Mis traducidos lectores, estamos iniciando
nuestro mes de octubre, volviendo a guardar nuestras banderas tricolores y sacando
nuevos colores que van del naranja y negro al rosa mexicano y morado según sus
preferencias.
Favi G. Ruelas, una fiel seguidora
de mi columna posó una cuestión en torno al rarísimo breviario del Fondo de
Cultura Económica sobre J.R.R. Tolkien donde, según nos cuenta: imprimen
indiferentemente "Bilbo Baggins" como "Bolsón"; así como
las palabras "duende", "trasgo", "elfo" y
"gnomo" son utilizadas como les entre en gana. Por desgracia esto
pasa muy seguido. Mi profesora de traducción, la Dra. Krisztina Zimanyi me
regaló una vez un libro sobre cultura japonesa traducido del francés al español
en que mencionaban que en el Japón hay dos formas distintas para el verbo
"ser". En francés quizá tuvieran razón, pues "être" se usa
para "ser" y "estar"; pero los verbos japoneses "imasu"
y "arimasu" son el equivalente de "estar". Y aquí entramos
en conflicto.
Lamentablemente no siempre
encontramos una versión adecuada a nuestro bagaje cultural. Me ha tocado
explicar una traducción de algún ánime porque el contexto en que leo los
subtítulos es español y no mexicano. Muchas veces sé de esas expresiones, pero
quienes ven ánime conmigo y no lo comprenden se quedan como si de verdad
lo estuvieran leyendo en japonés.
¿No pasa lo mismo con las
traducciones de libros? En una novela de gángsters que fue traducida por el
equipo español de Alfaguara o Tusquets, nos enfrentamos a una "máquina
tragaperras" y no a una "tragamonedas". Es como ese video
"Qué difícil es hablar en español" que pueden encontrar en Internet.
Cada país tiene sus expresiones y modismos, pero —y aquí cito a la Dra. Zimanyi—
hay que fijarse en un público meta.
Seguramente el traductor del libro
que me regalaron era un experto sobre Roland Barthes, pero no hablaba japonés.
Y pasa de igual modo con el Breviario. El señor de los anillos tiene un
mitopoesía muy compleja donde encontramos la enorme brecha semántica entre
ambos términos —que en diversos países de habla hispana el elfo malvado sea
equiparable con el trasgo, es otra cosa—.
Siento yo que hay que pensar muchísimo
en el lector. Quizá las compañías encargadas de la traducción de un texto
deberían tener también a alguien consiente de las posibilidades de
interpretación en la cultura meta, y aquí sobo un poco la teoría de la
recepción. Puede que una "tragaperras" suene bien porque es
coloquial; pero no de uso común en todo el mundo de habla hispana. Y esto
funciona a la inversa, porque en inglés —por ejemplo— no podemos tener una
diferencia entre el "queréis", "quieres" y
"querés" al momento de traducir a Rérez-Reverte, Arreola o Bioy
Casares.
No quiero abandonar esta discusión,
así que me gustaría profundizar en ella en varias columnas más, mis traducidos
lectores. Espero sus comentarios en este blog.