Mis electrificados
lectores, se aproxima el fin de semana, y vertiginosamente nos acercamos al 23
de abril, celebración mundial del libro y los derechos de autor. En los tres
años de esta columna he recordado siempre que es en honor al nacimiento de
William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra y el Inca Garcilaso de la
Vega. Tres autores tauro con características especiales, Cervantes y Shakespeare
sentando las bases del inglés y español moderno. Este año, la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara, eligió entre varios libros: Las
brujas de Roald Dahl, Azul de Rubén Darío y Frankenstein de
Mary Shelley. El último terminó ganando. Es un orgullo para mí ser profesor de
Lengua y Literatura en la Preparatoria No. 20 de la Universidad de Guadalajara
y saber que pudo motivar a mis alumnos a leer esta obra que no tiene nada qué
ver con lo que muchos hemos visto en obras de teatro, películas y demás
muestras de cultura popular.
Primeramente, la obra de
Shelley es una de las más curiosas obras de su tiempo. Abriendo el Romanticismo
como movimiento literario, Mary Shelley, una mujer que escribía y tenía el
reconcomiendo de su oficio en su tiempo. Toda la historia surgió una noche
plutónica —citando a Poe— acompañada del Dr. Polidori y Lord Byron, dos
personalidades importantes de inicios del siglo xix. En la villa inglesa de
Cologny, estaba ubicada Villa Diodati, la quinta de Byron, quien ideó el juego de
que escribiesen una historia en una noche. De ahí surgió el moderno Prometeo,
una criatura a base de cadáveres que cobraba vida y ayudaba a descubrir la
verdadera monstruosidad del hombre: Dios puede ser un monstruo por habernos
creado.
Frankenstein nos
cuenta la historia del doctor Victor Frankenstein y cómo recaba partes humanas para
darle vida a una criatura. La electricidad era apenas manejada pero bastante
temida. El mismo experimento, la criatura, convive en un mundo de
incomprensión. Él no pidió nacer, y entre pasiones de la vida, decide
experimentar la vida, en medio de un mundo complicado.
Un gran error es creer que
el monstruo se llama Frankenstein, otro que Igor es como lo muestra, y otro es que
es un libro complicado. Con El moderno Prometeo recordamos ese viejo
mito del dios que les trajo el fuego a los hombres para ser condenado al
sufrimiento eterno. Lo mismo ocurre con Victor Frankenstein: un demiurgo que permite
cosas terribles. La historia analiza las tecnologías en contra de la religión.
Así que, si creían que el enfrentamiento que hay hoy día con respecto al
aborto, la clonación y demás situaciones; resulta aún anterior, incluso que
Shelley.
Mis electrificados
lectores, les invito a buscar más información de este libro. Saber quién fue
Mary Shelley, por qué surge el Romanticismo y sobre todo, dónde está Wroclaw,
ciudad polonesa laureada con el título de “Capital Mundial del Libro 2016”
gracias a la difusión de este mensaje en todo el mundo.
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