Mis planos lectores, el
12 de marzo, tras mandar mi columna sobre José Luis Zárate me enteré del deceso
de Terry Pratchett, uno de los pilares de la fantasía contemporánea, precursor
de muchos temas como los que tenemos en las series estilo Adventure Time, y del nominalismo en la maravilla épica.
Este
autor inglés me cautivó gracias a la frase de mi amiga Gaela Lorcan: “¿No
conoces Mundodisco?”. Frase que en su momento lo escuché como “Mundo Disco”,
remitiéndome a Saturday Night Fever. En
qué error estaba. Mundodisco es la concepción de un universo donde se retoma
esa vieja idea hindú ―aparecida en el Ramayana―
donde nuestro planeta estaba sostenido por cuatro elefantes al lomo de una
tortuga aún más grande, y rodeada por una serpiente con proporciones superiores
a la anterior. En Mundodisco no nos hablan de una serpiente, sino se limitan a
Akupara ―nombre de la tortuga en el mito― y nos explica que esta tortuga es una
de tantas viajando en el universo. Y no se aflijan por las guías de lectura de
Mundodisco y sus toneladas de novelas; lean a su gusto estas microhistorias con
la clásica hilaridad inglesa en un contexto de maravilla épica.
El color de la magia (1983),
la primera obra donde aparece Mundodisco y es una parodia de Dungons and Dragons y otros. Pratchett
se burla de las obras de este tipo como lo llegó a hacer Cervantes con su Quijote. Hasta papá Tolkien sale perjudicado.
Pero algo debe tener; es el segundo autor británico de ficción más vendido
―después de Rowling―. En la obra vemos la malignidad del número “ocho”. Si
hablan francés saben que el “ochenta” y sus unidades, son cantidades complejas
de aprender, pues aquí hay aún más destrozo. Pensemos así: generalmente son
siete colores los del arcoíris, el octavo color recibe el nombre de “octariono”
un “púrpura amarillo verdoso” que sólo puede ver aquel que posee poderes
mágicos, pues es el color de la magia. La mera mención de este número puede
traer desgracias, por eso los personajes dicen “Tú sabes, el resultado de sumar
cinco y tres”, u otras tretas al estilo ingeniero en sistemas, o licenciados en
matemáticas.
La
vida de Pratchett debe pensarse como la de un autor que disfrutó lo que hacía.
Sus historias nos abren la puerta a una nueva cosmogonía bastante curiosa. El color de la magia tiene también una
película, y hasta juego de rol existe basado en el Mundodisco. Así que, mis
planos lectores, denle la oportunidad a este autor y honremos su pérdida dando
lectura, y pensemos en lo que dijo alguna vez: “Los
vivos eran los que no se daban cuenta de que sucedían cosas extrañas y
maravillosas, porque la vida estaba demasiado llena de cosas aburridas y
mundanas”.
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