domingo, 19 de enero de 2014

Diferenciar y enjuiciar

Es importante diferenciar entre explicar y enjuiciar, son los dos polos de la teoría y de la crítica. No necesariamente son polos peleados; sino más bien entrelazados. Mi punto es en que cualquier persona tiene la posibilidad de realizar un juicio estético, “esto me gusta”, “esto no me gusta”; al igual que explicar algo, no con las definiciones de un teórico-profesionista, claro está. La importancia de una explicación amateur radica en crear conceptos, pueden ser erróneos, o usar la palabra “cosa” para denominar ciertos aspectos, más ahí se está dando una cognición importantísima para el desarrollo de la mente humana. Este desarrollo es muy importante en el momento de que se enjuicia, ya que si uno hace su definición personalizada, podría llegar a aplicarla en otros medios fuera de ese ámbito, como lo hacen muchos que retoman a Eco y su carnavalización en Rabelais para analizar narraciones modernas. Si este proceso de cognición continúa, este teórico amateur puede llegar a crear una nueva teoría; he ahí el porqué de años de estudio desde el formalismo hasta la sociocrítica, colorimetría; incluso se ha llegado a escuchar de la teoría del buen amor.
Si a esta persona con sus “definiciones iniciáticas” fuese instruida en el campo específico de su interés analítico, ora cosa sería. Nuestro personaje ahora poseería las cualidades de juicio necesarias que se forjó a martillo y yunque; y ahora también haría suyas las cualidades orfebres de tipo histórico para decorar sus razonamientos, transformándose —metafóricamente hablando— de un obrero a un artista. Esto sin olvidar que empezó con sus propias bases poéticas.
Con los conceptos e ideas anteriores podemos crear una correlación entre la lectura y crítica. La lectura nos llama, y nosotros podemos acudir a ella antes de siquiera tener conciencia de términos literarios. Nosotros realizaremos un juicio, la expiación podría pasar por alto, pues como todo arte tiene ese “no-sé-qué-especial” que nos une a ella de modo vívido. Aquí radica la subjetividad, ya sea que un juicio emotivo sea distinto de las definiciones de una teoría. Ambas encajonarían la idea principal, sólo si no se refieren a ella como un vil objeto bajo el microscopio, sino más bien un reloj que rearmar luego de su desmantelamiento.

Lo primordial para un lector crítico es encontrar el balance: logrado únicamente por aquel que forjó sus propias ideas, destruyendo al escolástico oscurantista y reviviendo al crítico-poeta.

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