martes, 12 de noviembre de 2024

Cría cuervos y te sacarán los textos: reseña de Diversos tipos de maldad de Juan Carlos Gallegos

Juan Carlos Gallegos es una autoridad en cuestión de la minificción: por eso mismo, para entender este género ya se puede acceder también a sus ensayos y críticas especializadas en géneros breves. Pero él no solo es una figura académica, sino que también está siendo consagrado como autor de este mismo género.

Actualmente estudia la metaficción en el doctorado en Humanidades de la UAM, lo cual evidencia una trayectoria sólida. Así ha ido comprendiendo las complejidades narrativas de este género, trasvasando todo esto en su obra.

Los otros ejemplares del autor: La rubia despampanante y otras microhistorias (Effictio: 2014), Monstruos de bolsillo (La Tinta del Silencio, 2018) y Hecho en Twitter (La Tinta del Silencio, 2022) complementan muy bien a su más reciente libro: Diversos tipos de maldad (2024), cada una contribuyendo a su evolución como escritor. Estas obras, al sumarse a la tradición literaria mexicana, han permitido que Juan Carlos Gallegos afine su capacidad de síntesis y su habilidad para provocar reflexiones profundas a partir de relatos breves.

En este punto, convendría recordar el importante aporte que ha hecho la minificción a la literatura mexicana. La economía de palabras y su profundidad en sus mensajes han hecho de este género algo recurrente en muchos escritores, pues, aunque parece fácil crear un texto en menos de una página, no llegan a ser microrrelatos, sino meras estampas, ensayos, frases o demás arreglos que no cumplen con lo que Lauro Zavala mencionó como principales características de la minificción.

En este contexto, Juan Carlos Gallegos no solo continúa esta tradición, sino que la enriquece con su perspectiva única, explorando las facetas de la maldad humana a través de breves y potentes destellos narrativos. Es importante mencionar que mucho de lo que él mismo predica en sus talleres literarios está presente, sobre todo: las series.

En el contexto de la minificción latinoamericana, existen textos que tienen un mismo título, pues pertenecen a la misma familia semántica o que son variantes del mismo tema: el poblano José Luis Zárate es un ejemplo digno de este tema con sus casi cien caperucitas, femme fatales y fines del mundo.

Para el caso específico de Diversos tipos de maldad, encontramos “Los cuatro elementos” o “Cuervada”, que van del 1 al 8 y del 1 al 5 respectivamente. También se consideran series aquellos relatos con un mismo inicio, como “Esa escena” y “El elegido”. Lo que podemos encontrar, en estos textos es la repetición del mismo inicio con la finalidad de crear multiversos narrativos donde la situación inicial es idéntica, pero el ingenio del minificcionista le da giros interesantes a la idea original. Diversos tipos de maldad demuestra la pluma tan fina que puede llegar a tener Juan Carlos Gallegos, pues no hay texto que sobre o que termine ignorado a lo largo del ejemplar.

Algo que también debemos aplaudir los críticos literarios es el modo tan ingenioso de intitular muchos de sus textos. Este umbral —diría Genette— realmente sirve de puerta de entrada para un texto; pero la minificción, siendo un espacio tan breve, no tiene otra puerta que esta misma por la que hemos entrado y que debemos volver a tramitar para poder entender perfectamente lo ocurrido. Desde este cariz, los títulos no son un punto repetitivo como solía hacerse con la poesía del Siglo de Oro, sino que ahora es paratexto que termina siendo necesario para entender el significado total del texto. Es decir: de “paratexto” podríamos decir que tiene poco pues es una parte sumamente relevante para la narración central y si prescindiéramos de él, muchas veces no comprenderíamos el text. Esta cuidadosa selección es un testimonio de la destreza de Juan Carlos Gallegos como escritor, pues logra evocar curiosidad e intriga desde el inicio y sirve de cierre semántico para el texto.

En cuanto a sus temas, se distingue por su amplio abanico de maldades: así, explora la condición humana en toda su complejidad demostrando que muchos pueden ser malvados y crueles: desde los políticos, hasta en los cuervos que sacan ojos.

Esta obra se inscribe en la rica tradición de la minificción mexicana, destacando por su profundidad: las obras precedentes del autor le sirvieron de escalones para agarrar vuelo y colocarse en el repertorio de lo minificcionistas imprescindibles para comprender el contexto literario de nuestro tiempo.

Así, para cerrar esta reseña, Diversos tipos de maldad de Juan Carlos Gallegos se erige como un análisis de la maldad desde distintas perspectivas. La obra no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión profunda y demuestra ser una contribución para los amantes de la literatura y que están descubriendo este mundo por medio de los géneros breves.

 

Portada propiedad de la BUAP y su comité editorial

sábado, 9 de noviembre de 2024

Es señal de que avanzamos

 Culpo de mi suicidio al estrés laboral: a la manera tan déspota de mis jefes directos de no saber decir "Perdón" cuando se equivocan conmigo y me levantan falsos. También a las formas tan ofensivas que tienen ciertas personas de pedirme las cosas como si fuera mi obligación hacerlas. A quienes, pese a que haga algo, nadie aprecie mi esfuerzo y no den las gracias o desaprovechen mi esfuerzo en darles gusto. También tienen la culpa los horribles desgastes mentales de los cobradores, de los traslados tan largos y los tiempos de espera interminables. Culpo a las universidades que, pese a tener doctorado, me han dado largas para contratarme y le ofrecen tiempos completos a amigos de los amigos sin fijarse siquiera en que tengo un currículum destacable. Incluso tienen la culpa esas engorrosas páginas burocráticas que no ayudan en nada cuando era más fácil atender a alguien en un escritorio. Y no me hagan hablar de lo injusto de los concursos literarios que eligen por subjurados con pocos estudios profesionales o que ni siquiera leen lo que tienen en frente.

Sin embargo, no me suicido porque tengo fé en la vida de mi bebé. Porque quiero ver los logros que tenga él y todos mis seres queridos. No acabo conmigo porque tengo proyectos sumamente interesantes en puerta, los cuales —aunque me han causado estrés— quiero ver culminados. Porque cada vez falta menos tiempo para retirarme, para tener un terreno o un futuro estable. También está el hecho de que pase lo que pase, siempre pertenezco a algo: ¿encontrarán otro jugador en mi mesa de rol?, ¿quién venderá comida los martes y jueves en la escuela?, ¿quién prestará la casa para las tardes de juegos de mesa?

¿Cómo puedo acabar con mi vida si mi tía —en medio de un Párkinson desquiciante— ha aguantado de lleno todo pese al instituto de muerte. Pero, sobre todo, porque soy Escorpio y vivo con un rencor metido en el tuétano y quiero ver las caras de esos malditos que me rechazaron, de esa persona que me acusó de que yo arruinaba a los alumnos al pedir permisos por salud o cuestiones familiares, esa profesora que menospreció mis temas de investigación, de aquellas editoriales que me dijeron "Me encanta, pero no publicamos esto (aunque en mi página dice que sí)" y de todos esos que vieron en mí solo el síndrome de Tourette de tics y groserías sin saber que les iba a callar esa boca profana con la que cuchicheaban cosas de mí.

