sábado, 9 de enero de 2016

Venganzas elaboradas, El conde de Montecristo

Mis imperdonables lectores, se ha llegado la fecha para que los profesores volvamos a las aulas ―con o sin alumnos― para cumplir con la ordenanza educativa de las planeaciones. Para todos aquellos que no están adentrados en la didáctica, no saben lo terrorífico que resulta hacer esto. Pero para elementos atormentadores, leer El conde de Montecristo. Junto con Cumbres borrascosas, la novela de Alexandre Dumas hecha en conjunto con Auguste Maquet, pero quien recibió una buena suma de dinero para no formar parte de los créditos.
La obra de Dumas la considero una excelente muestra literaria del siglo xix. Se trata de una novela de folletín ―como de la que estaré hablando en la siguiente columna: Sherlock Holmes―, esto es una gran historia que fue publicada por capítulos en periódicos y revistas en la Europa decimonónica. Terminada de escribir en 1844, conocemos la historia de Edmond Dantès, un marinero con todo lo necesario para triunfar en el mundo, pero con varios enemigos muy poderosos quienes le tienden una trampa para colocarlo en la cárcel. Ahí conoce al abate Faria quien le da la información de un tesoro inconmensurable oculto en la isla de Montecristo. Por desgracia el abate no sobrevive y la fortuna queda en su totalidad en Edmon Dantès, quien toma la personalidad del conde de Montecristo para urdir la más excelsa venganza literaria que jamás se haya leído.
Alexandre Dumas conocía a la perfección el gusto de la sociedad francesa del siglo xix, y trató de manejar en su totalidad esa red de nexos, para convergir en una venganza sublime que acabaría con todos aquellos que le destruyeron la vida que antaño poseía. A mi parecer otras obras de Dumas, como lo son Los tres mosqueteros, no llega a lo que las pasiones humanas son descubiertas en este libro.
Por más curioso que parezca, después de haber leído la historia de El conde de Montecristo ninguna historia de venganza ha sido lo mismo. Gracias a Netflix conozco Revenge, y cada movimiento que hace el personaje de Emily Thorn en esta serie, me recuerda tanto a lo que hacía el conde de Montecristo, aunque llevado a niveles televisivos.
Una razón para leer esta novela de más de setecientas páginas, es que igual que muchos best sellers, no podemos dejar de leerla. Cada capítulo nos engancha al siguiente, pues ―como todo folletín― hay un nudo principal, pero llega a tantas complicaciones como para encantarnos con la trama principal.

Mis imperdonables lectores, aprovechen la sabiduría de Endmon Dantès  y todo lo que nos mostró en su historia para saber sobre venganza, despecho y demás, lean este ejemplar que puede ser uno de los libros más gratificantes a los que se puedan enfrentar. Un clásico que no pueden dejar de leer y que pueden llegar a conocer por sus muchas adaptaciones que El conde de Montecristo tiene.



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