Mis azúleos lectores, he terminado de leer una
obra espléndida, y lamento tanto no haberlo hecho antes. A pesar de mis fines
académicos, no quita la posibilidad de que en tiempos futuros, no tan
aprisionado por la maestría, le dedique otra tarde a mi lectura de "Azul...".
Su autor es Rubén Darío (1867-1916), personaje que alguna vez escucharon
nombrar; este nicaragüense logra una emoción tal, que a mí —un lector que
difícilmente tiene inclinación por la poesía— me dejó impresionado.
El libro muy posiblemente
lo encontrarán —nuevo o usado— en cualquier librería. Generalmente se divide en
tres partes, primero unas cartas que sirven de prólogo al libro y que —en lo
personal— no aportan nada más que elogios y vagas transcripciones incompletas
de poemas. Esto por lo general aburriría a un lector común, así que sugiero
—con todo mi derecho de Promotor de Lectura— que se salte esta sección, no la
necesita a menos que quiera profundizar en la creación de la obra. Siga
adelante con el libro y paladeé su exquisita prosa. Cuentos magníficos, los
cuales varían según la versión que tenga en sus manos. Sí, "Azul..."
tuvo dos ediciones en las cuales se agregaron y suprimieron poemas, cartas y
cuentos, por lo que sería interesante después cotejar un índice de obras en
Internet o con diversos lectores. Finaliza el libro con poesía. Como sabrán
ustedes, mis azúleos lectores, estoy estudiando el Modernismo Hispanoamericano,
por lo que verán cosa como poemas de más de 14 sílabas bien rimados, pequeños
sonetos en honor a otros escritores, como Díaz Mirón, Walt Whitman, y para
rematar con chapa modernista: tres poemas —suprimidos en la segunda edición,
así que suerte— en francés. Como francoparlante les digo que su métrica y rima
deja mucho qué desear, pero el sonido que produce leerlos en voz alta agradable
y mucho mejor logrado de lo que podría hacer alguien que nunca conoció París,
como lo fue Darío.
“Azul…” no termina ahí,
tiene otro poemario "Cantos de vida y esperanza", pero no me ocuparé
de ello, quiero especialmente darle un tiempo a sus cuentos. Creaciones sin
duda especiales, me recordaron las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer con
"La muerte de la emperatriz de la China" y "Rubí". Además,
Darío incluye seres mitológicos en sus textos, diré que "El sátiro
sordo" hace referencia justamente a un ser —usando palabras del poeta—
paticabro. ¿Qué más nos ofrece? Si
quieren ir más allá de la narrativa y dedicarse a la lírica del nicaragüense,
deténganse por favor en "Anagke", y los versos que nos hacen un
recorrido emocional por las cuatro estaciones.
No sé cómo pude leer
otras cosas sin haberle dado la oportunidad a Darío. Recomiendo enteramente
este libro. Ahora, si deciden tomar el reto de lectura, vean en sus cuentos y
poemas la razón del título, la encontrarán. Mis azúleos lectores, me despido de
ustedes recordándoles que estoy abierto a comentarios en galindonmiguel@gmail.com
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