¿Esto es una nota suicida? No... Les queda mucho de mí para el rato. Solo que si en algún momento esas personas que me dañan logran molestarme tanto que olvide lo bueno, se llevarán la agridulce noticia de que ganaron y me destruyeron. ¡Lleven en su consciencia los proyectos rotos que dejé! Ya nos veremos cómo esa sombra que sonríe desde las esquinas y les deja intranquilos por las noches de tormenta.

viernes, 11 de octubre de 2024

Son las 6am para todos

Una persona juega con su celular completamente abstraído y con la espalda en proporción aurea, una chica con el decorado de uñas que cualquier mujer de negocios envidiaría lee su libro "Liderez por naturaleza", alguien más duerme en el asiento de la manera más profesional en que solo los usuarios del transporte público sabemos hacerlo. Pero creo que soy el único que se fija en la mujer sube al tren con una niña en silla de ruedas.

La lidereza del futuro no se percata que atrás de ella hay poco espacio para una silla de ruedas porque está aprendiendo a controlar el mundo —y lo está haciendo almcontrolar el ingreso de la mujer—.


Los miércoles entro a las 7am y debo tomar el tren en un horario en el cual, si no fuera para una universidad privada, no me pararía en absoluto. Y siempre me topo a esa madre empujando a su hija. La niña aprieta los puños y se retuerce para mocerse, signo de tener alguna divergencia cerebral. La madre también aprieta los puños y se retuerce; pero lo suyo es visible solo en su alma: en sus ojos cansados y agotamiento de la espalda al verla tornarse las vértebras al juntar las escapular en un movimiento que todos conocemos.
Pero, ahí, a las 6am nadie tiene tiempo de tener reparos con otras personas. El chico del celular sigue ocultando su pantalla con sus cabellos en esa posición tan incómoda —pero es joven—, la chica sigue preocupada en el capítulo "Cambio de paradigma", y el hombre dormido... Su overol lo delata como trabajador de una cervecera y hasta se lo perdonamos.
Pero yo, alguien que toma el tren a una pocas estaciones de haber empezado su recorrido, tiene un puesto privilegiado: me puedo apoyar en la pared, de hecho es la que tiene la ventana que mira hacia el conductor y ese huequito es perfecto para apoyarse.
Uno esperaría más cordialidad, pero no... Al ver a esa mujer —incógnita conocida— y la indiferencia del resto me apresuré a darle mi huequito donde me recargo. Pero una silla de ruedas no se mueve fácilmente y tuve que moverle el celular al chico, golpear la rodilla del hombre dormido y molestar a la lectora al colocarme en el mismo tubo que ella, pero el malo fui yo: quién rompió las reglas de no molestar a los demás fui yo. No la madre y su hija; ¡ellas no son culpables de nada! Pero sí el que osa romper el paradigma de seder un espacio para recargarse en vez de un asiento.
Entiendo que la gente esté desmañada. Yo mismo no tomaría estás clases de no ser porque me pagan los pañales del bebé y aligera los gastos de ser padre. ¿Será eso?, ¿que reconozco que tener hijos es extremo molesto que es para la espalda? Y sí, odio levantarme temprano, es un atentado para la comodidad humana. Pero en ese tren, desde el conductor hasta el guardia que hace cambio de estación, todos somos —y citando a la secretaria de presidencia, Patricia Fernández— "compañeros de clase", porque en el reloj, son las 6am para todos. Y por más que sea un horario horrible para la clase trabajadora, soportable solo por los ricos que hacen jogging —o yoging— para ganarse su millón de pesos invirtiendo en criptomonedad; los que estamos en ese tren, tenemos la misma condición —económica y espiritual—, por lo que un poco de cordialidad con los otros no estaría mal.
El asunto quedaría en eso, en un berrinche sin importancia, de no ser porque cuando la madre se baja en la estación donde está el centro de rehabilitación, las tensiones se relajan y el joven del celular me mira para decirme: "¿Profe?". No me creo la sátira teatral en que esto se ha convertido: porque el obrero entreabre un ojo para ver el chisme y la mujer detiene sus páginas para ver si valgo la pena como docente. Es Julio: estudiante de Filosofía que justamente hoy expone un tema de Ética.

lunes, 23 de septiembre de 2024

¿Una serie blasfema disfrazada de musical? Nah… es sólo un musical blasfemo

 

Recién terminé de ver la serie de Hazbin Hotel y me pareció una cosa sumamente potente e interesante de analizar debido a las tantas complicaciones que padecen sus protagonistas. Se nota que hay problemas humanos entre ellos, siendo que en la historia sólo conocemos a demonios.

Hazbin Hotel surge en YouTube en octubre de 2019, cuando Vivienne Medrano lanzó el episodio piloto en su canal. Con más de 100M de visitas, se evidencia que capturó la atención por un estilo tan único y grosero. En menos de un año, se anunció que A24 había adquirido los derechos de la serie para su distribución para que apareciera en enero del 2024 en la plataforma de Amazon Prime Video.

Vivienne Medrano —o VivziePop— tuvo su origen en YouTube y creó un par de series animadas más: Helluva Boss y Zoophobia. Es animadora egresada de la School of Visual Arts en New York. Ella es originaria de Maryland, EE.UU., pero de ascendencia salvadoreña, lo cual se le nota en muchos momentos. En cuanto a su trabajo, pues, hay mucho que decir: vibrante, irreverente, oscura, ofensiva y otras tantas cosas que pueden llamar la atención de muchos.

No podemos negar que, uno de los elementos más interesantes respecto a esta serie es el arte que ellos deciden utilizar. Quizá la más normal —por más irónico que parezca— es Charlie Morningstar, la misma hija de Lucifer, porque, de ahí en delante, todos los demás son esperpentos extraños. Husk parecería ser un gato con alas y diseños de corazón: estos no aluden al amor sino a las apuestas; en el piloto, eran más evidentes pues en vez de círculos rojos y blancos tenía los cuatro palos de la baraja. Vaagie tiene una piel púrpura grisácea y una gran X en su ojo, incluso por encima de su fleco. Siguiendo con los ojos, no es extraño que haya personajes con heterocromía como Vox, el demonio de la televisión o Angel Dust; Sir Pentious tiene un tercer ojo en su sombrero. Esto se vuelve grotesco y atípico; pero que funciona en su misma estética.


Esta estética bizarra —del francés “abigarrado”— se debe a que todos los demonios que aparecen ahí con excepción de la familia Morningstar fueron originalmente humanos. A causa de sus pecados, acabaron en el infierno, de aquí que sus almas sean grotescas a la vista en un espacio como el Infierno donde ya no existen apariencias.

Pues, ¿de qué va Hazbin Hotel? En un espacio tan cuestionable como el Infierno, a la princesa Charlie se le ocurre buscar la redención de las almas para darles paso al Cielo. Esto, a causa de que cada año, legiones de ángeles exorcistas bajan al Infierno a asesinar almas demoniacas. El Happy Hotel —como pensaba llamarle en un inicio— sería el lugar propicio para buscar llevar a esos pecadores al Paraíso: pero las almas no quieren cambiar, y ahí estará el meollo del asunto.

