Mis feriados lectores, los saludo después de la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara, una de los más esperados eventos de
todo Guadalajara. Se trata de la convención más grande de Latinoamérica y está
a sólo un par de escalones de la feria de Alemania.
¿Cómo es vivir una feria del libro
así en tu ciudad? Excelente y horrible. En Guanajuato Capital existe una feria
por parte de la UG, pero si nos vamos a León, Guanajuato, es un mar de gente.
Imaginen cinco veces eso. La sede de Expo Guadalajara creció enormemente desde
que abrió una segunda área para eventos del talle de éste. Sin embargo, sigue
creciendo, y hasta paso a desnivel le quieren poner. Pero semejante número de
personas es espeluznante. Avenida Mariano Otero se satura, los camiones tardan
horas en llegar a su destino, y a veces es mejor caminar cinco calles que
esperar que nos dejen en la puerta.
Guanajuato sufre del mismo modo.
La feria de la Universidad crea un caos de proporciones cervantinas. Quizá la
que menos sufra sea la Feria de León. Ellos tienen toda una infraestructura de
transporte, mismo caso en Yucatán y en Buenos Aires, que son de las ferias del
libro que menos problemas de tránsito causan.
¿Y por qué ir a las ferias del
libro? La verdad es más mercadotecnia que nada. Publicitar libros nuevos a precios
exuberantes que puedan dejar las regalías esperadas en los dos primeros años. Pero
también se puede encontrar una gran cantidad de ejemplares antiguos. No sólo nos
topamos con ediciones nacionales; no, vienen de todo el mundo, en muchos
idiomas y de todas las presentaciones. Siempre hay editoriales más económicas
que otras. Mi sueño como profesor de literatura es comprar cerca de cuarenta
libros de El morador de las tinieblas para
que mis estudiantes tengan con qué trabajar. Aquí ni se diga comprarme de paso Cumbres Borrascosas, y otros tantos de
Editorial Tomo, que si se adquieren a más de $45°°, están siendo timados.
Otro punto a favor de estas
reuniones, más que la idea de “parade”,
es decir, desfile de egos y gente dedicada a ir sólo para ser vista, está que
muchas entidades culturales van. Repruebo la visita de Peppa Pig en la anterior
FIL Guadalajara; pero hubo muchos eventos de verdad interesantes, coloquios,
encuentros, conferencias, presentaciones de libros, y mucho más.
Una convención como esta siempre
es una oportunidad de conseguir regalos. El índice de lectura que poco a poco
sube en nuestro país ayuda un poco a mantener el mercado editorial. Regalar un
libro es siempre una oportunidad única y especial para cualquiera. Ya sea en
cuestiones técnicas, diccionarios de idiomas en caso de comenzar con una
segunda lengua, datos curiosos para niños, o novelas para toda ocasión.
Si quieren saber más sobre este
tema, les invito, mis feriados lectores, a escuchar la versión extendida y
hablada de esta columna en el Blogg de Ometopia, donde están descargables todos
los episodios de Las 9 noches, donde cada
domingo encontrarán información interesante sobre lo hablado en “De Libros y
Bibliotecas”.
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