Mis releídos lectores,
estoy muy feliz porque después de más de un lustro he encontrado un libro que
en México desapareció de las librerías. Fue un gusto encontrar este ejemplar en
la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola” en el 2008
cuando empecé a dar clases de literatura fantástica y ahora en la librería
atrás del Consulado Argentino. Estamos hablando de Libros, todo lo que hay que saber, de Christiane Zschirnt.
Como
profesor de literatura, me he enterado de amigos que entran al gremio de la
educación y les da pavor la cantidad de libros que han de leer para dar una
clase. Aunque nada es mejor que la experiencia propia ante el libro y sacas sus
propias conclusiones y experiencias estéticas antes de buscar un resumen en
Wikipedia o un resumen en diez páginas de Drácula
como el caso de Editores Mexicanos Unidos, este ejemplar está más cerca a esos intelectualoides que buscaban temas de
conversación en cafés y círculos de amigos burgueses. Claro que este libro no
lo recomiendo por ello ―del todo―.
Lo
que Christiane Zschirnt nos muestra desde su “Introducción” es su intento de
guía para los que quieren orientarse en un océano de referencias literarias.
Pues las bibliotecas están cada vez más llenas de libros, y uno no puede
perderse con facilidad. Organizar el libro por temáticas y no por años es un
gran acierto que tiene la autora, pues a pesar de que ciertos textos sean
contemporáneos, en ocasiones responden a necesidades distintas, como describir
el amor en un tiempo específico de la Europa decimonónica, y la crítica a la
gobernación hispanoamericana en plena Guerra de Independencia, aunque ambos
tiempos sean similares, no tienen el mismo mensaje. La metáfora que nos da
Zschirnt es: “Este libro pretende proveer al lector de una brújula que
necesitará para hacer sus propios descubrimientos, si es que se atreve a
lanzarse al mar”.
Algo
que recalca el prologuista Dietrich Schwanitz es la mezcla de tiempos que
acabamos de mostrar, Shakespeare es importante, pero eso no significa que no
podamos leer nada hasta descubrir los secretos de sus obras ―si es que algún
día llegamos a encontrarlos―. Y veamos el índice del libro “Obras que describen
el mundo”, “Amor”, “Política”, “Sexo”, “Economía”, “Mujeres”, “Civilización”,
“Psique”, “Shakespeare”, “Modernos”, “Clásicos triviales”, “Libros de culto”,
“Utopía: Cibermundo”, “Clásicos escolares” y “Niños”. El ejemplar se mueve en
temas de lo más variado y hasta caótico, pero, como se dijo, son un buen inicio
para todos aquellos recién iniciados en la vida literaria.
No cambiaría por nada
la experiencia de leer Rojo y negro, Fausto, Drácula o Matilda, mis
releídos lectores; pero si están leyendo mi columna y les agradan mis
sugerencias, este libro es muy similar a mi labor aquí, sólo que publicado bajo
una imprenta.
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