Adán, quién lidera estos exterminios, es un ángel sumamente grotesco —en toda la extensión de su palabra—: refiriéndose a sí mismo como el primer hombre y por lo mismo “una verga” —en su acepción positiva y negativa—. Su rostro inspira más desconfianza que Lucifer o Alastor, y la voz chillona que le dan es incluso despreciable. Entre todas las canciones de este musical disfrazado de caricatura, Adán interpreta metal, ¿así de disonante es? Si a esto le agregamos que es el único ángel que vemos comer —los demonios cometen canibalismo y consumen drogas y alcohol— pero él disfruta desmedidamente de su platillo favorito: claro… costillas.

Hay muchos intertextos perdidos en la serie. Desde los nombres como “Sera” para una seraphim, Vox para el demonio de la televisión, Valentino que representa la lujuria como el día de San Valentín, Angel Dust quien prueba cualquier tipo de droga, o el mismo Sir Pentious quien es una serpiente. En algo más sutil: Adán evidencia el mito bíblico con sus costillas y un hacha para cortar árboles; del mismo modo que Lucifer Morningstar tiene en su diseño una serpiente y una la manzana. Las fichas de juego de Husk y los corazones de Angel Dust son distintos: estos últimos representan al amor, pero en una falsa idea de amor toxico, como el que siente por Valentino.

La traducción también es un tema muy curioso en su contexto; pero hablemos específicamente de las groserías. Al desarrollarse casi totalmente en el Infierno, la serie exhibe un léxico agresivo y vulgar. Hay groserías e insinuaciones sexuales o de asesinato en todo momento. Pero destaquemos algo curioso: aunque sea sumamente ofensiva en su versión en inglés, se adapta de maneras tan adecuadas a sus idiomas objetivos: las conjugaciones que muestran en japonés con la inclusión de vocablos en inglés adaptados a la fonética nipona evidencian este descaro. Como ejemplo de la versión japonesa: los diálogos de Adán se subtitulan como “ペニス” [penis] mientras que en audio dice “陰茎” [inkei], que es la manera japonesa para hablar del pene. Similar: en francés de Francia hay más “Merde”, mientras la canadiense agrega el anglisismo “fuck” por la cercanía geográfica de EE.UU. Pero, sin duda, la versión latinoamericana tiene una sarta de groserías, quizá porque la autora tiene raíces latinas, y no hay mucho que podamos hacer para defender a nuestro pinche idioma tan jodidamente cabrón.

Creo que el gran triunfo que tiene esta serie —y siguiendo muchas de las obras que llegó a recomendar— es por salir de lo bonito y del lugar común, utilizando la animación como una manera de plantear una estética que descoloca al falso receptor infantil. Con esto se coloca junto a Invincible (2021), Rick and Morty (2013), Daria (2013) y otras tantas animaciones pensadas en usar el recurso visual para plantear una versión distante de lo simple.

Finalmente, y creo que con esto tengo que cerrar: si vieron Evangelion sin llorar sangre por todo el zafarrancho bíblico, la sangre-Fanta ni el beso de Shinji con Kaworu… e incluso buscaron este último en internet”… por favor: ¡vean Hazbin Hotel! Yo me volví fan de la serie en poco tiempo y no puedo dejar e reproducir la canción "Poison" en mi Spotify. 


Ninguna imagen me pertenece, son parte de los promocionales de la serie y fragmentos de ella.

jueves, 7 de marzo de 2024

En el año del Dragón

 

In memoriam Akira Toriyama

 

El otro día, al salir de clases, una alumna me preguntó por qué el dragón se repetía tanto en todas las mitologías y por qué el europeo —importante quedarse con el gentilicio—, ese que parece un reptil al que le han agregado alas de murciélago, era tan diferente de todos los demás. Como me considero un experto en mitología, esa pregunta detonó en mí algo de extrañeza. Me di cuenta desde dónde preguntaba ella y noté que el alienado era yo.

Nací al final de la década de los 80 y mi consumo popular había ido de la mano de obras derivadas de Dungeons and Dragons —hasta en el nombre, ¿verdad?— y otros hitos del frikismo noventero. Desde esta perspectiva, resultaba ser que yo conocía más bien un tipo de dragón específico y me sentía cómodo con ello. Esto, ha ido cambiando de tanto en tanto mostrándome deconstrucciones necesarias para mí y muchos de mi generación. Y es que, en mi juventud, al dragón europeo sólo se le llamaba “dragón”: no necesitaba ningún epíteto. Un dragón debía ser así, era la representación obligada, era el arquetipo de dragón. Curioso que iban de la mano de nuestra creencia en aquel entonces sobre los dinosaurios: escamas, colmillos; nada que ver con plumas, ni todo esto que hemos descubierto a los albores de seis películas de Jurassic Park.

 


Ilustración 1.Shen Long. Personaje creado por AkiraToriyama

 

Volvamos en el tiempo y pensemos: antes cualquier cosa que no entrara en el referéndum de un dragón europeo debía señalarse como una variante atípica de este ser mitológico. Y quedémonos en este adjetivo: resulta hasta obvio que, si vivimos en una sociedad eurocéntrica, pensaremos únicamente en dragones europeos. Para cotejarlo sólo basta revisar los únicos archivos que una persona promedio de los 80 revisaría: enciclopedias familiares que eran refritos de la famosa Encyclopedie francesa.

Recordando el Manual de zoología fantástica de Jorge Luis Borges, realizado a la par de Margarita Guerrero: el dragón es la mezcla del ave y la serpiente, llevando lo místico a los terrenos superiores del cielo. Esta afirmación, dada por el escritor argentino, resulta útil desde su premisa de que todos los animales de la zoología fantástica son la mezcla de dos o más animales. Existe entonces un carácter simbólico detrás de qué se une con cuál. En el caso de los humanos, con qué animal se han fusionado para generar esos entes mitológicos como la sirena, la arpía, el centauro y demás, ¿o qué les hace falta a ciertos seres para que estén semiológicamente propuestos como un posible monstruo del folklore?


Ilustración 2. Carta “Polimerization” del juego Yu-Gi-Oh! (Studio Dice, 2020)

 

Desde esta perspectiva, en la que se unen lo terreno y aéreo en este ser, podríamos entender el gusto por colocar a Quetzalcóatl como un posible dragón y no una deidad como lo es. China tiene una versión de su dragón muy similar a Quetzalcóatl; aunque la cara de león del Long, atiende más su carácter como ser elemental más que como deidad. En China, los dragones son un símbolo directo de la meteorología, los portadores de tormentas y huracanes. Puede resultar curioso que, en otros puntos del planeta, el perfil meteorológico no se le atribuye a los dragones; sino que son simplemente entidades malignas. En Asia, los dragones no son malos, son entidades que pueden crear o destruir: son la naturaleza misma. Sí son parte del ying (el lado negativo del taoísmo), pero si se recuerda esa imagen: incluso el mal puede tener algo de positivo al final: como una lluvia torrencial puede recuperar a las familias de una temporada de sequía.

