lunes, 12 de mayo de 2014

Una farsa: El eterno femenino


Mis eternos lectores, todo este tiempo he guardado este As bajo la manga, una pieza de teatro que se puede leer de una sentada y que nos mantiene pagados al libro todo el tiempo. El tipo de obra que les expondré esta vez se llama ‘farsa’, en la cual siempre se busca exagerar situaciones y mezclarlas de manera extraña, e incluso los personajes se comportan de forma irreverente, pero todo con una coherencia que no desacredita para nada el guión.
Originalmente provenientes de épocas medievales donde se intentaba plantear una enseñanza por medio del teatro, la farsa contenía un humor bastante grato y fue usada por el clero para dar a los espectadores algo de moral, pero después de que la ópera tomara el género como suyo, se deslindó completamente de la religión y fue usada para denuncias sociales; en el caso particular de hoy, hablaremos de El eterno femenino, obra de la defeña Rosario Castellanos, quien murió en 1974 haciendo labores de diplomacía en Tel Aviv cuando una lámpara le dio una descarga eléctrica pues contestó el teléfono recién salida de bañar.
Ahora, pese a que podamos burlarnos de la manera en que acabó su vida; pero lo que de verdad nos debe causar risa es su obra; no hablo peyorativamente, pues Rosario Castellanos no merece burla alguna, sino que cultiva un humor muy fino. La obra El eterno femenino, es una crítica social a lo que es y ha sido la figura de la mujer. Separada en tres actos plantea la vida de una mujer, Lupita, quien asistirá a su boda y está en un salón de belleza, a la cual le dan a probar una máquina que induce el sueño, y se imagina a sí misma en varias posiciones. Durante el segundo acto se le presentan mujeres históricas que hablan de su propio comportamiento, como Eva, Sor Juana y La Corregidora. En el tercer acto, el más simbólico pues deja de lado todas las figuras femeninas y toma la decisión de no ir a la boda.
La obra tiene muchos elementos que han sido analizados por la crítica y han descubierto que hay una voz femenina cansada y rebelde, muy adecuada para los años de 1976 que fue cuando se publicó pues estaba en mera boga la revolución femenina, ya con voto en México, con la revolución de poderes, los derechos de la mujer, todo en sí detonó esta obra y Rosario Castellanos lo hace muy bien, colocando en voz de varias mujeres las perspectivas que darán este ‘eterno’ que guía a la obra.

Por último, me gustaría recomendar esta obra por el humor, es lo mejor, sobre todo la Corregidora y  Eva, que son los que más me causaron gracia de todos,  y si tengo eternas lectoras esta vez, dejen todo y corran a leerla, que además de breve y barata, es un libro entrañable que nunca podrán olvidar.


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