sábado, 20 de diciembre de 2014

Tan moderno como el agua: Memorias de un paraguas

Mis inanimados lectores. Escribo nostálgico y feliz, pues hoy tengo sesenta columnas escritas en este espacio y ―para mis numeralistas lectores― la última escrita en territorio guanajuatense, pero estoy contento de volver a Guadalajara, donde vendrán nuevas oportunidades y lecturas.
No sé si conozcan algo del Modernismohispanoamericano. Este movimiento de inicios del siglo xx se presentó con gran fuerza en nuestro continente. Octavio Paz dijo que el Modernismo era nuestro verdadero Romanticismo, pues todo lo que habíamos escrito antes no tenía un valor auténtico ―borra de un plumazo todo lo anterior a él mismo―. En sí, la ciudad, las palabras francesas, la tecnología, la manera en que la mujer entraba en el terreno laboral, las grandiosas modificaciones que sufrían todos los pueblitos para devenir una urbe mecanizada era lo que maravillaban a estos autores. Y fueron justo ellos el testimonio de dicho cambio.
Uno de los mexicanos que escribieron de esto fue Manuel Gutiérrez Nájera (1959-1995). Además de un gran poeta y cronista, fue autor de varios cuentos recopilados como Memorias de un paraguas ―disponible gratuitamente por sep y conaculta―. Este ejemplar tiene de todo; pero lo que me encantó fue algo que los letrados llamamos “prosopopeya”, que es darle vida a algo que no la tiene. En “Memorias de un paraguas” conocemos la vida de un paraguas comprado por una persona rica y toda su desgracia al no haber sido comprado por alguien pobre. Se imaginan, mis inanimados lectores, lo que es saber santo y seña de lo que piensa un objeto. Algo así pasó en el libro que reseñé la semana antepasada, La músicadel silencio; pero con Gutiérrez Nájera ―a diferencia de Rothfuss― tenemos ese extrañamiento de la misma ciudad.
Además conocemos a la sociedad que está entre el hípster moderno y el adinerado del xix. En un hombre en transición. También está  “Historia de un peso falso” ―de la que encuentro intertexto en “De cómo Guadalupe bajó a La Montaña y todo lo demás”―. Pero hay muchos objetos, mucho errar por las calles, lo que en francés se considera “flânerie” y que dicen que aún existe en Guanajuato, pues hay sorpresas mientras más te adentras en los callejones.
Hay también mujeres en estas historias, démosle el adjetivo de “modernas” para su tiempo. ¿Imaginan una fina dama contraponiéndose a todo lo que el Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres nos dicta como aceptable? Está también una familia humilde con apenas recursos que sueñan con el Cielo pues ahí existe algo de comer. Triste pero cierto. La modernidad tiene esa otra cara, bajo la riqueza de unos, está la pobreza de otros.
No voy a agobiarlos más sobre el tema, mis inanimados lectores. Estamos ya en las últimas del año y me siento como esos objetos que Gutiérrez Nájera describió. Solos, sin poder moverse, pero generando una opinión en mi cabeza. Y si les gustó este libro, les invito a buscar mi Blog “Ometopia”, o a suscribirse a librosmexico.com, y entrar al Club de lectura que coordino sobre este mismo libro de descarga gratuita.

Hasta el siguiente viernes, lector. Hasta luego, Guanajuato.


No hay comentarios:

Publicar un comentario