Pongámonos a pensar en culturas dicotómicas donde existen la maldad y la bondad totales. Para el catolicismo, San Jorge fue beatificado gracias a que asesinó al último dragón existente. Una contradicción un poco extraña porque la existencia de la santidad de San Jorge está vinculada con la existencia de los dragones. Incluso tiene un día dedicado a su figura que ha trascendido del mero santoral y ahora se celebra a la par del Día Internacional del Libro y de Derechos de Autor: atípica concordancia donde un ser de fantasía se vincula con Cervantes y Shakespeare. ¡Bonita farsa literaria!

Si reflexionamos qué significa ser un dragón, podemos dirigir la mirada a la cultura popular: llámense videojuegos, anime o cómics. Cada una de estas manifestaciones de contracultura tiene una versión extraña y distinta de lo que podría ser un dragón. Gracias al arte steampunk, nos hemos dado cuenta de que existen mechadragones o tecnodragones los cuales, como su nombre lo indica, tienen algún aparato tecnológico que les permite existir o que son constructos con la forma de dragones. Si nos ponemos a pensarlo bien: darle herramientas a un ser de por sí magnánimo, los colvería más peligrosos aún de lo que ya son.

 

Ilustración 3. “Steampunk Dragon In A Victorian City”, imagen generada por DALLE2, prompteo de Chainsaw3r

 

Aquí quisiera reflexionar en un ejemplo muy particular de la cultura: Pokémon. En esta saga de videojuegos, se introdujo desde su primera generación (1996) a los Pokémon tipo Dragón, habiendo sólo un Pokémon raro y sus tres evoluciones: Dratini, Dragonair y Dragonite. Reflexionemos, ¿Charizard no merecía salir más allá del tipo Fuego? Podría haber sido de varios tipos; pero el tipo Fuego-Volador se dio hasta los números 643, 776 y no fue hasta la Megaevolución X que se le concedió este honor.

Si nos quedamos en esta idea, existen demasiados Pokémon que no merecerían ese título porque realmente no parecen un dragón, pienso en Applin, una manzana con ojos que tiene el tipo dragón y que puede evolucionar en una manzana tipo Jack.on-a-box o en un pay de manzana dinosauriesco. Y a pesar de su origen mitológico del Ladón, y el jardín de las Hespérides, no le hace justicia al tipo Dragón-Planta. Pese a que su forma, y que respeta totalmente lo que se creía en aquellos años 90 de lo que se creía debía ser un dragón, a Charizard no se le concedió un pedestal entre los dragones: fue hasta 2013 que las Megaevoluciones le hicieron justicia; pero nuevamente… fue en 2013, año de la Serpiente.

 


Ilustración 4. Pokémon 840: Applin

 

Pero, entonces, volvemos a la pregunta original de mi alumna y me arriesgo a dar una nueva pregunta a modo de respuesta: ¿Qué vuelve a un dragón, un dragón? Podemos ver la perspectiva mitológica, la de Borges, simbólica, la que nos da la cultura popular, o ignorar todas las buenas costumbres críticas y literarias y hacer que una cucaracha tenga los atributos del tipo dragón.

Todos tenemos una perspectiva distinta sobre la vida, el arte y las características propias de los seres mágicos o mitológicos; de hecho, ¿no es este uno de los rasgos más importantes del arte y la deconstrucción? Pero aquí, a punto de acabar este ensayo, miro al pasado y observo tanta burla y discriminación que se le ha hecho a Charizard por parecer un dragón y no serlo. Reflexiono cuántas personas que no se identifican con su cuerpo piden ser llamadas de otra manera para poder hacer una justicia social y me pongo a pensar, es 2024, año chino del dragón, y lo digo: ¿Qué le costaba a Game Freak darle este reconocimiento antes? Pero más me duele, que en este año del dragón, muriera Akira Toriyama, quien nos echó un balde de agua fría a todos aquellos que crecimos pensando en que los dragones tenían alas y nos demostró que Shen Long estaba entre aquellos a los que debíamos llamar “dragones” sin ponerle ningún epíteto.

 


Ilustración 5. Meme de Redit (https://www.reddit.com/r/MandJTV/comments/y53p4c/charizard_can_finally_become_a_dragon/)













jueves, 29 de febrero de 2024

Misterios de lo aún no escrito

 


Hola a todos. Tanto tiempo. Les comparto para que vayan conociendo el proyecto más reciente que tengo: una audionovela a modo de programa de radio: "Misterios de lo aún no escrito".

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Sinfonía grotesca de una Norteamérica enfermiza: reseña de Julien Donkey-Boy

Noé Adrián Díaz Hernández Hernández
Escuela Preparatoria N.º 8 (UdeG

         Julien Donkey-Boy es una película de ficción escrita y dirigida por Harmony Korine estrenada en 1999. La cinta trata de Julien, un joven esquizofrénico y huérfano de madre, y su familia disfuncional, la cual resulta una amenaza constante para él. Julien Donkey-Boy, además de haber sido presentada en el Festival de Venecia, fue el sexto filme realizado bajo las reglas del Dogme 95 y el primero en ser realizado fuera de Europa en aplicar las reglas de este.
         Harmony Korine es un director de cine y guionista que cuenta ya con 28 años de experiencia en la industria. Desde su debut como guionista en Kids (1995) de Larry Clark, continuó construyendo su filmografía independientemente con su ópera prima, Gummo (1997), para posteriormente continuar entregando cintas como Mister Lonely (2007), Trash Humpers (2009) y Spring Breakers (2012). Estos largometrajes tuvieron relevancia en festivales por su estilo tan excesivo e inusual, influenciado por la cultura del skate de los noventas de la que formó parte en su momento, y de la que sigue siendo uno de los mayores exponentes.
         Dentro de los mundos que crea Korine, habitan personajes perdidos en sí mismos y en un ambiente hostil, que casi siempre condena su existencia a la vagancia. Los personajes del largometraje son un retrato crudo y grotesco de la sociedad norteamericana de clase baja, los individuos marginados del sistema. Claro es el ejemplo del protagonista, Julien, quien padece esquizofrenia, y asiste con frecuencia a grupos en los que se le ofrece una deficiente ayuda para convivir y desarrollarse correctamente en la sociedad. Julien es constantemente tachado de desagradable por su misma comunidad y familia, especialmente por su padre, quien es un hombre de mediana edad que padece depresión y se automedica. El único miembro de la familia que apoya e intenta escuchar al protagonista es su hermana, la cual está embarazada de un hombre del que nunca ha vuelto a saber y, sin embargo, ha decidido tener al bebé.
         El condado en donde sucede la cinta nunca se menciona, pero posee características de aquellos lugares en donde normalmente residen las personas despectivamente conocidas como “white trash”, familias de clase baja socialmente marginadas. Esto es expuesto dentro de la cinta a través de los espacios en los que Julien se mueve y desenvuelve. Suciedad, vulgaridad y caos, son lo que rodean la vida del protagonista, en las calles, en su casa, en el autobús, en las tiendas, e incluso en el hospital psiquiátrico al que asiste. Un retrato atemporal de la realidad norteamericana, aquella que es ignorada, y hasta cierto punto censurada, por el sistema.
         Al tratarse de un filme realizado en base a las reglas del Dogme 95, este cuenta con un estilo visual crudo y alejado de lo que hoy se conoce como “cinematográfico”. Cine en su forma más natural, sin iluminación artificial, una cámara, un micrófono y nada de efectos especiales. Esto mismo impregna de un realismo desmedido a la cinta, haciendo parecer que el director, Harmony Korine, genuinamente contrató a una persona con esquizofrenia para interpretar al protagonista, o que la familia ficticia que retrata es completamente real y él solamente colocó una cámara en su sala para ser espectador de su vida, sus dinámicas y sus tragedias dentro de su burbuja de peculiaridad.
La edición de una cinta es siempre una pieza fundamental para la comprensión completa de la historia que se plantea, es decir que funciona también como pilar narrativo. Con una gran cantidad de cortes a lo largo de los 95 minutos de metraje, se introduce al espectador al mundo bizarro del protagonista y lo fuerza a vivir su experiencia metiéndose en sus zapatos. El frenetismo y orden de la escenas crea un ambiente que se percibe como caótico y extraño, al igual que la forma en la que los personajes se comportan y se relacionan con los demás. El hecho de que haya tantos cortes abruptos, los cuales muchas veces dejan diálogos o acciones incompletas, invita al espectador a cuestionarse si se trata de un error de postproducción o algo simbólico.
Julien Donkey-Boy es una obra cinematográfica que merece ser vista al menos una vez por todo aquel que se sienta atraído por el mundo del cine, o simplemente quiera ser espectador de algo diferente y original. Aparte de ser la mejor película realizada bajo los lineamientos del Dogme 95, es también una pieza que sorprendentemente termina exponiendo una realidad ignorada de Estados Unidos. Harmony Korine se atreve a exponer, en su manera más cruda y directa, los rincones oscuros y marginados de un país que se ha adueñado del término “primermundista”. Una cinta tan peculiar, tanto por su fondo y forma, que no necesita seguir ninguna regla, ni fórmula, rompiendo con todos los estándares establecidos ayer y hoy.




