sábado, 28 de febrero de 2015

Entre aguas femeninas: Zozobra

Mis navegantes lectores, el día de hoy les mando un cordial saludo entre mis preocupaciones por el viaje a Argentina, un gato enfermo y mi próxima presentación académica en Mérida donde hablaré de la poesía de un autor que aquí les recomendaré: se trata de Ramón López Velarde: mexicano posmodernista que desarrolló una nueva manera de escribir poemas y que sin duda deben leer los que se sienten fuertes en el desciframiento de metáforas.
Su última obra en vida, Zozobra, es considerada su mejor trabajo. Contiene cuarenta poemas —número religiosamente significativo—. Podemos identificar la manera en que busca romper la métrica clásica y la tradición pues en el libro no encontramos ningún soneto, marca bastante clara del desapego por lo tradicional y muestra de una desviación de tono y tema modernista, que, según los críticos, pertenece a la segunda etapa del autor, antecedida por Sangre devota.
Su lírica es laureada por la manera en la que su adjetivación llega a niveles sublimes. Es casi una contestación del poema “Ars poetica” de Vicente Huidobro, en que dice: “Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; / El adjetivo, cuando no da vida, mata”. Así López Velarde funciona de esta manera con frases tales como: “azul sospecha”, “desacreditados elefantes”, “hiperbólicos minutos”, “obtuso centinela” o “perrillo enciclopédico”. ¿Alguien podría explicar cómo es un Perro enciclopédico? Es bastante complejo en muchos casos, pero créanme, que este autor fue un parteaguas en la literatura mexicana y que todos los poetas de su tiempo lo terminaron adorando. En una conferencia, el poeta mexicano Salvador Novo, hizo referencia a los autores de nuestro país que habían marcado la historia y dijo que Salvador Días Mirón era el poeta del ayer, José Juan Tablada el del hoy, pero era López Velarde quien era el poeta del mañana. Una afirmación que ―tomando la actitud de Novo hacia Octavio Paz― debe sorprendernos.
Otra cosa importante en el autor es el agua, en Zozobra, simboliza a la mujer en la que se terminará hundiendo. En oposición semántica, el fuego será el elemento masculino que ayudará a pasear en este universo de náyades y sirenas cargadas de un erotismo deseosas del fuego masculino. A la par, los adjetivos que usa para referirse a estos poderes naturales remarcan un poco los deseos que Barthes llamaría el “inferior absoluto”. Claro que cada palabra en López Velarde llena de colores y significados tan variados en el poema, pero la muestra que se ha dado ha bastado para comprobar al menos cómo busca conectar semánticamente el grupo del erotismo con la del fuego y el agua.

Si leen este poemrio, mis navegantes lectores, busquen esta manera de leer el libro si se les complica. El agua que te envuelve y te lleva a la zozobra, palabra que presagia el naufragio de toda embarcación.


