia, será omitido de esta columna.
Depende de la edición con la que se encuentren en la librería. Algunas, como la que adorna mi librero, contienen la Vuelta a "El laberinto de la soledad", una entrevista a Octavio Paz hecha por Claude Fell en el cual habla del desarrollo, ideas y recepciones que tuvo su libro. Los comentarios negativos no se dejan esperar, pues aunque Paz sea un intelectual mexicano, su visión sesgada por otros ámbitos, no llega a sorprender a todos y ciertos círculos de intelectuales consideran al Laberinto como una ofensa a la tradición mexicana. Incluso, otros libros contienen la famosa Posdata, recuerdo de la segunda edición que vuelve con otros aspectos de la vida cotidiana en México, como lo son los estereotipos y las pirámides.
Si quieren leer alguna obra ensayística de este famoso Premio Nobel, con su cara acuñada en algunas monedas que ahora valen uno o dos pesos más, les recomiendo El laberinto de la soledad, obra sin duda controversial y que generará en todos ustedes —espero— mis mexicanos lectores, la duda de si este hombre merece o no el trato tan reconocido que tiene.



La poesía es…: Azul…

Mis azúleos lectores, he terminado de leer una obra espléndida, y lamento tanto no haberlo hecho antes. A pesar de mis fines académicos, no quita la posibilidad de que en tiempos futuros, no tan aprisionado por la maestría, le dedique otra tarde a mi lectura de "Azul...". Su autor es Rubén Darío (1867-1916), personaje que alguna vez escucharon nombrar; este nicaragüense logra una emoción tal, que a mí —un lector que difícilmente tiene inclinación por la poesía— me dejó impresionado.
El libro muy posiblemente lo encontrarán —nuevo o usado— en cualquier librería. Generalmente se divide en tres partes, primero unas cartas que sirven de prólogo al libro y que —en lo personal— no aportan nada más que elogios y vagas transcripciones incompletas de poemas. Esto por lo general aburriría a un lector común, así que sugiero —con todo mi derecho de Promotor de Lectura— que se salte esta sección, no la necesita a menos que quiera profundizar en la creación de la obra. Siga adelante con el libro y paladeé su exquisita prosa. Cuentos magníficos, los cuales varían según la versión que tenga en sus manos. Sí, "Azul..." tuvo dos ediciones en las cuales se agregaron y suprimieron poemas, cartas y cuentos, por lo que sería interesante después cotejar un índice de obras en Internet o con diversos lectores. Finaliza el libro con poesía. Como sabrán ustedes, mis azúleos lectores, estoy estudiando el Modernismo Hispanoamericano, por lo que verán cosa como poemas de más de 14 sílabas bien rimados, pequeños sonetos en honor a otros escritores, como Díaz Mirón, Walt Whitman, y para rematar con chapa modernista: tres poemas —suprimidos en la segunda edición, así que suerte— en francés. Como francoparlante les digo que su métrica y rima deja mucho qué desear, pero el sonido que produce leerlos en voz alta agradable y mucho mejor logrado de lo que podría hacer alguien que nunca conoció París, como lo fue Darío.
“Azul…” no termina ahí, tiene otro poemario "Cantos de vida y esperanza", pero no me ocuparé de ello, quiero especialmente darle un tiempo a sus cuentos. Creaciones sin duda especiales, me recordaron las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer con "La muerte de la emperatriz de la China" y "Rubí". Además, Darío incluye seres mitológicos en sus textos, diré que "El sátiro sordo" hace referencia justamente a un ser —usando palabras del poeta— paticabro.  ¿Qué más nos ofrece? Si quieren ir más allá de la narrativa y dedicarse a la lírica del nicaragüense, deténganse por favor en "Anagke", y los versos que nos hacen un recorrido emocional por las cuatro estaciones.
No sé cómo pude leer otras cosas sin haberle dado la oportunidad a Darío. Recomiendo enteramente este libro. Ahora, si deciden tomar el reto de lectura, vean en sus cuentos y poemas la razón del título, la encontrarán. Mis azúleos lectores, me despido de ustedes recordándoles que estoy abierto a comentarios en galindonmiguel@gmail.com


