Mis mitológicos
lectores, continuando con nuestra lista de autores mexicanos que han usado
parte del concepto nacional para elaborar sus obras, les traigo en esta
ocasión, a un mexicano de espíritu. Hablamos de Carlos Fuentes. Aunque es
considerado por muchos como un pedante literario por cobrar por su obra
literaria —y no cobraba $3ººº— y algunas conferencias, prólogos y comentarios
de libros tenían su pequeña cuota de honorarios; tiene cuentos y novelas
bastante agradables a la lectura, aunque en lo personal jamás he podido
terminar La silla del águila debido a su larga crónica de hechos.
Dijimos
que no era mexicano de nacimiento, esto se debe a que a pesar de haber nacido
en Panamá, pero desde los 16 años de edad contó con la nacionalidad mexicana. Así,
su primera y monumental novela La región más transparente (1958) muestra
el gusto por las calles de la Ciudad de México —al estilo del flâneur— y
cómo la misma urbe puede crear o destruir a los personajes, como teorizó Julio
Ramos en Desencuentros de la modernidad en América Latina. Ya desde este
momento, cuatro años más tarde, en su obra Aura (1962), regresa a la erudición
sobre la revolución y es quizá de sus obras más accesibles de leer pues es la
más difundida y analizada y con un final fantástico que podría perturbar a
varios.
Dentro
de Los días enmascarados (1954) cuenta la mitología mexicana. Los
denominados cuentos sobrenaturales, y en particular "Tlactocatzine, del
jardín de Flandes" y "Chac Mol". Ambas narraciones reviven
figuras mitológicas antiguas, aunque, siempre se la ha criticado a Fuentes el
hecho de haber usado la figura del Chac Mool tolteca por el Tlaloc azteca a
modo de “licencia poética”. Fuentes nos vuelve a dar una pintura del mexicano.
En la primera obra, “Tlactocatzine”, regresa una figura mitológica y toma el
papel de algo más moderno, Charlotte, esposa de Maximiliano. En el cuento vemos
cómo el olor de las rosas del jardín se transforma en la tumba de
Tlactocatzine, mujer que viene del pasado y que “ha desbaratado un velo gris;
de ayer a hoy”. Mientras que en “Chac Mol” rompe esta figura magnánima y vemos
al final en que nos narra que “Apareció
un indio amarillo, en bata de casa, con bufanda. Su aspecto no podía ser más
repulsivo; despedía un olor a loción barata, quería cubrir las arrugas con la
cara polveada; tenía la boca embarrada de lápiz labial mal aplicado, y el pelo
daba la impresión de estar teñido”.
Carlos
Fuentes nos cuenta de una manera un poco diferente la historia de México. Desde
figuras travestidas, hasta mujeres modernizadas, este autor mexicanísimo nos da
un esbozo de la cultura antigua. Y no sólo en esta antología de cuentos, sino
en muchas más de sus obras. Mis mitológicos lectores, les recomiendo a este
patriótico autor.
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