Mis peregrinos
lectores, el día de hoy les escribo desde mi nuevo dispositivo móvil que recibí
en mis labores de profesor universitario. Y aunque me recompensan con
tecnología, no siempre se tiene la mejor paga. Así que ¿por qué no ir a otro
lugar del mundo a dar clases? Me puse a pensar en qué libro podría incluir esta
semana para ustedes. Entre todas las opciones, pensé en Stardust.
Hace un
mes hablamos de Neil Gaiman. Pues esta vez regresa a mí, para darme una gran
lección: perseverancia. A pesar de lo bien hecha que está la versión
cinematográfica, el libro me llenó aún más. Neil Gaiman tiende a hacer
adaptaciones bastante buenas; sin embargo cuando leía, descubrí una faceta
distinta del autor, una que se quedó en los cuentos de hadas, en los
videojuegos y quizás esos mundos de la imaginación.
Stardust
es un libro donde conocemos la historia de Tristan, un joven simplón quien no
ofrece mucho a la chica de la que se ha enamorado. Es un viaje a un reino
mágico donde todo puede suceder. A pesar de la libre adaptación del capitán
Shakespeare en la película ―y que en lo personal adoro―, las omisiones, como
olvidar poner el enfrentamiento entre el León y el unicornio, o el epílogo
donde destruyen el hermoso final de la película, o cómo funcionan las brujas y
su magia; la lectura les dejará con un buen sabor de boca, pues reconoce sus
antepasados clásicos.
Algo que
mencioné antes es el modo de reinventar cuentos para niños; Gaiman hace un
cuento para niños. Introduce acción y misterio, la intriga propia de una obra
moderna, y lo combina con sus primeras lecturas. Es una novela donde todo pasa
gracias al poder de la perseverancia. Como personaje, Tristan llega a lugares
remotos y llenos de vida, los cuales le darán la experiencia necesaria para
descubrir el amor. Es quizá una de las mejores moralejas incluidas en el texto.
Entre
otras ideas, Stardust hace juego con muchos de los libros que según el autor
son historias para niñas. En una conferencia suya habla de libros con historias de
niños y de niñas. Entre sus libros “masculinos “se abonan Los niños de Anansi, El libro del cementerio y The Sandman. Esta clasificación un tanto arbitraria está basada en
ideas un tanto falologocentristas, pero que sin duda su objetividad tienen.
Mis peregrinos lectores, si pueden llegar a leer Stardust, estarán enfrentándose a una historia sin igual que
difiera mucho de la versión cinematográfica, por lo que leerla y verla son dos
placeres que no chocan.
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