Mis activistas
lectores, el día de hoy les voy a hablar sobre un movimiento hispanoamericano
que fue el boom de mediados del siglo XX: Feminismo. En inicios de los 1900,
tras las guerras de libertad sexual que ocurrían en Estado Unidos y Europa, las
mujeres hispanas lograron identificarse con las ideologías de varias
escritoras, como Hélène Cixous, Virginia Woolf y Simone de Beauvoir. El
problema para ellas era que una mujer no podía ser sino un “segundo sexo”, y
escribir “con el dedo en la yaga”. Es aquí donde las mujeres en nuestro
continente se identificaron con el movimiento.
Entre
ellas están Rosario Ferré con su ensayo “La cocina de la escritura” donde nos
muestra la posibilidad de hacer literatura a la par que se hace esta arte tan
“femenina”. Lo que Ferré nos comenta son muchas preguntas en torno a lo que es
el escribir. Ángeles Mastreta en “Guiso feminista” dice que el sexto sentido de
la mujer le permite sazonar de tal modo las historias que se genera un interés
por parte de sus lectores, y aún más las lectoras que comprenden en su
totalidad los sentires y diretes de una mujer. No. Ferré comenta que la
escritura no es propia de la mujer, aunque sí hay escrituras femeninas, pero
pueden surgir de un hombre, como de una mujer. Es el sentimiento, esa
interioridad lo que deviene un texto a ser femenino.
Mujeres
como Isabel Allende, Inés Arredondo, Rosario Castellanos, Laura Esquivel, Elena
Garro y Silvina Ocampo, tienen en sus textos mujeres que muestran tiempo y
sociedad. La mirada de la dama del siglo XIX se ha transformado en una
contestataria. “Escribir es subversivo”, dice Ferré y por lo tanto rompe con el
patrón hegemónico masculino. Y hagamos el recuento de mujeres escritoras en la
historia antes del XIX: las hermanas Brönte, Safo, Mary Shelley. Un puñado ante
toneladas de bibliotecas escritas por hombres.
La
mujer fue desplazada y llevada a un puesto de: bruja, si bien le iba, pues la
Inquisición acabó con muchas de ellas. La cocinera, como lo dice Rosario Ferré,
es un humano que nació mujer. Muy distinto a Simone de Beauvoir y su “no se
nace mujer, se aprende a serlo”. Es el caso particular de las mujeres en el
ensayo que nos muestran su ideología y su propia interiorización. Mujer que sabe latín… de Rosario
Castellanos nos cuenta casi a modo de chistes, la condición delegante que
existe y cómo, para bien o para mal, las situaciones que afrontan cada día las
mujeres están cambiando.
Rosario
Ferré con “La cocina de la escritura” o “El coloquio de las perras” son textos
que pueden leerse con gusto, Mujer que
sabe latín… es casi obligado para las partidarias; mientras que Ángeles
Mastreta nos da una visión más mágica de la mujer, con fuego en su interior y
un demonio en búsqueda de la luz en la tinta y el papel. Mis activistas
lectores, en este cercano Día del Libro dedicado a Revueltas recordemos que es
conmemorando a Sor Juana, una de las figuras más importantes del barroco
mexicano.
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