sábado, 23 de agosto de 2014

La receta para el amor: Como agua para chocolate

Mis culinarios lectores, en honor a Fabiola Manzano, amiga y periodista del am, dedicaré esta columna a un libro que hace poco terminé de leer: Como agua para chocolate (1989) de la mexicana Laura Esquivel. Este libro también tiene una versión cinematográfica hecha por Alfonso Arau, por entonces el esposo de la autora. Cada inicio de capítulo tiene de introito una receta que a la mejor quieran preparar, y la cual tiene el procedimiento entremezclado con la anécdota.
Respecto a la edición que leí, es de una colección preciosa de libros que vendían en puestos de periódicos hace algunos años y que tienen títulos de novelas de amor bastante buenos: El amanete de lady Chatterley, Memorias de una Geisha, Cumbres Borrascosas, entre otras de las cuales —a pesar de tratarse de una columna sobre literatura hispanoamericana— hablaré en algún punto de esta columna. La forma en que se presentan estos libros habla del público al que generalmente están dirigidos: mujeres. Es cierto que no es obligado este criterio, pero en el caso de Laura Esquivel, tiene mucho de lo femenino en esta novela. No por nada, plasmar una historia de amor como si fuera recetario del siglo xix. Un prólogo de Lourdes Ventura que encontré en otra edición dice que este libro es un “ritual mágico cargado de energía”, de esta forma, además de mostrarnos el carácter maravilloso de la obra —colocada en el realismo mágico tardío, junto con Isabel Allende—, nos da criterios para entender que en Como agua para chocolate, suceden cosas más allá de la comprensión del hombre —masculino—, y de los adultos.
Hay muchos recetarios y manuales de la correcta esposa en el siglo xix. Un ejemplo de esto es el famosísimo Manual de urbanidad y buenas maneras (1853) de Manuel Carreño. En la misma novela se reniega de dicho libro, y es la forma en que —usando esta clase de libros para el comportamiento correcto de la mujer— se queja de la posición a la que se ha sobajado a lo que Simone de Beuvoir llamó “el segundo sexo”.
Tengo una compañera de la licenciatura, autora del recetario Festín de sabores: Laura Landeros Zuno. Es nieta del fundador de la Universidad de Guadalajara. Vivió su infancia en una cocina rebosante de aromas y sabores, que aún podemos conocer en Guadalajara la Casa Zuno —ahora Archivo Histórico de la Universidad de Guadalajara— y que supera por mucho a la que nos mostró la versión cinematográfica de Como agua para chocolate. Laura opina que es: “Una película deliciosa para alimentar los sentidos del cuerpo. Cocina, lealtad familiar, historia de México y amor, entrelazados para cautivar” y nos invita a conocer esta historia.
Los olores y los sabores que apreciamos en películas de cocina como Ratatouille, Chocolat, o tantos filmes enfocados en despertar el gusto y el apetito, son puestos en práctica en esta obra. Mis culinarios lectores, si hay quienes sientan los aromas de El perfume, no es descabellado pensar que alguien devore a esta autora.


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