sábado, 23 de enero de 2016

Bibliófilos españoles: La sombra del viento

Mis libreros lectores, en esta ocasión les traigo a ustedes un libro recomendado por Elizabeth Torres, bibliotecaria de mi nuevo empleo en la Preparatoria 20 de la Universidad de Guadalajara. Al quedarme sin nada para leer, acudí a este cementerio de libros para rescatar alguno y me topé con el sabio consejo de Elizabeth. Este libro ya me había sido recomendado anteriormente por mi amigo y escritor Aldous SV, quien jamás me ha defraudado en sus labores literarias.
Comencemos con la trama general: un joven encuentra un ejemplar llamado La sombra del viento, y decide buscar al autor y su obra, descubriendo la oscura historia de todo aquel que se enfrenta a estos ejemplares malditos, o intenta aproximarse al autor. En lo general no hay manera de encontrar una solución a este predicamento, pues en la España de la Guerra Civil no había una gran tecnología para desenmarañar el misterio, pero el protagonista, un jovencito hijo de un librero, verterá todos sus esfuerzos en entrevistar, leer y averiguar algo de esa figura discordante de Julián Carax.
La novela tiene muchos elementos propios de su contexto histórico. Últimamente me he topado con otros libros que hablan de estos tiempos de formas increíbles, como El tiempo entre costuras ―y su teleserie disponible en Netflix―, y que remarcan este tiempo tan oscuro de España, similar a las desapariciones argentinas o el narcotráfico colombiano.
Engancha desde las primeras hojas, ya que “El cementerio de libros olvidados” es un espacio donde se pueden encontrar ejemplares únicos que han sido salvados del olvido dictatorial o de la crueldad editorial. Es así como ―al mero estilo de la biblioteca de Babel o la biblioteca de Alejandría― entramos a un sitio mágico perdido en el tiempo y que nos otorgará las mayores de las satisfacciones a letrados, bibliófilos, escritores y bibliotecarios. En mi caso, soy todas las anteriores.
El libro cuenta con una particularidad extra. No sólo nos enteramos del niño en busca del autor, sino del mismo autor, de los allegados al autor, y otros personajes que aunque parezca forzado, están relacionados a modo de un rompecabezas perfectamente acomodado o una coreografía perfectamente sincronizada. Policías, vendedores, mendigos y una sarta de historias, incluyendo el contenido de muchos libros desconocidos.
¿Edades? Dudo mucho que este ejemplar tenga una penalización de edades. No requiere una madurez literaria exquisita, ni desaprueba a los lectores avezados. Hay palabras muy propias del argot español, como “furcia”, término dedicado a “puta” y que es dicho cada 20 páginas, pero si yo lo leí en dos días, ustedes, mis libreros lectores, podrán disfrutarlo, paladearlo y gozar de cada descripción si es necesario.



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