Mis isleños
lectores, ¿habrán dejado de leerme para pasar un momento placentero en las
costas de nuestro bonito México?, ¿quieren salir de vacaciones y no pueden
realizar sus sueños en el paradisíaco mar? No lo recomiendo sin haber leído una
de las novelas más importantes de la ciencia ficción latinoamericana —ya no se
diga argentina—, firmada por uno de los grandes amigos de Jorge Luís Borges:
Adolfo Bioy Casares (1914-1999), como dato curioso, el año de su nacimiento,
también es el de grandes escritores como Julio Cortázar y Octavio Paz.
Este argentino, ganador del Premio Cervantes, prologó la Antología de
la literatura fantástica, hecha con su esposa Silvina Ocampo y con Borges,
trae una obra sin duda interesante: La invención de Morel, que por el
nombre —así como lo menciona Borges en el prólogo de este libro— nos recuerda a
La isla del doctor Moreau, de H.G. Wells —altamente recomendable—. En
realidad, la trama se desarrolla en una isla, la cual es llamada Villings y
según nos dice el libro es perteneciente al archipiélago de las Ellice. No
pierdan su tiempo buscándola en Internet, es como Comala, un punto
imaginario que Bioy Casares utiliza para sus fines: la vida eterna.
El protagonista: un fugitivo que sirve de narrador nos dice al inicio del
libro: “Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no
ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea,
rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Sólo habría que buscar la
conservación de lo que interesa a la conciencia”. Esto será entonces el meollo
del libro y los eventos curiosos que ocurren en él. El extraño refugio
antibombas. El sonido de unos motores que nunca se detiene. El hecho de que
cuando mueve algunas cosas, al regresar a casa están en sus correspondientes
lugares, como si fuera una fotografía. Y es aquí que se pregunta ¿qué sucede?,
por ello crea varias opciones posibles, incluso de que estuviese muerto o que
fuera parte de un experimento alienígena. Y de la primera posibilidad piensa cómo
hubiese podido suceder la defunción.
La invención del título sugiere la posibilidad de una vida eterna; pero
no como —también sugiero leerlo— El elíxir de la larga vida de Honoré
Balzac. Esta creación tiene la maníaca diferente y, como es obvio, trata la
ciencia ficción y no la magia. La obra tiene giros importantes, y si buscan el
libro y se topan con unos zapatos de tacón ilustrando la portada, es porque hay
una mujer que dará un giro importante a esta isla donde Morel gobierna a la
misma muerte con ayuda de su invento que, mágicamente, no es descrito en su
totalidad hasta muy avanzada la novela, la cual, dicho sea de paso, sirve de
nota de una especie de diario o confesionario de nuestro protagonista del cual
no llegamos a saber más datos que, quizá, sea venezolano.
Si son fanáticos de la televisión, quizá lleguen a encontrar relación con
la serie Lost, pues, curiosamente el libro sirve de inspiración
indirecta para los guionistas. Mis isleños lectores, no se alejen mucho de la
costa en estas vacaciones. No sea que lleguen a esta extraña isla, y en vez de
huir de sus problemas, encuentren algo mucho, mucho, peor.
Cualquiera que guste de leer los prólogos (es decir: solo el crítico literario) habrá notado desmesurado el elaborado por JLB en torno al está novelita de ciencia ficción, pero poco exagera Borges en catalogar a la novela sino mal recuerdo de perfecta.
ResponderEliminarPor cierto que bueno que menciones el género narrativo al cual pertenece, ( y es que muchas veces esta novelita de Casares ha sido estudiada en argot académico bajo los postulados de la literatura fantástica, ya sabes Todorov…et al).
En síntesis, la novela que invitas a leer es una de esas joyas de la ciencia ficción argentina, apenas comparable con: El maravilloso viaje del señor Nic-Nac a Marte de Holmberg, Las fuerzas extrañas de Lugones, El Eternauta de Oesteheld, Gilgamesh el inmortal de Lucho Olivera y Robín Wood, o con la mejor de las obras de Alejandra Gorodischer.
Y sin embargo ahí, quien (un compañero de generación en la licenciatura, que hizo su tesis sobre esta novela) asegura que La invención de Morel es, apenas un juego de niños, en comparación a Plan de Evasión (novela del mismo autor referido). En fin, saludos.
Me parece muy interesante lo que planteas. Me he topado con muchos que lo consideran entre lo fantástico, sobre todo porque dicen que no existe una buena Ciencia Ficción argentina. Y nos podemos remitir a Lugones, como dices, que es anterior, pero por los tiempos y las denominaciones se le llama "fantaciencia". Lo mismo pasa con lo fantástico antes del XIX.
EliminarMe he topado con gratas sorpresas que niegan la afirmación de que no hay CiFiArg. Pero será qué tan purista llegues a ser para los géneros.
No conozco Plan de Evasión, pero leí de Anderson-Imbert --todo lo contrario-- que no le llegua a los talones a La Invención.
Quién sabe xD Deberé leerla.
errata: está va sin acento. Saludos
ResponderEliminar