sábado, 21 de febrero de 2015

Poesía surgida de la guerra: Poesía no completa

Mis nóbeles lectores, entre uno de los tantos placeres culposos que tengo, está la poesía, y hay un poeta en particular de quien quiero hablarles. Una poetisa, para ser exactos. Son pocos los escritores de lírica que me gustan, quizá porque mi formación va más de la mano de la narrativa que otros casos, Gutiérrez Nájera, algunos poemas de Borges, ciertos textos de Gonzalo Rojas, y aún no encuentro nada mejor que “Preciosa y el Aire” para leerles a jóvenes de secundaria cuando los acerco a la poesía para que entiendan que los poemas no son sólo amor. En mi biblioteca, uno de mis autores preferidos es: Wisława Szymborska.
Esta escritora polaca recibió el Nobel de Literatura en 1996, teniendo 73 años. El Fondo de Cultura Económica tiene una de sus antologías más rescatadas llamada Poesía no completa, donde reúnen sus textos después de su defunción ―el 1 de febrero se cumplieron dos años―, y en honor a semejante escritora, el Programa Nacional de Salas de Lectura decidió repartirles a todos los promotores de lectura del país un ejemplar de Szymborska hace tiempo.
Uno de los textos que más me han tocado ―por usar un lugar común― es el de “Un gato en un piso vacío”, de Gente en el puente (1986). Este poema ―así como muchos otros― expresa el sentir de un gato cuando su amo a muerto y que todo es distinto, pero incluso así, tiene la altivez de un felino. Esta pérdida, está muy presente en otros textos. A esta autora le tocó vivir la Segunda Guerra Mundial y compadeció un centenar de veces ante estos recuerdos dentro de su lírica. No sólo son las casas derruidas y la tristeza en piel viva, hay otros poemas como “Primera fotografía de Hitler”, del mismo libro que el anterior, donde nos dice que es un pequeño niño lleno de vida y que no necesariamente tiene que ser malo, pero eso se deberá ver en el futuro. ¿Perdonar a Hitler? Bueno, pese a otros poemas en donde vemos rostros cansinos en estaciones de ferrocarril, añoranza del hogar y gente muriendo, Szymborska nos muestra un nuevo acercamiento poético a todos nosotros.
Su pluralidad de voces y temáticas, hacen de esta autora una presencia hermosa en nuestras bibliotecas. No es una autora como Friedrich Nietzsche o Emil Cioran, que nos ponen en duda la existencia de Dios, no es una de las Brontë que te hace pensar en lo dura que es la vida. Es una autora total, de las que van del gozo al desamor, y del dolor a las memorias felices, porque aunque le haya tocado vivir semejantes situaciones, ella siempre dijo: “El mundo es cruel, pero merece también otros calificativos más compasivos”.

Mis nóbeles lectores, este libro está en sus Salas de Lectura, en sus Paralibros, y quizá en sus bibliotecas, pero el ejemplar cuesta menos de $200°° nuevo, es una joya que no pueden pasar, sobre todo si tienen gatos y sufren dejarlos solos en casa cuando salen de viaje.


sábado, 14 de febrero de 2015

Guerra de clanes, amores y dioses: La rosa del profeta

Mis desérticos lectores, en las últimas semanas de jugar rol por medio de las actividades de la Sala de Lectura d20 me he reencontrado con varios de esos libros con mapas y llenos de dragones, magia y héroes. Así pues, he regresado a un ejemplar bastante interesante en mi colección y que devoré al tenerlo en mis manos, uno tras otro de los tres libros. Hablo de una de las tantas colaboraciones de Margaret Weis y Tracy Hickman: La rosa del profeta. Una trilogía.
Las tres novelas se sitúan en un desierto mágico donde dos clanes en  pugna deben unirse para salvarse de Quar, un dios vengativo que busca destruirles. Los dos clanes adoran a Akhran, y es él, por medio de sus d’jin que les da la orden de casar a Khardan ―de los domadores de caballos― y Zohra ―de los criadores de ovejas―. Se casan, y en un momento de venganza ―ellos dos no se llevan nada bien― él compra una nueva esposa, una linda chica pálida y pelirroja que en realidad es Mathew, un sacerdote evangelizador de otro dios.
La primera de todas: La voluntad del dios errante, desarrolla esta historia de problemas maritales que nada le piden a cualquier telenovela. Los dos se odian a muerte, pero Akhran les obliga a estar juntos, por ello deben tener una relación tapadera hasta que la Rosa del Profeta florezca, y les permitirá salir del embrollo en el que se meterán: la persecución del califa, el imán y muchos más poderes mayores del desierto.
Al igual que El señor de los anillos, en que cada libro termina en un “Continuará”; nos dejan a mitad de un problema para parar a El paladín de la noche, donde agregamos a un cuarto personaje, Auda ibn Jad, seguidor de un dios oscuro enfocado en la destrucción. Mientras tanto el imán de Quar busca convertir a los seguidores de Akhran e incitar una guerra santa.
En El profeta de Akhran, tercera y última novela, vemos el desenlace particular de esta historia llena de triángulos amorosos, pues lo importante de esta saga es que se incluye un triángulo amoroso de Mathew hacia Zora y Khardan. Un monje del dios de la luz bisexual y afeminado, no es lo único que se concluye en este último ejemplar, sino también el ataque crítico de la religiosidad y libertad de culto que se pone en duda a cada momento de la saga.
Todos los libros tienen tantos elementos para el análisis de género y sexualidad, así como analizar el manejo del Poder según Foucault y el modo en que se van planteando los enfrentamientos religiosos y la libertad de culto. Si a esto le agregamos el uso de los d’jin para causar risa y todos los momentos cómicos, deja a un libro de los tantos de maravilla épica al lado de novelas que dan pie a análisis y manejo de subtextos, como el uso de representar a los dioses como una figura de 20 caras, muestra clara de su vinculación con los juegos de rol.