sábado, 2 de septiembre de 2023

Una poética de la maravilla épica: desarrollo histórico paraliterario

 Resumen:

La crítica literaria dicta cuáles textos deben incluirse en el canon y cuáles distanciar de la academia. Obras del talle de Patrick Rothfuss o Andrzej Sapkowski son una muestra de lo que Myrna Solotorevsky llama “paraliteratura”: ese tipo de discursos descartados de la “alta cultura” o de la “cultura letrada” relegados a productos culturales para el consumo popular.

Por medio de estrategias para estudiar la historia de la literatura proporcionadas por Eva Kushner en “Articulación histórica de la literatura” y J. Middleton Murry en El estilo literario, revisaremos el término de “maravilla épica” —categoría en desarrollo— el cual podría abrir una nueva rama de estudios literarios enfocados en las características específicas de estos relatos. En cierto modo, resulta más adecuada —por su etimología— que las de “Espada y hechicería”, “Espada y brujería” o “Fantasía heroica” usadas hasta el momento.

¿Cómo se involucran los juegos de rol? La ponencia también desarrollará los orígenes de este subgénero narrativo y lo mucho que le debe a la obra de Gary Gygax y Dave Arneson —con Dungeons and Dragons—, así como a la tradición discursiva provenientes de sus antecesores históricos y mitológicos: Poema de Mio Cid, Cantar de los Nibelungos, entre otros héroes —bajtinianos o arquetípicos— de la tradición oral. Así, todo esto confluirá en la obra de Robert E. Howard y J.R.R. Tolkien quienes abrirán en 1932 paso a la producción de maravilla épica conocida actualmente, incluyendo a R.A. Salvatore: narrador de historias desarrolladas dentro de las tierras de Faerûn del clásico Calabozos y dragones.

La conclusión del trabajo será una definición sucinta y coherente que pueda satisfacer la inexistencia de un término satisfactorio para la crítica literaria. Este trabajo proporcionará —entonces— una reflexión en torno al devenir histórico de las obras épico-maravillosas y la importancia de darle su lugar entre la literatura o los estudios paraliterarios.


Palabras clave 

Maravilla épica, Paraliteratura, Crítica literaria, Canon literario.




“Te encuentras en una cueva oscura. La luz de la antorcha permite observar mediocremente. A lo lejos, escuchas la respiración del dragón durmiendo sobre su tesoro y debes aproximarte lentamente para robarlo. Sabes que el hechizo de invisibilidad del warlock desaparecerá en cuestión de minutos; quieres creer que, si entras y sales rápido, podrás obtener la mítica espada que te pidieron buscar”.

Esta situación correspondería a una anécdota que podríamos clasificar de manera muy simple en narraciones de talle de “Espada y Hechicería” o de “Alta fantasía”. Incluso los libreros, las editoriales y algunos grupos de lectores, les llaman erróneamente “literatura fantástica”. Para este caso, trataremos de explicar el término de “maravilla épica”: una narración en prosa desarrollada en un mundo con reglas distintas al del lector y donde la magia y lo sobrenatural son aceptados como algo cotidiano; al mismo tiempo, el o los protagonistas cumplen un papel de viajantes en una confrontación moral llena de tareas difíciles y peripecias, generalmente para restaurar un orden roto en el tiempo del relato. El fin de la aventura concuerda con una recompensa física o moral para el héroe quien madura o evoluciona.

Desde el siglo xx, la maravilla épica fue replicada en diversas partes del mundo; aunque surgió en territorios angloparlantes. La primera novela de este tipo en la historia literaria es Conan el bárbaro, publicada en diciembre de 1932, The Phoenix on the Sword por Robert E. Howard. Él escribía sus relatos principalmente para la revista Weird Tales, misma publicación que permitió difundir la obra de H.P. Lovecraft. Desde esta perspectiva, debemos preguntarnos en torno a las tradiciones literarias.

Es curioso pensar esta revista dentro de la historia; Lovecraft —consagrado ya por el canon— empezó a escribir ahí. Myrna Solotorevsky diferencia la literatura —aquella validada por su alto contenido poético— de la paraliteratura, más próxima a los famosos textes de plaisir descritos por Roland Barthes y de una estructura identificable, sobre todo por sus constantes referencias a la situación de su tiempo. Esta referencialidad colocaba a la revista Weird Tales en lo marginal, para luego dejar entrar a Lovecraft en los círculos de la literatura. La “maravilla épica” tuvo sus inicios en este mundo paraliterario.