Viajando por el México olvidado: El diosero

Mis tradicionalistas lectores, debo emitir una disculpa pública, la semana pasada por una fuerte enfermedad que me retuvo hospitalizado e incomunicado, no logré publicar mi Hispanoamérica en voz de Nadie, por lo que esta ocasión, pensando y repensando qué reseñar, pensé en hablarles a ustedes de una obra clave oriunda mi bella Guadalajara. La obra de esta semana será El diosero, creación narrativa de Francisco Rojas González, uno de los etnógrafos más destacados de la Sociedad Mexicana de Antropología. Todo lo que terminaría aprendiendo por parte de sus viajes a comunidades indígenas y paseos por distintos puntos del mapa le darían la sensibilidad y experiencia necesarias para escribir su obra y colocarlo a su muerte en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.
El diosero es una compilación de catorce cuentos con un solo tema: el indigenismo. Rojas González destaca entre muchos de sus contemporáneos, siendo que para las fechas de publicación —1960— todo México tocaba el mismo tema. Hoy día este libro es pieza clave para comprender la cultura indígena de mediados del siglo XX. Si bien sus cuentos están mediados por los ojos de una sociedad culta —el etnólogo—, su autor no fue adalid de los derechos indígenas. Su literatura se queda en eso, en ser sólo “literatura”, sus cuentos van del valor humano, en otro su conocimiento básico. Pero en todo momento hay un comportamiento empático pues se siente una identificación con los sujetos marginados.
Tiene relatos que les cautivarán, en “Nuestra Señora de Nequetejé” vemos cómo, tras unos estudios de apreciación estética del indígena el cuadro de la Gioconda es robado. No aparece en ningún lado y aparece de pronto en la Iglesia junto a Cristo, considerándole una virgen. Tanto “Las vacas de Quiviquinta” como “La cabra de dos patas” son una muestra de cómo el hombre de ciudad compra a una mujer indígena, ya sea como esposa o como amamantadora de su bebé; textos con intensión de mostrar, a modo de denuncia, cómo se trata a los indígenas en diversos pueblos, más porque hay un factor clave en ellos, la necesidad de dinero. Casos que al momento de leer El diosero no podemos pasar por alto y uno como lector comprende la idea de los años 60 de las comunidades. En la colección existen otros como el mismo que intitula al libro, en el cual se ve la elaboración de diversas figuras, afiches religiosos, que representan los dioses a los que adoran. Muy bueno en plasmar todo el entorno geográfico, con un dejo de sensualidad al ver a una mujer distinta a los otros cuentos, pues  le da a este artífice el placer necesario para crear un nuevo dios. Los cuentos  causan empatía, pues muestran realidades que, de ir a buscar en todo México, encontraríamos presentes todavía. No todos son tristes, como el caso de “La tona”, que es bastante jocoso y deja una sonrisa.
Escritos con un lenguaje separado de la otredad —mirar a al otro como diferente— y pareciera que se mezcla con el medio ambiente, como buen antropólogo que fue el mismo autor. Leer a Rojas González, mis tradicionalistas lectores, les brindará un dejo de indigenismo a sus vidas.


En una letra: Las vocales malditas

Mis alfabéticos lectores, les ofrezco un buen día y espero este viernes descansen, como yo lo haré, del regreso a clases universitarias. La verdad fue un inverno crudo y largo en esta ciudad, pero nada que no se solucione con un buen libro.
El día de hoy les hablaré de un grandioso escritor mexicano llamado Oscar de la Borbolla. ¿Quién es este sujeto? Pues además de ser un profesor, ensayista y escritor, tiene a su cargo una antología de cuentos breves llamada: Las vocales malditas. Este libro tiene una curiosidad, contiene cinco cuentos, entre ellos me animo a señalarlos con el objetivo de que vean lo que está inmerso en cada título: “Cantata a Satanás”, “El hereje rebelde”, “Mimí sin bikini”, “Los locos son otro cosmos” y “Un gurú vudú”. Los lectores atentos habrán notado el uso de las vocales, si no, revisen de nuevo. Cada cuento tiene sólo una vocal, a esto se le conoce como lipograma y ya había sido hecho, pero Oscar de la Borbolla lo usa diferente en nuestro contexto mexicano. Para aquellos que no tengan una idea de cómo se llegó a esto, basta con darse una oportunidad de leerlos.
Movámonos en el margen de la anécdota, cada uno tiene una historia dedicada al simbolismo de cada vocal, y esta no es lectura mía, sino de un analista tapatío —y mi profesor—, el maestro Eduardo Ortiz Arámbula, quien dice que “Cantata a Satanás” usa el carácter femenino de la A para remarcar la liberación del personaje Sara, pero al mismo tiempo la A como ese grito de dolor, pues en “Cantata” existe un crimen, y es la marca de la culpa. La E inclusiva de “El hereje rebelde” es una manera de mostrar que también él está colocado, como lo haría la Y, pero del mismo modo la E como el neutro entre lo masculino y lo femenino, que sería la presencia de Dios. En el caso de la O, la forma de la boca abierta de sorpresa, disyunción a su vez, muestra la crueldad de un doctor con “Los locos son otro cosmos” y el pobre protagonista que se somete a electrochoques para remediar su estado. Los últimos que faltarían por analizar, “Mimí sin bikini” y “Un gurú vudú”, tienen una forma artificial. No existen muchos nexos con estas vocales, por lo que Oscar de la Borbolla tiene que modificar muchas de las palabras, como lo dice en el título “in” al contrario de “en” y conservar así su carácter lipográfico. En ellas mi análisis sería que tienen esa forma infantil de la I, la manera en que es a la vez, una unión —por la Y—, que tienden a mostrar la inocencia pero que busca algo más, al mismo tiempo, tenemos la U, que por su difícil acceso en el español, muestra una variedad de la conjunción O y se muestra como la sorpresa-queja en su onomatopeya.
Como verán, mis alfabéticos lectores, este es un texto muy breve, menos de 50 páginas que pueden leer con gusto y dando rienda a la imaginación de lo que quiere decir cada uno de los cuentos. Trabalenguas excelentes y unas cuántas curiosidades para pláticas de café.
Me despido de ustedes recordándoles que acepto todos los comentarios que gusten en torno a esta columna en el correo galindonmiguel@gmail.com



