sábado, 9 de noviembre de 2024

Es señal de que avanzamos

 Culpo de mi suicidio al estrés laboral: a la manera tan déspota de mis jefes directos de no saber decir "Perdón" cuando se equivocan conmigo y me levantan falsos. También a las formas tan ofensivas que tienen ciertas personas de pedirme las cosas como si fuera mi obligación hacerlas. A quienes, pese a que haga algo, nadie aprecie mi esfuerzo y no den las gracias o desaprovechen mi esfuerzo en darles gusto. También tienen la culpa los horribles desgastes mentales de los cobradores, de los traslados tan largos y los tiempos de espera interminables. Culpo a las universidades que, pese a tener doctorado, me han dado largas para contratarme y le ofrecen tiempos completos a amigos de los amigos sin fijarse siquiera en que tengo un currículum destacable. Incluso tienen la culpa esas engorrosas páginas burocráticas que no ayudan en nada cuando era más fácil atender a alguien en un escritorio. Y no me hagan hablar de lo injusto de los concursos literarios que eligen por subjurados con pocos estudios profesionales o que ni siquiera leen lo que tienen en frente.

Sin embargo, no me suicido porque tengo fé en la vida de mi bebé. Porque quiero ver los logros que tenga él y todos mis seres queridos. No acabo conmigo porque tengo proyectos sumamente interesantes en puerta, los cuales —aunque me han causado estrés— quiero ver culminados. Porque cada vez falta menos tiempo para retirarme, para tener un terreno o un futuro estable. También está el hecho de que pase lo que pase, siempre pertenezco a algo: ¿encontrarán otro jugador en mi mesa de rol?, ¿quién venderá comida los martes y jueves en la escuela?, ¿quién prestará la casa para las tardes de juegos de mesa?

¿Cómo puedo acabar con mi vida si mi tía —en medio de un Párkinson desquiciante— ha aguantado de lleno todo pese al instituto de muerte. Pero, sobre todo, porque soy Escorpio y vivo con un rencor metido en el tuétano y quiero ver las caras de esos malditos que me rechazaron, de esa persona que me acusó de que yo arruinaba a los alumnos al pedir permisos por salud o cuestiones familiares, esa profesora que menospreció mis temas de investigación, de aquellas editoriales que me dijeron "Me encanta, pero no publicamos esto (aunque en mi página dice que sí)" y de todos esos que vieron en mí solo el síndrome de Tourette de tics y groserías sin saber que les iba a callar esa boca profana con la que cuchicheaban cosas de mí.

¿Esto es una nota suicida? No... Les queda mucho de mí para el rato. Solo que si en algún momento esas personas que me dañan logran molestarme tanto que olvide lo bueno, se llevarán la agridulce noticia de que ganaron y me destruyeron. ¡Lleven en su consciencia los proyectos rotos que dejé! Ya nos veremos cómo esa sombra que sonríe desde las esquinas y les deja intranquilos por las noches de tormenta.

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