sábado, 31 de mayo de 2014

Adentrándose en el real maravilloso: Los pasos perdidos

Mis errantes lectores, es viernes otra vez y hay que celebrar la temporada vacacional a todo lo que da. Una manía es esa de salir de viaje y adentrarse en tierras diversas. Pues esta idea es plasmada por uno de los autores que veremos aquí, que, pese a ser suizo de nacimiento, es una figura altamente importante de la literatura hispanoamericana y que dio mucho sentido al boom latinoamericano, hablo de Alejo Carpentier, y específicamente de su obra Los pasos perdidos (1953), obra que cualquier lector con gusto por el color de nuestra tierra no debe dejar de conocer.
Alejo Carpentier (1904-1980) fue un novelista, ensayista y musicólogo, que influyó notablemente en el desarrollo de la literatura latinoamericana, en particular a través de su estilo de escritura, que incorpora todas las dimensiones de la imaginación —sueños, mitos, magia y religión— en su idea de la realidad, el llamado “real maravilloso”. Desarrolló una vasta obra narrativa y en 1977 se le concedió el Premio Cervantes. Su obra toma ese mito de que en América siguen ocurriendo eventos maravillosos como todas las cartas de relación del tiempo de la conquista. De hecho, so obra tiene múltiples matices como los criollistas e indigenistas.
El real maravilloso es “patrimonio de la América entera, donde todavía no se ha terminado  de establecer, por ejemplo, un recuento de cosmogonías”, dice en el prólogo de El reino de este mundo (1949), donde propuso esta idea de que “Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de hombres que inscribieron fechas en la historia del Continente y dejaron apellidos aún llevados: desde los buscadores de la Fuente de la Eterna Juventud, de la áurea ciudad de Manoa, hasta ciertos rebeldes de la primera hora o ciertos héroes modernos de nuestras guerras de independencia de tan mitológica traza”.
En Los pasos perdidos tenemos esta mitificación de América. Narrado en primera persona, el protagonista nos plantea el tedio que tiene en la ciudad de Nueva York y su relación infiel con Mouche, con quien escapa a Venezuela para buscar instrumentos musicales autóctonos. La fuerza narrativa está de la mano con su sorpresa en la selva y en el lugar que busca: Santa Mónica de los Venados; la selva que describe es sublime, pues los sonidos y los árboles llegan a tener una fuerza narrativa, llena de vida y de la idea que planteó cuatro años antes en El reino de este mundo.
Curiosa es la manera en que se escribe el libro, pues dentro de sus páginas coloca en una frase larga “aquí se plantea una cuestión de trascendencia mayor para mi andar por el Reino de este Mundo […] En Santa Mónica de los Venados, mientras estoy con los ojos abiertos, mis horas me pertenecen. Soy dueño de mis pasos y los afinco en donde quiero”. Aquí la explicación del título de la obra. En este lugar llega a comprender por completo la dirección que debe tomar la vida del protagonista. Y como dato de interés, a páginas de distancia coloca la frase que da el título al famoso libro de Elena Garro Los recuerdos del porvenir.
Mis errantes lectores, me despido de ustedes, anhelando que sus viajes vacacionales los adentren en las selvas de la vida y lleguen a conocerse igual que este protagonista.



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