La saga de Conan relata las aventuras de un guerrero quien desde corta edad ha tenido contacto con lo bélico, el pillaje, la magia y la realeza. Estos elementos serán sumamente arquetípicos del llamado “bárbaro” de la maravilla épica. Cabría mencionar aquí que este tipo de relatos fueron bautizados en 1961 dentro de la misma revista por Michael Moorcock —otro autor de maravilla épica— como “Sword and Sorcery”, o “Espada y hechicería”.[1] Este término se le asignó a Conan y a la larga serie de hipotextos surgidos de ahí. Agreguemos cómo en 1932 emerge en Inglaterra El Hobbit, de J.R.R. Tolkien. Aquí se plasmaron otros presupuestos de la maravilla épica, y es justo un punto de confluencia de algo vital para esta literatura: los juegos de rol del tipo Calabozos y dragonesDungeons and Dragons en inglés—. Es en 1972 —40 años después de la primera publicación; pero sólo once de que Moorcock la bautizara como “Sword and Sorcery”— cuando Gary Gygax y Dave Arneson crean el primer sistema para un juego de mesa guiado por dados y matemáticas, utilizando razas y clases desarrolladas en historias como Conan y El señor de los anillos. Estos juegos mostraron personajes arquetípicos: bardos, paladines, guerreros, exploradores, ladrones, clérigos, hechiceros y magos; así como las razas típicas: enanos, elfos, medianos y gnomos. Todo esto proveniente del fuerte auge surgido en el mundo paraliterario gracias a los textos descritos anteriormente. En definitiva, existe una relación con la gran recepción de El Hobbit, e incluso su spin off en tres tomos: El señor de los anillos. En Estados Unidos pasó lo mismo con las sagas de Conan convertidas en doce ejemplares, en su mayoría publicados en Weird Tales y matizados poco a poco por el mundo editorial de esos tiempos.

Juegos como Calabozos y dragones dieron pie a escritores consagrados en esta paraliteratura como Margaret Weis y Tracy Hickman, quienes publicarían Las crónicas de la Dragonlance en 1984. Esta tiene toda la estructura que debe mostrarse en una historia de talle épico-maravilloso, pues posee los elementos descritos al inicio del capítulo: esto será una muestra y seña para muchísimos autores a partir de su éxito editorial.

Existe la idea de que nuestra vida cotidiana es aburrida y tediosa; el mismo J.R.R. Tolkien ya lo decía en sus historias colocadas desde el reino peligroso de Fantasía, un lugar donde el sentimiento de anhelo y magia ayudaba a la gente a olvidar la pastosa realidad que debemos enfrentar día a día. Esta paraliteratura retoma muchos de los elementos mencionados por Myrna Solotorevsky como una parte crucial del género: las estructuras psicológicas, la inclusión de mitos y de arquetipos; todo esto marinado con un lenguaje simple y disfrutable casi por cualquiera. De esta manera, mucho de lo visto en la maravilla épica responderá a prototipos que devienen desde el origen mismo de la literatura.

 

Los ancestros del género épico-maravilloso

Sin duda, debe aclararse el término “Espada y hechicería” o “Espada y brujería” atribuidos a este tipo de obras, también existe “Fantasía heroica”. Aquí surge un problema si nos preguntamos ¿qué acaso toda obra literaria no es una fantasía?  La cercanía con el concepto “ficción” podría causar confusión. Evidentemente este texto no pretende adentrarse en los complejos terrenos de lo que es la ficción, ya de eso se han encargado Roland Barthes, Paul Ricœur y Tzvetan Todorov; del mismo modo la fantasía ha sido analizada por muchos otros escritores. Desde este cariz, si un lector ingenuo llega a esta pregunta, podría ser que el término deba matizarse para entenderlo mejor. El campo metatextual será la clasificación y centro de atención para los aspectos maravillosos y épicos de la novela.

Partiendo de esto, parecería necesario cambiar los términos usados en esta paraliteratura, o, al menos, ser más específicos. La propuesta de que se llame a este género “maravilla” tiene su origen en denominaciones hechas por teóricos de lo fantástico: un mundo muy cercano al del cuento de hadas, donde el protagonista puede ver frente a él el prodigio de la zoolalia —el habla de los animales— sin sorpresa alguna. Del mismo modo, los caballos voladores, las brujas y hechiceras, o los objetos con poderes mágicos, se entienden como algo que quizá no sea tan cotidiano en la realidad del texto; pero con una existencia posible y verosímil. A diferencia de un texto fantástico donde hay un discurso de oposición de mundos, lo maravilloso abraza lo sobrenatural y termina aceptándolo por completo.

El relato maravilloso se sitúa desde un comienzo en un universo ficticio donde magos, genios y hadas moran sin causar un extrañamiento: el famoso sentimiento de lo fantástico dicho por Julio Cortázar, o “el juego con el miedo” de Caillois.

En aquellos tiempos… o Había una vez… constituyen ya una advertencia; por consiguiente, los elfos y los ogros no pueden inquietar a nadie.[2] El relato maravilloso —cuenta Vladimir Propp— trataba de divertir o atemorizar a los niños dándoles una lección de vida por medio de moralejas o rimas. Así, el lobo gris, la Bella Durmiente del bosque o Rumpelstiltskin son muestra de lo que debían aprender los infantes, y estos seres pueden tener su origen en entes totémicos, mitos normandos o bestiarios y guías de genios y demonios comarcales. Por eso, si seguimos la idea de Solotorevsky en torno a la paraliteratura, sería lógico pensar en la maravilla épica como un llamado constante a esos saberes primitivos y a estructuras tradicionales; o al menos a pequeños microtextos paraliterarios dentro de toda una novela épico-maravillosa. Roger Caillois en el estudio preliminar de su antología de cuentos fantásticos dice que los cuentos maravillosos, por más interesantes que resulten para los adultos, están dirigidos a un público ingenuo o infantil, pues ningún adulto razonable puede creer en las hadas o en los magos.[3] Es cuando volvemos al término de “maravilla épica”, pues las narrativas propuestas en estas sagas y novelas buscan fascinar al lector adulto, quien tratará de acceder al reino peligroso tolkieniano y cabalgar junto a sus héroes.

No son sólo Tolkien o R.R. Martin, sino Patrick Rothfuss con su Crónica del asesino de reyes, David Eddings y sus Crónicas de Belgarath, con su continuación de Crónicas de Mallorea, las tantas obras de Margaret Weis y Tracy Hickman, Mundodisco de Terry Pratchett, el prolífico R.A. Salvatore con sus libros para Reinos Olvidados y una infinidad de escritores muy destacados en los últimos 20 años del siglo xx. Todas estas obras tienen mundos mágicos que buscan desencadenar la imaginería del lector, brindarle la sorpresa, pero con un carácter acorde con lo llamado por Moorcock: “la espada y la hechicería”. Esto resulta ser un gran hueco en una posible catalogación, y es aquí donde sale a flote una característica única de estos ejemplares: su carácter épico, aquello que proviene también desde las tradiciones orales.[4]

Para la crítica contemporánea, la idea de lo épico parece sobresalir de entre lo demás. Tenemos una herencia de que la épica es la antigua narrativa, y por esto nos centraremos en la primera acepción del Diccionario de la Real Academia lo defina como: “Perteneciente o relativo a la epopeya o a la poesía heroica”. El adjetivo “épico” parece encajar a la perfección con la temática de nuestros autores. La épica como género literario data desde los griegos y sus amplias tradiciones rapsódicas de narrar aventuras. Quizá la primera historia narrativa de un viaje no fuera grecolatina; pero al menos ellos determinaron el cómo llamar a dicho género y tuvieron una presencia muy importante en la Historia —con mayúscula— para dejar claro el término.

