martes, 12 de noviembre de 2024

Cría cuervos y te sacarán los textos: reseña de Diversos tipos de maldad de Juan Carlos Gallegos

Juan Carlos Gallegos es una autoridad en cuestión de la minificción: por eso mismo, para entender este género ya se puede acceder también a sus ensayos y críticas especializadas en géneros breves. Pero él no solo es una figura académica, sino que también está siendo consagrado como autor de este mismo género.

Actualmente estudia la metaficción en el doctorado en Humanidades de la UAM, lo cual evidencia una trayectoria sólida. Así ha ido comprendiendo las complejidades narrativas de este género, trasvasando todo esto en su obra.

Los otros ejemplares del autor: La rubia despampanante y otras microhistorias (Effictio: 2014), Monstruos de bolsillo (La Tinta del Silencio, 2018) y Hecho en Twitter (La Tinta del Silencio, 2022) complementan muy bien a su más reciente libro: Diversos tipos de maldad (2024), cada una contribuyendo a su evolución como escritor. Estas obras, al sumarse a la tradición literaria mexicana, han permitido que Juan Carlos Gallegos afine su capacidad de síntesis y su habilidad para provocar reflexiones profundas a partir de relatos breves.

En este punto, convendría recordar el importante aporte que ha hecho la minificción a la literatura mexicana. La economía de palabras y su profundidad en sus mensajes han hecho de este género algo recurrente en muchos escritores, pues, aunque parece fácil crear un texto en menos de una página, no llegan a ser microrrelatos, sino meras estampas, ensayos, frases o demás arreglos que no cumplen con lo que Lauro Zavala mencionó como principales características de la minificción.

En este contexto, Juan Carlos Gallegos no solo continúa esta tradición, sino que la enriquece con su perspectiva única, explorando las facetas de la maldad humana a través de breves y potentes destellos narrativos. Es importante mencionar que mucho de lo que él mismo predica en sus talleres literarios está presente, sobre todo: las series.

En el contexto de la minificción latinoamericana, existen textos que tienen un mismo título, pues pertenecen a la misma familia semántica o que son variantes del mismo tema: el poblano José Luis Zárate es un ejemplo digno de este tema con sus casi cien caperucitas, femme fatales y fines del mundo.

Para el caso específico de Diversos tipos de maldad, encontramos “Los cuatro elementos” o “Cuervada”, que van del 1 al 8 y del 1 al 5 respectivamente. También se consideran series aquellos relatos con un mismo inicio, como “Esa escena” y “El elegido”. Lo que podemos encontrar, en estos textos es la repetición del mismo inicio con la finalidad de crear multiversos narrativos donde la situación inicial es idéntica, pero el ingenio del minificcionista le da giros interesantes a la idea original. Diversos tipos de maldad demuestra la pluma tan fina que puede llegar a tener Juan Carlos Gallegos, pues no hay texto que sobre o que termine ignorado a lo largo del ejemplar.

Algo que también debemos aplaudir los críticos literarios es el modo tan ingenioso de intitular muchos de sus textos. Este umbral —diría Genette— realmente sirve de puerta de entrada para un texto; pero la minificción, siendo un espacio tan breve, no tiene otra puerta que esta misma por la que hemos entrado y que debemos volver a tramitar para poder entender perfectamente lo ocurrido. Desde este cariz, los títulos no son un punto repetitivo como solía hacerse con la poesía del Siglo de Oro, sino que ahora es paratexto que termina siendo necesario para entender el significado total del texto. Es decir: de “paratexto” podríamos decir que tiene poco pues es una parte sumamente relevante para la narración central y si prescindiéramos de él, muchas veces no comprenderíamos el text. Esta cuidadosa selección es un testimonio de la destreza de Juan Carlos Gallegos como escritor, pues logra evocar curiosidad e intriga desde el inicio y sirve de cierre semántico para el texto.

En cuanto a sus temas, se distingue por su amplio abanico de maldades: así, explora la condición humana en toda su complejidad demostrando que muchos pueden ser malvados y crueles: desde los políticos, hasta en los cuervos que sacan ojos.

Esta obra se inscribe en la rica tradición de la minificción mexicana, destacando por su profundidad: las obras precedentes del autor le sirvieron de escalones para agarrar vuelo y colocarse en el repertorio de lo minificcionistas imprescindibles para comprender el contexto literario de nuestro tiempo.

Así, para cerrar esta reseña, Diversos tipos de maldad de Juan Carlos Gallegos se erige como un análisis de la maldad desde distintas perspectivas. La obra no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión profunda y demuestra ser una contribución para los amantes de la literatura y que están descubriendo este mundo por medio de los géneros breves.

 

Portada propiedad de la BUAP y su comité editorial

sábado, 9 de noviembre de 2024

Es señal de que avanzamos

 Culpo de mi suicidio al estrés laboral: a la manera tan déspota de mis jefes directos de no saber decir "Perdón" cuando se equivocan conmigo y me levantan falsos. También a las formas tan ofensivas que tienen ciertas personas de pedirme las cosas como si fuera mi obligación hacerlas. A quienes, pese a que haga algo, nadie aprecie mi esfuerzo y no den las gracias o desaprovechen mi esfuerzo en darles gusto. También tienen la culpa los horribles desgastes mentales de los cobradores, de los traslados tan largos y los tiempos de espera interminables. Culpo a las universidades que, pese a tener doctorado, me han dado largas para contratarme y le ofrecen tiempos completos a amigos de los amigos sin fijarse siquiera en que tengo un currículum destacable. Incluso tienen la culpa esas engorrosas páginas burocráticas que no ayudan en nada cuando era más fácil atender a alguien en un escritorio. Y no me hagan hablar de lo injusto de los concursos literarios que eligen por subjurados con pocos estudios profesionales o que ni siquiera leen lo que tienen en frente.

Sin embargo, no me suicido porque tengo fé en la vida de mi bebé. Porque quiero ver los logros que tenga él y todos mis seres queridos. No acabo conmigo porque tengo proyectos sumamente interesantes en puerta, los cuales —aunque me han causado estrés— quiero ver culminados. Porque cada vez falta menos tiempo para retirarme, para tener un terreno o un futuro estable. También está el hecho de que pase lo que pase, siempre pertenezco a algo: ¿encontrarán otro jugador en mi mesa de rol?, ¿quién venderá comida los martes y jueves en la escuela?, ¿quién prestará la casa para las tardes de juegos de mesa?

¿Cómo puedo acabar con mi vida si mi tía —en medio de un Párkinson desquiciante— ha aguantado de lleno todo pese al instituto de muerte. Pero, sobre todo, porque soy Escorpio y vivo con un rencor metido en el tuétano y quiero ver las caras de esos malditos que me rechazaron, de esa persona que me acusó de que yo arruinaba a los alumnos al pedir permisos por salud o cuestiones familiares, esa profesora que menospreció mis temas de investigación, de aquellas editoriales que me dijeron "Me encanta, pero no publicamos esto (aunque en mi página dice que sí)" y de todos esos que vieron en mí solo el síndrome de Tourette de tics y groserías sin saber que les iba a callar esa boca profana con la que cuchicheaban cosas de mí.

¿Esto es una nota suicida? No... Les queda mucho de mí para el rato. Solo que si en algún momento esas personas que me dañan logran molestarme tanto que olvide lo bueno, se llevarán la agridulce noticia de que ganaron y me destruyeron. ¡Lleven en su consciencia los proyectos rotos que dejé! Ya nos veremos cómo esa sombra que sonríe desde las esquinas y les deja intranquilos por las noches de tormenta.