Mis bibliófilos lectores, espero que estén
disfrutando de un poco de calor, ya que esta semana ha sido un horror invernal;
y hablando de estos días, el miércoles fue el Día Nacional del Libro. Fecha
dada en honor a Sor Juana Inés de la Cruz, una de las escritoras más
reconocidas en Hispanoamérica y un modelo a seguir en poesía, teatro y ciencia;
además de que sus recetarios.
El día de hoy quiero
entrar en reflexiones sobre el 12 de noviembre. Este año dedicado a José
Revueltas quien en unos días celebrará cien años de su nacimiento. Pero ¿cómo
se coloca Revueltas entre los anteriormente honrados Emilio Carballido, Carlos
Fuentes, Amparo Dávila? Primeramente, todos son autores nacionales que han dado
un punto de quiebre a lo que se estaba escribiendo en esos tiempos. Sólo aquel
que haya leído los poemas de Amparo Dávila podría comprender esa sensación tan
íntima sin llegar a encajonarse en “lo femenino” como veníamos hablando la
semana pasada. Carballido y sus obras de teatro tienen una potencia enorme y
ese final que puede ir desde un Chéjov hasta Poe. Carlos Fuentes ni se diga, no
por nada fue candidato ―nunca ganador― del Nobel, aunque afirme que "Cuando se lo dieron a García Márquez me lo
dieron a mí, a mi generación […] ".
Pero desde 1979 ―año en
que José López Portillo pidió la institucionalización de esta fecha―, no hay
una nueva literatura mexicana por
año. Eso dependerá del lector. Las teorías de la recepción aplicada
medianamente al habitus lector nos
dicen que cada uno tiene derecho a rellenar los espacios no-dichos de una obra
de arte literaria como guste, y ahí cabrá decir si es buena o mala para cada uno.
Es este dictamen lo que hace en cada año un nuevo autor. Y es que no siempre
son los mismos dictaminadores. Así que recuerden que al hablar de estética no
puede serse objetivo. Hay una interpretación distinta en cada cabeza. En un
cuento de Borges, donde yo veo que los elementos fantásticos nos hablan de la
imposibilidad de abarcarlo todo con el pensamiento, otros leen una teoría
matemática de la permutación, por no decir una reestructuración del mito que
antropólogos encuentren.
El Día Nacional del Libro,
a diferencia del 23 de abril que es el Día Internacional, tiene algo importante
que no podemos dejar de lado: Somos México y escribimos lo que somos. En estas
fechas en que duele ver lo que el Gobierno hace o deja de hacer no está de más
homenajear a aquel intelectual, que como dijo Chomsky en 1969 acerca de Vietnam:
“Los intelectuales tienen la posibilidad de mostrar los engaños de los
gobiernos, de analizar los actos en función de sus causas, de sus motivos y de
las intenciones subyacentes”. Y me gustaría terminar, mis bibliófilos lectores,
recordándoles que, pese a todo el subtexto político que podamos encontrar en
obras literarias ―y cito a José Revueltas― “Todo acto de creación es un acto de amor”.
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