En búsqueda de la felicidad: El Cielo

Mis perdidos lectores, recién terminé una ponencia sobre una escritora chilena llamada Nona Fernández. A diferencia de muchos de los escritores que he recomendado: ella está viva, y es una persona accesible y digna de ser leída. Lo sé, pues pude entrelazar correos electrónicos, y fue sorprendente la calidad humana que mostró: a diferencia de muchos otros escritores con los que he hablado. De hecho, para aquellos que tengan algún servicio de televisión de cable, ella es la guionista de una telenovela —chilena, obviamente— llamada ¿Dónde está Elisa?, que no sé ustedes, pero mi madre en Guadalajara no despegaba el ojo del televisor cuando la retransmitían aquí en México.
Ya sabiendo un poco de esta escritora, miremos su creación literaria. Su antología de cuentos El Cielo contiene siete narraciones breves en las cuales la temática es encontrar un cielo. Buscan un cielo que les pueda otorgar tranquilidad y calma, una estancia donde los personajes sean ellos mismos, pero se ve sobre todo en dos cuentos fantásticos, los dos últimos. Éstos titulan “Primero de noviembre” y “Maltés”. En ellos ocurren eventos donde la memoria está presente, pero es una memoria más allá del acto de recordar, es una memoria para recordar lo que ha sido olvidado por muchos.
“Primero de noviembre” es un cuento bastante claro en el asunto de la memoria, pues el personaje principal, Dante Sepúlveda nos cuenta —indirectamente— las atrocidades de los secuestros y desparecidos chilenos en el tiempo de la violación de los derechos humanos que se desarrolló por casi veinte años en este país. Lo más importante, y lo que arruinaría completamente el cuento sería decir el por qué nos viene a contar esto, sin embargo deben prestar atención a los referentes y lugares donde ese personaje se mueve para comprender mejor lo que se intenta decir.
El otro relato que pienso recomendarles es “Maltés”. Un cuento donde nos da una imagen de lo bajo que cayeron las artes en este tiempo, pues para sobrevivir, un artista debe vender hasta el azulejo de la casa. El problema que sufre es el traumático evento al que es sometido y por el cual siente no poder volver a escribir. De alguna manera su novia-acompañante es la única cuerda en la historia, porque el nombrado Maltés es un escritor que parece tener comportamientos aún más desquiciados, y todo esto por la situación económica que llevaba a las personas a la destrucción total en el régimen militar de Pinochet.
Muchos de los cuentos de Nona Fernández se mueven en este ámbito; no es su único tema, cosa que deberían investigar. Esta obra está situada en un marco chileno cosmopolita, es decir: con una visión universal. Les invito, mis perdidos lectores, a que recorran las calles de Santiago a través de las páginas de esta chilena dedicada a la escritura, y si tienen tiempo, darle una oportunidad a sus demás obras, como sus novelas y teleseries.


