Mis
navegantes lectores, el día de hoy les mando un cordial saludo entre mis
preocupaciones por el viaje a Argentina, un gato enfermo y mi próxima presentación
académica en Mérida donde hablaré de la poesía de un autor que aquí les
recomendaré: se trata de Ramón López Velarde: mexicano posmodernista que
desarrolló una nueva manera de escribir poemas y que sin duda deben leer los
que se sienten fuertes en el desciframiento de metáforas.
Su última obra en vida, Zozobra, es considerada su mejor
trabajo. Contiene cuarenta poemas —número religiosamente significativo—. Podemos
identificar la manera en que busca romper la métrica clásica y la tradición
pues en el libro no encontramos ningún soneto, marca bastante clara del
desapego por lo tradicional y muestra de una desviación de tono y tema
modernista, que, según los críticos, pertenece a la segunda etapa del autor,
antecedida por Sangre devota.
Su lírica es laureada por la manera en la que su adjetivación llega a
niveles sublimes. Es casi una contestación del poema “Ars poetica” de Vicente
Huidobro, en que dice: “Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; / El adjetivo,
cuando no da vida, mata”. Así López Velarde funciona de esta manera con frases
tales como: “azul sospecha”, “desacreditados elefantes”, “hiperbólicos minutos”,
“obtuso centinela” o “perrillo enciclopédico”. ¿Alguien podría explicar cómo es
un Perro enciclopédico? Es bastante complejo en muchos casos, pero créanme, que
este autor fue un parteaguas en la literatura mexicana y que todos los poetas
de su tiempo lo terminaron adorando. En una conferencia, el poeta mexicano
Salvador Novo, hizo referencia a los autores de nuestro país que habían marcado
la historia y dijo que Salvador Días Mirón era el poeta del ayer, José Juan
Tablada el del hoy, pero era López Velarde quien era el poeta del mañana. Una
afirmación que ―tomando la actitud de Novo hacia Octavio Paz― debe
sorprendernos.
Otra cosa importante en el autor es el agua, en Zozobra,
simboliza a la mujer en la que se terminará hundiendo. En oposición semántica,
el fuego será el elemento masculino que ayudará a pasear en este universo de
náyades y sirenas cargadas de un erotismo deseosas del fuego masculino. A la
par, los adjetivos que usa para referirse a estos poderes naturales remarcan un
poco los deseos que Barthes llamaría el “inferior absoluto”. Claro que cada
palabra en López Velarde llena de colores y significados tan variados en el
poema, pero la muestra que se ha dado ha bastado para comprobar al menos cómo
busca conectar semánticamente el grupo del erotismo con la del fuego y el agua.
Si leen este poemrio, mis navegantes lectores, busquen esta manera de
leer el libro si se les complica. El agua que te envuelve y te lleva a la
zozobra, palabra que presagia el naufragio de toda embarcación.
Sigo buscando el significado de "obtuso centinela"...
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