Es importante diferenciar entre explicar y enjuiciar, son
los dos polos de la teoría y de la crítica. No necesariamente son polos
peleados; sino más bien entrelazados. Mi punto es en que cualquier persona
tiene la posibilidad de realizar un juicio estético, “esto me gusta”, “esto no
me gusta”; al igual que explicar algo, no con las definiciones de un teórico-profesionista,
claro está. La importancia de una explicación amateur radica en crear
conceptos, pueden ser erróneos, o usar la palabra “cosa” para denominar ciertos
aspectos, más ahí se está dando una cognición importantísima para el desarrollo
de la mente humana. Este desarrollo es muy importante en el momento de que se
enjuicia, ya que si uno hace su definición personalizada, podría llegar a aplicarla
en otros medios fuera de ese ámbito, como lo hacen muchos que retoman a Eco y
su carnavalización en Rabelais para analizar narraciones modernas. Si este
proceso de cognición continúa, este teórico amateur puede llegar a crear una
nueva teoría; he ahí el porqué de años de estudio desde el formalismo hasta la
sociocrítica, colorimetría; incluso se ha llegado a escuchar de la teoría del
buen amor.
Si a esta persona con sus “definiciones iniciáticas” fuese
instruida en el campo específico de su interés analítico, ora cosa sería.
Nuestro personaje ahora poseería las cualidades de juicio necesarias que se
forjó a martillo y yunque; y ahora también haría suyas las cualidades orfebres de
tipo histórico para decorar sus razonamientos, transformándose —metafóricamente
hablando— de un obrero a un artista. Esto sin olvidar que empezó con sus
propias bases poéticas.
Con los conceptos e ideas anteriores podemos crear una
correlación entre la lectura y crítica. La lectura nos llama, y nosotros
podemos acudir a ella antes de siquiera tener conciencia de términos literarios.
Nosotros realizaremos un juicio, la expiación podría pasar por alto, pues como
todo arte tiene ese “no-sé-qué-especial” que nos une a ella de modo vívido.
Aquí radica la subjetividad, ya sea que un juicio emotivo sea distinto de las
definiciones de una teoría. Ambas encajonarían la idea principal, sólo si no se
refieren a ella como un vil objeto bajo el microscopio, sino más bien un reloj
que rearmar luego de su desmantelamiento.
Lo primordial para un lector crítico es encontrar el
balance: logrado únicamente por aquel que forjó sus propias ideas, destruyendo
al escolástico oscurantista y reviviendo al crítico-poeta.
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