Mis epistolares lectores,
esta semana les comparto una joya de mediados del Siglo de Oro, pues en España
surgió entre todos los eruditos un personaje, Fray Benito Jerónimo de Feijoo y
Montenegro, un monje benedictino que vivió de 1676 al 1764 en la zona de
Orense. ¿Por qué le toca turno a este sujeto siendo tan antiguo? Meramente
encontré hoy en las cajas y cajas de libros que he traído de Guadalajara a
Guanajuato, mi nuevo hogar, y me topé con un libro de análisis literario de
este gran pensador.
Fue una
persona preocupada por las preocupaciones y los errores vulgares del mundo
ignorante de las ciencias. Está bien que en ese tiempo no existían modelos
teóricos químicos ni físicos, pero sí tenía un razonamiento devastador.
En su
obra más importante “Cartas eruditas y curiosas” se pueden encontrar temas muy
recurrentes para estos tiempos donde se desmienten muchos de los mitos urbanos
de ese entonces. Como él escribe “Se propone «desterrar preocupaciones»; es
decir, prejuicios, «errores comunes», o sea los admitidos por el Común del
vulgo”. Uno de ellos son los incubos, otro es las guerras en los cielos por
parte de los ángeles y uno, muy importante para lo que será el mito del
vampiro, es la posibilidad de que un muerto recupere su salud en la tumba.
Tiene de
muchos temas, política, cómo mejorar las cosechas, pero sobre todo el discurso
antisupersticioso, pues hace referencia a cosas imposibles. ¿Que el panadero y
la hilandera quedaron fatigados una noche y surgió un bebé de entre ellos? Lo
más lógico sería decir que fueron atacados por un íncubo que la dejó preñada y
atacó al panadero también, Feijoo no cree eso, él sí sabe lo que pasó. ¿Que del
cielo cae agua cuando se escuchan relámpagos? Un simple hombre de villa
espectaría que son los ángeles de peleando en el cielo y lo que cae a nosotros
es la sangre de ellos, pues es tan pura por el amor de Dios que es transparente
y no roja como los placeres mundanos a los que los hombres nos aferramos;
Feijoo nos contaría una historia sobre tormentas, argumentaría los
descubrimientos de la época y, lo más importante, se burlaría de todos aquellos
que tengan esta idea supersticiosamente ridícula.
El humor
de lo más agradable en Feijoo. Conoce muchas maneras de hacer ensayos sobre el
tema, pero lo que más le importa es crear una atmósfera agradable, pues sus
“Cartas eruditas”, publicadas por fin en 1742, contienen un sin fin de temas
divertidos que uno debería buscar en su edición de “Sepan Cuántos..” o
Internet, mis epistolares lectores.
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