Mis royales lectores, sabrán ustedes que muchas veces la literatura
existe como un medio de plasmar problemas sociales y dar una crítica al mundo
que existe al momento de crear la obra, pues por ello mismo he tratado de
recuperar una de las obras que más me gustaron cuando tuve la clase de
Literatura de Género. La obra que trataré en esta ocasión es una novela de
corte homosexual, y la traigo a colación por lo eventos desarrollados a través
de la aceptación de la Ley de Libre Convivencia en el estado de Jalisco.
La finalidad de esta columna no es mostrar dicha
ley, sólo resumo con que se trata de la oportunidad de compartir derechos en un
acuerdo similar al matrimonio pero sin tener el mismo nombre debido a que se
trata entre homosexuales. ¿Por qué tratar esto? Porque, como dije, hay una
novela que tiene este tópico. Se trata de la novela Púrpura de Ana Bergúa. En ella
se narra la historia de Artemio, un chico de la provincia convocado a la
capital por su primo Mauro para administrar unos negocios pendientes. En el
tiempo en el que vive con él, se da cuenta que está siendo atraído sexualmente
por su primo, ya que idealiza la imagen de Mauro. Son otros dos hombres los que
terminan dándole a Artemio la experiencia que más tarde le servirá para confirmar
su homosexualidad.
En sí, la novela tiene muchas referencias a otras
obras, estos intertextos —así se les llama a las referencias a otras obra que aparecen
en la literatura— funcionan para dar la idea de que Artemio tiende más a
comportamientos femeninos que masculinos. Él se identifica con novelas en la
cual, justamente, el personaje femenino protagonista, como La dama de las
camelias; también está El retrato de Dorian Gray, novela inglesa que
le costó la vida a Oscar Wilde porque anteriormente se ejecutaba a los
homosexuales.
Púrpura, lo aseguro,
no tendrá mórbidos momentos sexuales como lo pueden llegar a tener muchas otras
novelas del tipo. Es más; el libro está narrado de una forma bastante agradable
y no busca más que la anécdota, a diferencia de muchos otros que son el
estandarte arcoiris de lucha por los derechos de los homosexuales en México,
que no se queda atrás en comparación a los demás países con la libertad de
expresión queer y la aceptación del camp, términos que tienen que
ver con el movimiento de los homosexuales libremente en la sociedad.
En caso de que busquen novelas de este tipo, ya
sea para satisfacción personal o mera curiosidad, no pueden dejar de leer las
tres grandes obras mexicanas que tocan el tema: El vampiro de la colonia
Roma del famoso Luis Zapata, La autobiografía Estatua de sal del
poeta Salvador Novo y por último, y a mi gusto una de las más graciosas novela
que he leído en todo el 2013: Brenda Berenice, de Luis Montaño.
Ahora, mis
royales lectores, es momento de despedirme de ustedes esperando sus comentarios
y sugerencias en galindonmiguel@gmail.com
Este comentario tiene que ver más con una de las novelas que mencionaste que con la obra de la cual hablas. Y es que la leí por "error", pero ha sido uno de los errores más satisfactorios de mi vida y además, tuve una curiosa experiencia en torno a ese libro. Se trata de la novela de El vampiro de la Colonia Roma.
ResponderEliminarEn aquella época me encontraba en mi etapa de visitar bibliotecas y comprar libros de segunda mano, mi dinero no me alcanzaba para libros nuevos y literatura sabía muy poco o nada, comencé con las novelas de vampiros de Anne Rice, y un día, deambulando por la Biblioteca del Ejercito, me tope con El Vampiro de la Colonia Roma; creí que sería eso mismo, un libro que trata sobre un vampiro y me di a la tarea de leerlo.
El libro me sorprendió, lo termine en dos días durante dos visitas a la biblioteca, me encanto porque ese libro rompió con muchos tabús que me habían sido impuestos por la familia, fue increíble y emocionante.
La experiencia curiosa me paso cuando quise leerlo por segunda vez, al no encontrar el libro en su lugar, me dirigí a un grupo de unos cinco soldados, todos ellos varones, a preguntarles si tal vez estaba en préstamo, y cual va siendo mi pregunta cuando uno de ellos le pregunta al grupo: "¿quién de ustedes tiene el libro?". Todos contestaron que no lo tenían, así que si, el libro se encontraba en préstamo. Lo realmente gracioso y memorable, fue saber que en esta ciudad tan mocha y persinada, un grupo de jóvenes soldados conocía el libro perfectamente, jamás lo olvidare.