Una subclase de la épica es el de la epopeya, la cual conviene ser mencionada sólo a vuelapluma pues es donde se forjan los héroes en la literatura, del mismo modo que son un ancestro de la novela como la conocemos ahora.[5] En estas historias se narran las hazañas de un héroe, el cual viajaba y trataba de servir a su pueblo y a sus dioses. Originalmente, fueron escritas en versos. Las más conocidas son Iliada y Odisea de Homero, en Medio Oriente existe la Epopeya de Gilgamesh, y en China Viaje al oeste. Esta intromisión es ilustrativa para comprender el tipo de odiseas —por usar una palabra alusiva— aparecidas dentro de la maravilla épica.

Resultaría aún más interesante cómo la épica dio pie al género medieval del cantar, como el Mio Cid, El cantar de los Nibelungos, o La canción de Roldán. Estos son ejemplos de la renovación de las epopeyas para revalorar a ese héroe elegido por los dioses representativo de todo un pueblo. La literatura épica tomó el mando para ser una nueva interpretación de lo que era correcto, adecuado. Todo esto sucede previo al cuento maravilloso. De hecho, nuestro objeto de estudio se ubica en contextos medievales porque así se concibe en el imaginario colectivo.[6] El relato épico —y por lo tanto el discurso desarrollado en la maravilla épica— nos muestra a un ser idílico, a un personaje quien, pese a sus problemas morales, enfrenta todas sus dificultades para convertirse en el modelo a seguir.

Lo caballeresco se repite constantemente en la paraliteratura épico-maravillosa. No sólo en sus castillos, las órdenes y códigos, o en sus niveles de desarrollo tecnológico e intelectual. El género de la maravilla épica es heredero de los juegos de rol creados con los arquetipos de las obras de 1932 mencionadas arriba. Encontramos cortes caballerescas como la de Rohan de El señor de los anillos, el dilema moral y las promesas de Añoranzas y pesares de Tad Williams, en Myst de Rand y Robyn Miller, la orden artúrica del Ciclo Pendragón de Stepehn R. Lawhead, o las tantas casas nobiliarias descritas por R. R. Martin en Canción de hielo y fuego. El personaje caballeresco recuerda el ideal moral de ese mundo maravilloso referente de lo justo; es un fantasma de esos cantares de gesta medievales, remembranzas de la juglaría, de lo que entendía la gente de calle como la historia del hombre perfecto, reflejo de los buenos modos y tocado por la mano de Dios, con sus intertextos de semidioses griegos latentes todavía en este discurso paraliterario.

Desde otro ángulo, para la defensa del término paraliterario de “maravilla épica” puede usarse la reflexión creada por Joseph Campbell en El héroe de las mil caras, donde reconstruye a la tradición griega y la va actualizando a nuestros mitos actuales. Campbell señala las tres partes de la aventura del héroe: la salida, la iniciación y el regreso. Esto es un proceso muy abierto y es retomado por Christopher Vogler en El viaje del escritor como los doce pasos que debe tener todo personaje de historias, o como lo argumenta Roger Caillois en El mito y el hombre. Es curiosa la relación entre lo dicho por estos autores con la versión del mitógrafo y el formalista ruso Vladimir Propp en Morfología del cuento, un estudio de las estructuras de los cuentos maravillosos, la novela de talle épico-maravilloso tiene estos elementos, pero cabría recalcar el sustantivo “novela”, para que no se trate este género paraliterario como el mismo cuento para niños o una creación simple, pues tiene bastantes personajes, conflictos entrelazados y demás características que ya otros han tratado de poner sobre la mesa para separar el cuento de la novela.

 

A modo de cierre: la amalgama de términos

Todo parece confluir coherentemente para dar pie a la novela de maravilla épica. Una última consideración con respecto a esto es la necesidad de crecimiento del protagonista —y por qué no de su lector—. En una gran parte de la maravilla épica existen varios protagonistas, a los que podríamos llamar “actantes” como lo nombró Mijail Bajtín. Algunos tienen destinado morir, pero en sí, todos terminan creciendo o madurando; misma idea plasmada en la Bildungsroman: novela de crecimiento o de aprendizaje. Se menciona la importancia de los personajes-actantes para comprender cómo el narrador de la maravilla épica le da el protagonismo necesario: son tiempo y palabra, son foco de la trama y algo primordial de la novela.

Cabría puntualizar —con mucho cuidado— la imposible inclusión de sagas como Harry Potter en la clasificación de maravilla épica. El término que estamos desarrollando no puede aplicar en algunos casos. Siendo completamente objetivos, a pesar de existir un nivel de aceptación del hecho mágico como Hogwarts; y de hallarnos un crecimiento, un viaje y un enfrentamiento de la moral. No se puede hablar de maravilla épica, podrían denominarse “fantasía”, teniendo cuidado en no confundir el mundo mágico de los cuentos de hadas adaptado a una aventura, con intertextos deconstruidos.[7]

Así, después de esta averiguación extensa debe recalcarse la posible definición de la novela de maravilla épica contemporánea como una narración en prosa desarrollada en un mundo con reglas distintas al del lector y donde la magia y lo sobrenatural es aceptado como algo normal; al mismo tiempo, el o los protagonistas cumplen un papel de viajantes en una confrontación moral llena de tareas difíciles y peripecias, generalmente para restaurar un orden roto en el tiempo del relato, cumpliéndolo al mismo tiempo que los protagonistas maduran o evolucionan.

Este largo desarrollo de la maravilla épica espera servir a la crítica literaria para explicar cómo se usa en diversas creaciones literarias —o paraliterarias— de nuestro tiempo, y cómo estos libros son recibidos por el público infantojuvenil y el académico. Conocemos obras citadas las cuales llegan a ser desconocidas para muchos, pero del mismo modo veamos este texto como una posible puerta al mundo de la maravilla épica, ese portal mágico se abre frente a nosotros cuando más lo necesitamos y nos lleva a la lectura de otros tantos libros y pergaminos excluidos del canon literario, pero que, por su originalidad o por temáticas, pueden apoyar a salir en busca del anhelo y magia.

El afán de esta definición no es el de crear nuevos géneros, sino nominalizar algo que está ahí y no se acepta por completo. En su carácter paraliterario, esta narrativa muestra lo más íntimo de una sociedad marginal y que luchó por ser publicada; es lo pasado, lo que se arraiga, pero también son nuevas maneras de contar anécdotas, de crecer como lector, en lo moral y en lo heroico. Hay muchos ejemplos de maravillas épicas atípicas que —podríamos decir— están más alejadas de lo paraliterario para aceptarse como parte de un canon, y otras sumamente marginales; pero esto abarcaría mucho más que este texto.

 

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Referencias

Beristáin, H. (2010). Diccionario de retórica y poética. México: Porrúa.

Bessiére, Iréne, (1974). Le récit fantastique. La poetique de l'incertain. Paris : Larousse Université. Citado en Alazraki, J. [et al.]. (2001). Teorías de lo fantástico. Madrid: Arco.

Caillois. R. (1967). Antología del cuento fantástico. Buenos Aires: Sudamericana.

Caillois, R. (1998). El mito y el hombre. México: Fondo de Cultura Económica.

