Mis obsesivos lectores, el día de hoy se cumple ya una
semana de haber comenzado la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. He
estado trabajando en el stand de conaculta del Programa Nacional de Salas
de Lectura. He atendido gente de todos los puntos del Globo en los cuatro
idiomas que manejo y sigue pareciéndome magnífico el compartir la lectura con
todo aquel con tiempo libre; pero me he dado a la tarea de conseguir algunos
libros en mi hora de comida y después de mi horario de trabajo. Y es justo de
eso lo que quiero hablar este día; la compra de libros por alguna razón en
particular.
No sé si les ha pasado el
estar embobados con algún autor específico: J.K. Rowling, por ejemplo, cuando
salió el último libro de la saga, todos fuimos a conseguirlo de una u otra
manera. Y no se diga más de su pequeño spin
off de Cuentos de Beedle el bardo.
Todos queríamos un poco más de información sobre un mundo imaginario y algo
nuevo del mismo autor. En mi caso me he obsesionado con la obra de Patrick
Rothfuss y su saga del asesino de reyes. Decidió sacar un nuevo libro y usar un
personaje distinto; cambiando así el narrador, el estilo y la acción a la que
nos había acostumbrado. ¿Les ha pasado? Espero que no, porque se siente
horrible sentirte traicionado por tu autor.
No podemos ser tan
exigentes, y más para el caso de lo que me pasó. Entendamos que en ocasiones
autores de talla internacional son contratados para sacar cierta cantidad de
libros por año. Sin embargo hay que saber manejar los tiempos y espacios. No niego
que la novela sea interesante, pero su público cautivo no esperaba una historia
como ésta. No todo Vargas Llosa es bueno, mucho menos García Márquez, pero
ellos tienen algo que los caracteriza: la multitopiciadad. Hablan de tantas
cosas y de nada a la vez, que podríamos seguir estas historias con la facilidad
de todo lector inocente. Tolkien decía que la fantasía surge del sentimiento de
anhelo y magia, y de ahí nos podemos agarrar para conocer algo nuevo, el
problema con los spin off, es que no
siempre nos pueden ofrecer lo que habíamos esperado. Tenemos el ejemplo de
toneladas de libros salidos de la idea de otra persona. De ahí surgen los Fanfictions ―Fanfics en mi tiempo―, narraciones basadas en una historia conocida
de autor y los fans deciden tomar los personajes para continuar la historia o
ponerlos en otro contexto. Esas posibles derivaciones tienen tantos matices y
comprendemos que sólo practican su estilo narrativo para ser escritores a
futuro.
Aunque no por ser otro
autor tiene que ser buena. Un escritor puede crear una nueva anécdota desde
cero o seguir con una línea que nunca se le dio tiempo de escribir, como
aquellos que jugamos rol en algún
tiempo y dejamos historias al aire, sólo en papel. El hecho de que un autor
continúe su obra no le resta ni le suma. Tenemos desde Tolkien hasta todos los
personajes de Anne Rice, o este libro que, mis obsesivos lectores, aún me sigue
decepcionando.
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