Cosmogonía y poderes nuevos: Las fuerzas extrañas

Mis extraños lectores, hemos iniciado un año nuevo, el 2014 que tiene mucho por mostrarnos y darnos una nueva oportunidad a todos nosotros. Por ello traigo a ustedes una creación de 1906, pensada y repensada por uno de los poetas más notables de Argentina, me refiero a Leopoldo Lugones. Un personaje sumamente interesante y uno de los tan curiosos escritores con un final trágico, pues terminó suicidándose. Aunque las causas salieron a la luz; muchos no comprenden cómo un hombre que escribió poesía tan sublime terminó por ahorcarse en un hotel.
Leopoldo Lugones es un escritor que inició con la famosa literatura fantástica argentina. Quizá Borges y Cortázar son de los más renombrados personajes de sus tiempos, pero Lugones fue en parte el maestro de ellos. No contemporáneo de Cortázar, pero sí guió la pluma de Borges en muchas ocasiones. Es por ello que recomiendo esta semana su libro llamado Las fuerzas extrañas. Este libro tiene varios cuentos que maravillan a sus lectores cada vez que se enfrentan a sus páginas. Aunque varios de ellos están reunidos bajo otro título La lluvia de fuego, en el cual se desorganizan y quitan el último apartado del libro que es un decálogo cosmogónico que ha servido a muchos para explicar la “fantaciencia”, un término que categoriza al punto medio entre Ciencia Ficción y Fantástico.
Los cuentos que muestra Lugones son únicos. Mis favoritos: “La lluvia de fuego” que narra los últimos días de Sodoma y Gomorra, justo antes de que empiecen a caer pequeñas piezas de metal ardiendo en toda la ciudad. Los pobladores entran en caos y deciden correr a refugiarse mientras sus hogares caen ardiendo por el juicio divino. Otra de ellas es “Los caballosde Abdera”, relato en el cual sabemos de la famosa ciudad de Abdera, conocida por sus hermosos caballos, tan bien criados que parecerían humanos. En un momento se sabe que los equinos tienen comportamientos muy extraños, pues empiezan a robar espejos, tratar de violar mujeres, robar comida, porque desean ser como los humanos.
En ambas nos aparecen hechos de los antiguos tiempos contados desde un punto de vista distinto al mítico. Debemos recordar que el tiempo mítico, en literatura, es el cual se puede desarrollar en todo momento, no tiene una fecha, cosa que sí ocurre en los mitos, pero que con Lugones, nos concretiza en cierto lapso histórico indefinible.
Algo que debo notar en estos cuentos es un elemento notado por un seguidor de mis cursos de literatura fantástica: Elías A. García. Él dijo que Lugones metía los pecados capitales en sus obras, por ello mismo, los invito a que lean y busquen estos pecaminosos personajes, que al final de cuentas, mis extraños lectores, es a quienes Lugones trata de eliminar.



lunes, 12 de mayo de 2014

Preparándonos para celebrar: La feria

Mis festivos lectores, ya pasó la temporada de fiestas, pero seguimos en el Maratón Guadalupe Reyes. Es por ello que decidí regresar a las viejas tradiciones jaliscienses aprovechando mi visita a la tierra de Guadalajara. En esta semana recomendaré una obra puesta en una cantidad enorme de voces, tiene tantos narradores y protagonistas como uno se pueda imaginar. Estoy hablando de Juan José Arreola. Nació en Ciudad Guzmán en 1918, y buscó el cosmopolitismo de la ciudad, la más cercana era Guadalajara.
En Guadalajara hay una infinidad de cosas referentes a Juan José Arreola. La Biblioteca Pública del Estado de Jalisco tiene el nombre de este laureado escritor, quien no necesita mayor escusa que la literatura misma para entrar a algún evento. Reconocido por su excentricidad, este personaje que usaba levita, sombrero de copa y bastón en mero siglo XX, y como le gustaba economizar: viajaba en bicicleta. Y a la pregunta que pueden realizar, vestía como describí anteriormente en su práctico vehículo.
Vayamos ahora a sus libros. Arreola tiene una excelente obra llamada La feria, que es, como su título lo dice, los preparativos de un pueblo para celebrar su más importante fiesta. Lo más llamativo de la novela es su fragmentariedad, es decir: la obra consta de narraciones que van desde diez renglones a dos hojas, pero cada uno contiene una perspectiva de personajes, originalmente sin nombre pero que vamos conociendo por sus actitudes y diálogos. Un dato sumamente interesante es que cada separación es mostrada por un pequeño grabado en blanco y negro que en 1963 —año de publicación de la novela— fue más difícil de lo que parece crear los tipos móviles para cada dibujo.
Los personajes tienen actitudes jocosas para un lector ávido y conocedor de las tradiciones mexicanas, pero eso no evita las carcajadas cuando se hacen las confesiones con el padre, o el doctor visite a uno de sus enfermos haciendo un inventario de lo que se quedará al momento de que su paciente muera. Todo culmina como nos gustaría que pasara, y donde se afecta más a los personajes de la historia. A nivel de fábula, termina justamente con el momento más importante de la feria, el famoso castillo de fuegos artificiales.
Leer esta obra es un lujo para todos, pues es una narración bastante buena que terminará agradándoles bastante. Su fragmentariedad es uno de los principales gustos de todos los lectores y que, para el año en que fue escrita, era un recurso muy novedoso que más tarde fue un canon entre todos y dio pie a la famosa teoría de la polifonía.

Mis festivos lectores, me despido de ustedes deseándoles lo mejor para el nuevo año donde tendremos nuevas lecturas y nuevos logros.