Campbell, J. (2015). El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. México: Fondo de Cultura Económica.

Diccionario de la Real Academia Española. (2005). Madrid: Espasa.

Frazer, J. (2011). La rama dorada. Magia y religión. México: Fondo de Cultura Económica.

Huerta, E. (1969). Indagaciones épicas. La maravilla épica y su forma reveladora en la Ilíada y en el Poema del Cid. Valdivia: Universidad Austral de Chile.

Lecouteux, C. (1999). Demonios y genios comarcales en la Edad Media. Barcelona: Medievalia.

Propp. V. (2000). Raíces históricas del cuento. México: Colofón.

Propp. V. (2008). Morfología del cuento. México: Colofón.

Saganogo, B. (2007). “Realidad y ficción: literatura y sociedad” en Estudios Sociales. 1(Julio 2007). Guadalajara, México: Universidad de Guadalajara.

Simpson, D. (2012). “Enanos en el castillo: Fantasía y realidad en los libros de caballería hispánicos” en Hélice (14).

Solotorevsky, M. (1988). Literatura-Paraliteratura: Puig, Borges, Donoso, Cortázar, Vargas Llosa. Gaitesbourgh: Hispanoamericana.

Honegger, T. (2010). “(Heroic) Fantasy and the Middle Ages – Strange Bedfellows or an Ideal Cast?” en Itinéraires. 3. [En línea], Recuperado de: http://journals.openedition.
org/itineraires/1817

Ostria González, M. (2001). “Literatura oral, oralidad ficticia”. En Estudios filológicos, (36), pp. 71-80. Recuperado el 21 de septiembre de 2021 de  https://dx.doi.org/10.4067/S0071-17132001003600005

Tolkien, J. (2009). “Sobre los cuentos de hadas” en Cuentos desde el reino peligroso. México: Minotauro.

Tzvetan, T. (2005). Introducción a la literatura fantástica. México: Coyoacán.

Vogler, C. (2002). El viaje del escritor. Barcelona: Robinbook.

Ward, B. (Marzo de 2019). “What is Sword and Sorcery?” en Perilous Worlds. Recuperado el 20 de mayo de 2021 de https://perilousworlds.com/what-is-sword-and-sorcery/

 



[1] “Sword and sorcery is perhaps most simply described as fantasy adventure fiction with a supernatural element focused on the immediate or personal needs of the protagonist(s). It is a sub-form of heroic fantasy, which are stories that follow the exploits of champions in exotic, fictional locales. At its core is an adventure element, as these are first and foremost action stories in which the plot moves relentlessly forward, and challenges are confronted head-on. The supernatural ingredient, the «sorcery» half of the equation, is nearly always in opposition to the protagonist – though mystical aid or knowledge employed by the central character is not uncommon. Magic is usually depicted as rare, uncanny, and dangerous, whereas the protagonist’s cunning and competence are the primary virtues pitted against the esoteric and the strange” (Ward, 2019).

[2] Respecto a esto Irene Bessiére dice que “En el cuento de hadas, el «érase una vez» sitúa los elementos narradores fuera de toda actualidad y previene toda asimilación realista. El hada, el elfo, el duende del cuento de hadas se mueven en un mundo diferente del nuestro, paralelo al nuestro, lo que impide toda contaminación. Por el contrario, el fantasma, la «cosa innombrable», el aparecido, el acontecimiento anormal, insólito, imposible, lo incierto, en definitiva, irrumpen en el universo familiar, estructurado, ordenado, jerarquizado, donde, hasta el momento de la crisis fantástica, todo fallo, todo «deslizamiento» parecían imposibles e inadmisibles” (Bessiére, 2001: 10).

[3] Por su parte, Tzvetan Todorov en su Introducción a la literatura fantástica encuentras cuatro tipos distintos de relatos maravillosos:

1. Maravilloso hiperbólico: Una posible confusión del narrador por miedo o extrapolación.

2. Maravilloso exótico: No conoce la región donde se desarrolla todo; por eso no lo dudo.

3. Maravilloso instrumental: Aparecen gadgets irrealizables en la época pero posibles.

4. Maravilloso científico: Lo sobrenatural es explicado de manera racional, con lentes científicas desconocidas (2005: 47-48).

[4] “Desde el sistema letrado, en cambio, se ha tendido a mirar la oralidad como un estado precario necesario de superar, y a considerar que el progreso de esas formas primitivas de sociabilidad consiste, precisamente, en el tránsito de la oralidad a la escritura. En este contexto, la oralidad constituye un estado de déficit cognoscitivo y comunicativo que impide a las culturas tradicionales asegurar su supervivencia. Por esto mismo, la noción de literatura oral aparece signada negativamente, en tanto manifiesta la carencia de escritura en sociedades consideradas ágrafas” (Ostria González, 2001).

[5] “Las más antiguas epopeyas han sido concebidas de manera espontánea y se han conservado oralmente, siendo objeto de transformaciones de una generación a otra, de modos que se vuelve dudoso el autor del que nos ha llegado noticia.

Generalmente contienen una invocación a los dioses para obtener su auxilio en la empresa de construir la epopeya, un aviso acerca del asunto, y la narración en verso de la historia mezclada con descripciones de escenarios, personas y costumbres y con reproducciones de discursos oratorios. Las formas métrico/rítmicas han sido variadas, a través de tantos siglos y culturas.

Muchos teóricos han considerado que la epopeya es un antecedente de la novela. Tienen en común el hecho que dan cuenta de una historia, pero son más numerosas e importantes las diferencias entre ambos géneros” (Beristáin, 2010: 195-196).

[6] La trama de la mayoría de los libros caballerescos corre por el mismo hilo: la historia sucede en una época antigua y en un espacio ambiguo que permiten una plétora de sucesos fantásticos y milagrosos. El protagonista crece en un país ajeno al natal, y con un escudero fiel que muchas veces crece con él, éste prueba su valentía con diversas hazañas. Con la ayuda de una maga defensora él descubre su identidad, que es de noble linaje, y se lanza al mundo en busca de aventuras. A través de su historia aventurera se topa con castillos encantados, torneos con otros caballeros, episodios fantásticos con gigantes, serpientes, y hechiceros malos, siempre luchando a solas para reclamar la gloria por sí solo y para su dama / doncella que le obliga a exponerse a unas pruebas fantásticas complicadísimas, para un día casarse con él secretamente. Como ella también es de noble ascendencia, el héroe hereda una soberanía o un reino, y juntos tienen un hijo que a su vez supera las proezas de su padre, sometiéndose al mismo ciclo en una nueva leyenda caballeresca (Simpson, 2012: 38).

[7] El término de “maravilla épica” ha sido tratado de un modo distinto por el chileno Eleazar Huerta en su libro Indagaciones épicas. La maravilla épica y su forma reveladora en la Ilíada y en el Poema del Cid. Cabría decir el uso distinto que le está dando al término, aunque tiene una gran afinidad en cuanto a la idea final del discurso literario, sin embargo, él lo está analizando desde un punto de vista histórico. La épica y los elementos maravillosos en confluencia anacrónica, mientras que para este término, se estará hablando de lo actual, lo sincrónico.