Mis imperdonables lectores, se ha llegado la fecha para que
los profesores volvamos a las aulas ―con o sin alumnos― para cumplir con la
ordenanza educativa de las planeaciones. Para todos aquellos que no están
adentrados en la didáctica, no saben lo terrorífico que resulta hacer esto.
Pero para elementos atormentadores, leer El
conde de Montecristo. Junto con Cumbres
borrascosas, la novela de Alexandre Dumas hecha en conjunto con Auguste
Maquet, pero quien recibió una buena suma de dinero para no formar parte de los
créditos.
La obra de Dumas la considero una
excelente muestra literaria del siglo xix.
Se trata de una novela de folletín ―como de la que estaré hablando en la
siguiente columna: Sherlock Holmes―, esto es una gran historia que fue
publicada por capítulos en periódicos y revistas en la Europa decimonónica.
Terminada de escribir en 1844, conocemos la historia de Edmond Dantès, un
marinero con todo lo necesario para triunfar en el mundo, pero con varios
enemigos muy poderosos quienes le tienden una trampa para colocarlo en la
cárcel. Ahí conoce al abate Faria quien le da la información de un tesoro
inconmensurable oculto en la isla de Montecristo. Por desgracia el abate no
sobrevive y la fortuna queda en su totalidad en Edmon Dantès, quien toma la personalidad
del conde de Montecristo para urdir la más excelsa venganza literaria que jamás
se haya leído.
Alexandre Dumas conocía a la
perfección el gusto de la sociedad francesa del siglo xix, y trató de manejar en su totalidad esa red de nexos,
para convergir en una venganza sublime que acabaría con todos aquellos que le
destruyeron la vida que antaño poseía. A mi parecer otras obras de Dumas, como
lo son Los tres mosqueteros, no llega
a lo que las pasiones humanas son descubiertas en este libro.
Por más curioso que parezca,
después de haber leído la historia de El
conde de Montecristo ninguna historia de venganza ha sido lo mismo. Gracias
a Netflix conozco Revenge, y cada movimiento que hace el
personaje de Emily Thorn en esta serie, me recuerda tanto a lo que hacía el
conde de Montecristo, aunque llevado a niveles televisivos.
Una razón para leer esta novela de
más de setecientas páginas, es que igual que muchos best sellers, no podemos dejar de leerla. Cada capítulo nos
engancha al siguiente, pues ―como todo folletín― hay un nudo principal, pero
llega a tantas complicaciones como para encantarnos con la trama principal.
Mis imperdonables lectores,
aprovechen la sabiduría de Endmon Dantès
y todo lo que nos mostró en su historia para saber sobre venganza, despecho
y demás, lean este ejemplar que puede ser uno de los libros más gratificantes a
los que se puedan enfrentar. Un clásico que no pueden dejar de leer y que
pueden llegar a conocer por sus muchas adaptaciones que El conde de Montecristo tiene.
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