Mis culinarios lectores, en honor a Fabiola
Manzano, amiga y periodista del am, dedicaré esta columna a un libro que
hace poco terminé de leer: Como agua para chocolate (1989) de la
mexicana Laura Esquivel. Este libro también tiene una versión cinematográfica
hecha por Alfonso Arau, por entonces el esposo de la autora. Cada inicio de
capítulo tiene de introito una receta que a la mejor quieran preparar, y la
cual tiene el procedimiento entremezclado con la anécdota.
Respecto a la edición que leí, es de una colección preciosa de libros
que vendían en puestos de periódicos hace algunos años y que tienen títulos de
novelas de amor bastante buenos: El amanete de lady Chatterley, Memorias de
una Geisha, Cumbres Borrascosas, entre otras de las cuales —a pesar de
tratarse de una columna sobre literatura hispanoamericana— hablaré en algún
punto de esta columna. La forma en que se presentan estos libros habla del
público al que generalmente están dirigidos: mujeres. Es cierto que no es
obligado este criterio, pero en el caso de Laura Esquivel, tiene mucho de lo
femenino en esta novela. No por nada, plasmar una historia de amor como si fuera
recetario del siglo xix. Un
prólogo de Lourdes Ventura que encontré en otra edición dice que este libro es un
“ritual mágico cargado de energía”, de esta forma, además de mostrarnos el
carácter maravilloso de la obra —colocada en el realismo mágico tardío, junto
con Isabel Allende—, nos da criterios para entender que en Como agua para
chocolate, suceden cosas más allá de la comprensión del hombre —masculino—,
y de los adultos.
Hay muchos recetarios y manuales de la correcta esposa en el siglo xix. Un ejemplo de esto es el famosísimo
Manual de urbanidad y buenas maneras (1853) de Manuel Carreño. En la
misma novela se reniega de dicho libro, y es la forma en que —usando esta clase
de libros para el comportamiento correcto de la mujer— se queja de la posición
a la que se ha sobajado a lo que Simone de Beuvoir llamó “el segundo sexo”.
Tengo una compañera de la licenciatura, autora del recetario Festín
de sabores: Laura Landeros Zuno. Es nieta del fundador de la Universidad de
Guadalajara. Vivió su infancia en una cocina rebosante de aromas y sabores, que
aún podemos conocer en Guadalajara la Casa Zuno —ahora Archivo Histórico de la
Universidad de Guadalajara— y que supera por mucho a la que nos mostró la
versión cinematográfica de Como agua para chocolate. Laura opina que es:
“Una película deliciosa para alimentar los sentidos del cuerpo. Cocina, lealtad
familiar, historia de México y amor, entrelazados para cautivar” y nos invita a
conocer esta historia.
Los olores y los sabores que apreciamos en películas de cocina como Ratatouille,
Chocolat, o tantos filmes enfocados en despertar el gusto y el apetito,
son puestos en práctica en esta obra. Mis culinarios lectores, si hay quienes
sientan los aromas de El perfume, no es descabellado pensar que alguien devore
a esta autora.
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