Mis inanimados lectores. Escribo nostálgico y feliz,
pues hoy tengo sesenta columnas escritas en este espacio y ―para mis numeralistas
lectores― la última escrita en territorio guanajuatense, pero estoy contento de
volver a Guadalajara, donde vendrán nuevas oportunidades y lecturas.
No sé si conozcan algo del Modernismohispanoamericano. Este movimiento de inicios del siglo xx se presentó con gran fuerza en nuestro continente.
Octavio Paz dijo que el Modernismo era nuestro verdadero Romanticismo, pues
todo lo que habíamos escrito antes no tenía un valor auténtico ―borra de un
plumazo todo lo anterior a él mismo―. En sí, la ciudad, las palabras francesas,
la tecnología, la manera en que la mujer entraba en el terreno laboral, las
grandiosas modificaciones que sufrían todos los pueblitos para devenir una urbe
mecanizada era lo que maravillaban a estos autores. Y fueron justo ellos el
testimonio de dicho cambio.
Uno de los mexicanos que
escribieron de esto fue Manuel Gutiérrez Nájera (1959-1995). Además de un gran
poeta y cronista, fue autor de varios cuentos recopilados como Memorias de un paraguas ―disponible
gratuitamente por sep y conaculta―. Este ejemplar tiene de todo;
pero lo que me encantó fue algo que los letrados llamamos “prosopopeya”, que es
darle vida a algo que no la tiene. En “Memorias de un paraguas” conocemos la
vida de un paraguas comprado por una persona rica y toda su desgracia al no
haber sido comprado por alguien pobre. Se imaginan, mis inanimados lectores, lo
que es saber santo y seña de lo que piensa un objeto. Algo así pasó en el libro
que reseñé la semana antepasada, La músicadel silencio; pero con Gutiérrez Nájera ―a diferencia de Rothfuss― tenemos
ese extrañamiento de la misma ciudad.
Además conocemos a la
sociedad que está entre el hípster moderno y el adinerado del xix. En un hombre en transición. También
está “Historia de un peso falso” ―de la
que encuentro intertexto en “De cómo Guadalupe bajó a La Montaña y todo lo
demás”―. Pero hay muchos objetos, mucho errar por las calles, lo que en francés
se considera “flânerie” y que dicen que aún existe en Guanajuato, pues hay
sorpresas mientras más te adentras en los callejones.
Hay también mujeres en estas
historias, démosle el adjetivo de “modernas” para su tiempo. ¿Imaginan una fina
dama contraponiéndose a todo lo que el Manual
de Urbanidad y Buenas Costumbres nos dicta como aceptable? Está también una
familia humilde con apenas recursos que sueñan con el Cielo pues ahí existe
algo de comer. Triste pero cierto. La modernidad tiene esa otra cara, bajo la
riqueza de unos, está la pobreza de otros.
No voy a agobiarlos más
sobre el tema, mis inanimados lectores. Estamos ya en las últimas del año y me
siento como esos objetos que Gutiérrez Nájera describió. Solos, sin poder
moverse, pero generando una opinión en mi cabeza. Y si les gustó este libro,
les invito a buscar mi Blog “Ometopia”, o a suscribirse a librosmexico.com, y entrar
al Club de lectura que coordino sobre este mismo libro de descarga gratuita.
Hasta el siguiente viernes,
lector. Hasta luego, Guanajuato.
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