Les dejo estas novelas a consideración ―y a préstamo si asisten a mi Sala de lectura― no sólo para entretenerse con el curioso uso de magia que existen en el mundo de Sularia, sino por lo disfrutable de la tensión narrativa y la manera en que ustedes, mis desérticos lectores, pueden descubrir nuevos mundos tan particulares.


sábado, 7 de febrero de 2015

Ejemplares malditos: Víctor Villarreal Velasco

Mis libreros lectores, he hablado ya bastante de varios amigos lectores y literatos en esta páginas para por fin dedicarle una columna a un escritor saliente y con poco renombre por ahora en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, pero que sin duda tiene el potencial de muchas cosas.
Aunque su currículo de publicaciones tiene casi dos páginas ―repito― es injustamente poco conocido en el mundo literario. Y es justo este aspecto el que quiero notar, pues los verdaderos bibliófilos tienen el mismo gusto que Víctor Villarreal Velasco.
Aunque tiene lírica y poesía visual ―excelente a mi gusto― me enfrascaré en tres libros de su narrativa. El primero es Sefer Raziel HaMalach, la impresionante búsqueda por todo el mundo de un libro perdido y que está en idioma angélico. Los otros dos son Kitah Al-Azif. En busca del Necronomicón y el tercero es En busca del Libro de los Muertos. Se repite en los títulos y el carácter de la búsqueda, e incluso se siente cómodo con un particular modo de iniciar sus historias: una frase en latín. Una manera interesante de comenzar sus libros.
Debo advertir que si gustan de libros de aventuras historicistas como la saga de Dan Brown, este libro es excelente para ustedes; si no, será otro thriller de una cuesta ante un afamado objeto perdido. Quizá la serie de televisión de The Librarians esté vinculada a estas cacerías de tesoros, pero sin duda la predilección por tres libros, es impresionante.
El impacto de los libros mágicos e imposibles que muestra Víctor Villarreal Velasco ya es mucho, como Borges plantea la posibilidad de que varios ejemplares únicos existieran, y plantea en un mundo ficticio, la posibilidad de que Borges conociera el paradero del Necronomicón, no por nada escribió un cuento en honor a Lovecraft y su cuento “El libro de arena” tiene cierta relación con dicho objeto, desde ahí no puede evitar vincular con otros ejemplares y otros escritores que ―si conocen un poco de la historia y tradición de la literatura sobre bibliotecas― disfrutarán bastante.
El protagonista es por más arquetípico, pero incluso atípico en nuestra literatura mexicana: Un profesor de la UNAM, conocido como el Dr. Macías. Este personaje puede descifrar el idioma angélico gracias a la primera novela de la saga y esto le permite viajar a buscar dichos ejemplares teniendo contacto con rusos, estadounidenses, argentinos y demás personas.

La historia en ocasiones emula un diario y sabemos así cuánto tiempo lleva recorrido. A veces es poco y en otros momentos nos ayuda a saber cómo se mueve el tiempo dentro de la historia. Pues siempre termina escribiendo semejante anécdota para nada despreciable. A diferencia de otros textos donde los objetos mágicos son encontrados y olvidados, el Dr. Macías se sitúa cerca de Robert Langdon ―protagonista de El código Da Vinci― o Indiana Jones. Aquí que deberíamos quizá darnos una escapada a Guadalajara y leer a este escritor, buscar algo de él en internet y buscar ese no-sé-qué que Borges veía y nadie más.