Mis laberínticos lectores. El día de hoy sacaré mi as
bajo la manga. Un autor argentino que tiene una importancia enorme en la literatura
mundial. Se trata de nada más y nada menos que Jorge Luis Borges, mi tema de
tesis de maestría y además una obsesión extraña que tengo desde que un profesor
en la Universidad de Guadalajara me lo presentó.
Lo que les puedo decir de este magnánimo ícono de la
literatura es mucho, pero el día de hoy hablaré de la cercanía que tenía con el
mundo del libro, y la biblioteca. A pesar de que muchos ya han analizado lo
fantástico en él, podemos destacar entre bastantes otras cosas, las figuras
poéticas que maneja. Laberintos, tigres, monedas, los gauchos, los espejos,
pero uno muy importante es la biblioteca, como dice Jorge Carrión en Librerías, explicando a detalle la
función de una colección de libros y la factibilidad social que puede tener. El
conocer el sistema de clasificación y fatigar las estanterías, no es la única
función del bibliotecario. Debe tener ese enciclopedismo —aunque no
totalitario— para conocer el ir y venir del libro.
Y Borges es muy distinto en sus etapas de Fervor de Buenos Aires, su primer
poemario donde camina por todas las calles, a otros como El aleph, o El libro de arena,
donde vemos personajes enfrentando a las fuerzas extrañas —como
diría Lugones— en espacios como escuelas, bibliotecas, jardines y
laberintos, o chocando de pronto con ideales de conocimiento como “Funes el
memorioso”, “El aleph”, “La biblioteca de Babel”, o por qué no sus ensayos de
los dos tomos de Inquisiciones, como
“La esfera de Pascal” y “La biblioteca total”.
Pero, ¿por qué el uso tan desmedido de las bibliotecas?
Aquí Freud se remitiría a las pulsiones que lo marcaron desde niño. Pero vamos
más allá. Borges usa las bibliotecas como medio de conocimiento. “Los árboles
no te dejan ver el bosque”, lee el popular dicho oriental. Toda la manera en
que conocemos algo de la cultura es por libros, o los cúmulos de saber, que
también pueden ser metáforas o sinécdoques de libros. Los personajes borgeanos están atados a un
mundo donde el saber no los hace libres.
Saber un poco de la vida es enfrentarnos a esas bibliotecas
inconmensurables que tanto amaba poner. Lugares donde todo se refleja y crea
dobles de uno. El ensueño de la vida cotidiana nos lleva a desear poseer el
mundo, pero es un mundo laberíntico que nos atrapa. Pero estamos ahí por
nuestro gusto.
La escritura de Borges es muy distinta según sus
etapas. Poemarios tiene varios con tonos ultraístas donde resalta el realismo y
el lenguaje está renovado; ensayos tiene más y de todo tipo. Aunque advierto de
los ensayos: llegan a parecer cuentos. Y su narrativa —de vez en vez
ensayística— va de los hechos de Historia universal de la infamia, a la gauchesca, lo fantástico y
un poco más.
Mis laberínticos lectores. Dejo el
libro abierto para que busquen a Borges y se unan al gran grupo que, como Harld
Bloom, creemos que es un autor del que no podemos ignorar.
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