Mis errantes lectores,
es viernes otra vez y hay que celebrar la temporada vacacional a todo lo que
da. Una manía es esa de salir de viaje y adentrarse en tierras diversas. Pues
esta idea es plasmada por uno de los autores que veremos aquí, que, pese a ser
suizo de nacimiento, es una figura altamente importante de la literatura
hispanoamericana y que dio mucho sentido al boom latinoamericano, hablo
de Alejo Carpentier, y específicamente de su obra Los pasos perdidos
(1953), obra que cualquier lector con gusto por el color de nuestra tierra no
debe dejar de conocer.
Alejo Carpentier (1904-1980) fue un novelista, ensayista y musicólogo,
que influyó notablemente en el desarrollo de la literatura latinoamericana, en
particular a través de su estilo de escritura, que incorpora todas las
dimensiones de la imaginación —sueños, mitos, magia y religión— en su idea de
la realidad, el llamado “real maravilloso”. Desarrolló una vasta obra narrativa
y en 1977 se le concedió el Premio Cervantes. Su obra toma ese mito de que en
América siguen ocurriendo eventos maravillosos como todas las cartas de
relación del tiempo de la conquista. De hecho, so obra tiene múltiples matices
como los criollistas e indigenistas.
El real maravilloso es “patrimonio de la América entera, donde todavía no
se ha terminado de establecer, por
ejemplo, un recuento de cosmogonías”, dice en el prólogo de El reino de este
mundo (1949), donde propuso esta idea de que “Lo real maravilloso se
encuentra a cada paso en las vidas de hombres que inscribieron fechas en la
historia del Continente y dejaron apellidos aún llevados: desde los buscadores
de la Fuente de la Eterna Juventud, de la áurea ciudad de Manoa, hasta ciertos
rebeldes de la primera hora o ciertos héroes modernos de nuestras guerras de
independencia de tan mitológica traza”.
En Los pasos perdidos tenemos esta mitificación de América.
Narrado en primera persona, el protagonista nos plantea el tedio que tiene en
la ciudad de Nueva York y su relación infiel con Mouche, con quien escapa a Venezuela
para buscar instrumentos musicales autóctonos. La fuerza narrativa está de la
mano con su sorpresa en la selva y en el lugar que busca: Santa Mónica de los
Venados; la selva que describe es sublime, pues los sonidos y los árboles
llegan a tener una fuerza narrativa, llena de vida y de la idea que planteó cuatro
años antes en El reino de este mundo.
Curiosa es la manera en que se escribe el libro, pues dentro de sus
páginas coloca en una frase larga “aquí se plantea una cuestión de
trascendencia mayor para mi andar por el Reino de este Mundo […] En Santa
Mónica de los Venados, mientras estoy con los ojos abiertos, mis horas me
pertenecen. Soy dueño de mis pasos y los afinco en donde quiero”. Aquí la
explicación del título de la obra. En este lugar llega a comprender por
completo la dirección que debe tomar la vida del protagonista. Y como dato de
interés, a páginas de distancia coloca la frase que da el título al famoso
libro de Elena Garro Los recuerdos del porvenir.
Mis errantes lectores, me despido de ustedes, anhelando que sus viajes
vacacionales los adentren en las selvas de la vida y lleguen a conocerse igual
que este protagonista.
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