Mis obsesivos lectores, les saludo este fin de semana
donde parece comenzar el frío. Por nada del mundo amo esta temporada; pero
pienso que podría ser peor si tuviésemos nieve o alguna helada repentina. No
niego que sería hermoso verlo, pero luego pienso en todas las obras literarias
que terminan mal en páramos congelados, no se diga “La reina de las nieves” de
Hans Christian Andersen, las leyendas de la Yuki-Onna, o siquiera El resplandor de Stephen King.
Admito que no soy experto en Stephen King. Incluso
hace unas semanas descubrí los cuatro consejos que este autor da para convertirse
en un afamado escritor. Pero al menos sí conozco perfectamente una de sus
obras: Misery. Desconozco si hayan
visto la versión cinematográfica. Para mí son excelentes el libro y la
película, y es la razón por la que aún pienso si debo inmiscuirme en asuntos
literarios.
Misery es la
historia de Paul Sheldon, un autor famoso por sus sagas de amor. Su personaje
Misery es todo un encanto para muchos lectores. Pero el gusto por lo original y
el fanatismo tienen sus límites. Nuestro protagonista sufre un accidente de
auto y es conducido a la cabaña de una enfermera llamada Annie Wilkes. Esta
rolliza mujer rescata al escritor, el problema es que, justo cuando el hombre
parece recuperar la conciencia, ella toma la oportunidad de obligarlo a
escribir una continuación de sus libros, sólo para ella. Imagine, lector, tener
que escribir una novela con las piernas fracturadas por el accidente,
recibiendo medicamento ilegalmente sustraído, aguantando los cambios de humor
de una bipolar agresiva quien a la menor provocación puede torturar física y
mentalmente al escritor con tal de que haga lo que ella quiere.
La obra tiene cientos de altibajos. Una tensión propia
de Stephen King. Recuerdo que BEF, un escritor mexicano, comentó en una
conferencia en Buenos Aires, que King era un gran amante, pero padecía de
eyaculación precoz en su narrativa, pues sus finales no siempre eran los
mejores. Creo que tiene razón. Los desenlaces de Stephen King no siempre llegan
a ser excelentes, pero toda la tensión dramática, los juegos intelectuales con
el lector, la manera en que se crea un terror psicológico a cada párrafo, cómo empatizamos con el protagonista y sufrimos lo
mismo que él. Eso es una cualidad que le dio a Stephen King el título del “Rey
del Horror”.
No considero a King el rey de nada. Es un gran
escritor que sabe manejar a su público. Tiene personajes recurrentes, manías clásicas
e identificables, la presencia de un hombre contra su entorno, y cómo, a veces,
lo sobrenatural ataca nuestra realidad, volviendo aún más perturbadoras lo
coloque ganando el Nobel, pero sin duda, mis obsesivos lectores, Stephen King
ha dado una prolífica producción que se lee en todo el mundo. Vivir de la
escritura no es fácil, vean a nuestro protagonista, pero tener el grado de
ventas de King, es porque hace algo bien. No es una moda pasajera, pues
continúa su vida en el campo literario, así que suframos un poco con este
autor. El “Rey del Horror” los espera.
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