miércoles, 8 de noviembre de 2023

Sinfonía grotesca de una Norteamérica enfermiza: reseña de Julien Donkey-Boy

Noé Adrián Díaz Hernández Hernández
Escuela Preparatoria N.º 8 (UdeG

         Julien Donkey-Boy es una película de ficción escrita y dirigida por Harmony Korine estrenada en 1999. La cinta trata de Julien, un joven esquizofrénico y huérfano de madre, y su familia disfuncional, la cual resulta una amenaza constante para él. Julien Donkey-Boy, además de haber sido presentada en el Festival de Venecia, fue el sexto filme realizado bajo las reglas del Dogme 95 y el primero en ser realizado fuera de Europa en aplicar las reglas de este.
         Harmony Korine es un director de cine y guionista que cuenta ya con 28 años de experiencia en la industria. Desde su debut como guionista en Kids (1995) de Larry Clark, continuó construyendo su filmografía independientemente con su ópera prima, Gummo (1997), para posteriormente continuar entregando cintas como Mister Lonely (2007), Trash Humpers (2009) y Spring Breakers (2012). Estos largometrajes tuvieron relevancia en festivales por su estilo tan excesivo e inusual, influenciado por la cultura del skate de los noventas de la que formó parte en su momento, y de la que sigue siendo uno de los mayores exponentes.
         Dentro de los mundos que crea Korine, habitan personajes perdidos en sí mismos y en un ambiente hostil, que casi siempre condena su existencia a la vagancia. Los personajes del largometraje son un retrato crudo y grotesco de la sociedad norteamericana de clase baja, los individuos marginados del sistema. Claro es el ejemplo del protagonista, Julien, quien padece esquizofrenia, y asiste con frecuencia a grupos en los que se le ofrece una deficiente ayuda para convivir y desarrollarse correctamente en la sociedad. Julien es constantemente tachado de desagradable por su misma comunidad y familia, especialmente por su padre, quien es un hombre de mediana edad que padece depresión y se automedica. El único miembro de la familia que apoya e intenta escuchar al protagonista es su hermana, la cual está embarazada de un hombre del que nunca ha vuelto a saber y, sin embargo, ha decidido tener al bebé.
         El condado en donde sucede la cinta nunca se menciona, pero posee características de aquellos lugares en donde normalmente residen las personas despectivamente conocidas como “white trash”, familias de clase baja socialmente marginadas. Esto es expuesto dentro de la cinta a través de los espacios en los que Julien se mueve y desenvuelve. Suciedad, vulgaridad y caos, son lo que rodean la vida del protagonista, en las calles, en su casa, en el autobús, en las tiendas, e incluso en el hospital psiquiátrico al que asiste. Un retrato atemporal de la realidad norteamericana, aquella que es ignorada, y hasta cierto punto censurada, por el sistema.
         Al tratarse de un filme realizado en base a las reglas del Dogme 95, este cuenta con un estilo visual crudo y alejado de lo que hoy se conoce como “cinematográfico”. Cine en su forma más natural, sin iluminación artificial, una cámara, un micrófono y nada de efectos especiales. Esto mismo impregna de un realismo desmedido a la cinta, haciendo parecer que el director, Harmony Korine, genuinamente contrató a una persona con esquizofrenia para interpretar al protagonista, o que la familia ficticia que retrata es completamente real y él solamente colocó una cámara en su sala para ser espectador de su vida, sus dinámicas y sus tragedias dentro de su burbuja de peculiaridad.
La edición de una cinta es siempre una pieza fundamental para la comprensión completa de la historia que se plantea, es decir que funciona también como pilar narrativo. Con una gran cantidad de cortes a lo largo de los 95 minutos de metraje, se introduce al espectador al mundo bizarro del protagonista y lo fuerza a vivir su experiencia metiéndose en sus zapatos. El frenetismo y orden de la escenas crea un ambiente que se percibe como caótico y extraño, al igual que la forma en la que los personajes se comportan y se relacionan con los demás. El hecho de que haya tantos cortes abruptos, los cuales muchas veces dejan diálogos o acciones incompletas, invita al espectador a cuestionarse si se trata de un error de postproducción o algo simbólico.
Julien Donkey-Boy es una obra cinematográfica que merece ser vista al menos una vez por todo aquel que se sienta atraído por el mundo del cine, o simplemente quiera ser espectador de algo diferente y original. Aparte de ser la mejor película realizada bajo los lineamientos del Dogme 95, es también una pieza que sorprendentemente termina exponiendo una realidad ignorada de Estados Unidos. Harmony Korine se atreve a exponer, en su manera más cruda y directa, los rincones oscuros y marginados de un país que se ha adueñado del término “primermundista”. Una cinta tan peculiar, tanto por su fondo y forma, que no necesita seguir ninguna regla, ni fórmula, rompiendo con todos los estándares establecidos ayer y hoy.