viernes, 31 de julio de 2020

Casa de los espejos

Conciliación 

LUEGO DE DIEZ SEMANAS de estar encerrados juntos, marido y mujer se miraron detenidamente después de haber terminado de comer su pedido por Uber Eats. La mancha de cátsup en la blusa, la barba descuidada del él, los kilos de más de ella: todo les recordó su adolescencia. Entonces, fuera de las rutinas y del hastío de la vida cotidiana, se volvieron a besar para iniciar, en el anonimato de una casa cerrada, una segunda -y más vívida- luna de miel. 


Cinderella 

CUANDO EL RELOJ dio las diez campanadas, la mujer de cenicientos cabellos salió corriendo a su casa, temía que la policía la detuviera por romper el toque de queda. En su camino, se le cayó su mascarilla FFP2 reutilizable. El sujeto recogió el preciado objeto: le pertenecía a esa chica; no, en estos tiempos estas cosas valían mucho. Se la colocó en la cara: calzaba perfecto. 


Segundo cajón a la derecha 

YA HABÍAN PASADO más de 40 días y Netflix había dejado de interesarle a los niños que ahora sólo deslizaban el dedo en la pantalla para seguir viendo un feed eterno. Recordando sus años de juventud, el abuelo regresó a ese verano del 63 cuando jugó por primera vez Béisbol de Dados: el juego de mesa. A paso lento, buscó en el ropero y colocó en su andadera el tablero de madera y las canicas. A pesar del “viejo ridículo” o del “qué fastidio” que varios de los reunidos pensaron; esa noche se convirtió en algo más valioso que la selfie familiar-retrató: fue un instante de juventud eterna, de cuento de hadas.




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario