Mis desérticos lectores, en las últimas semanas de
jugar rol por medio de las actividades de la Sala de Lectura d20 me he
reencontrado con varios de esos libros con mapas y llenos de dragones, magia y
héroes. Así pues, he regresado a un ejemplar bastante interesante en mi colección
y que devoré al tenerlo en mis manos, uno tras otro de los tres libros. Hablo
de una de las tantas colaboraciones de Margaret Weis y Tracy Hickman: La rosa del profeta. Una trilogía.
Las tres novelas se sitúan en un desierto
mágico donde dos clanes en pugna deben
unirse para salvarse de Quar, un dios vengativo que busca destruirles. Los dos
clanes adoran a Akhran, y es él, por medio de sus d’jin que les da la orden de
casar a Khardan ―de los domadores de caballos― y Zohra ―de los criadores de
ovejas―. Se casan, y en un momento de venganza ―ellos dos no se llevan nada
bien― él compra una nueva esposa, una linda chica pálida y pelirroja que en
realidad es Mathew, un sacerdote evangelizador de otro dios.
La primera de todas: La voluntad del dios errante, desarrolla
esta historia de problemas maritales que nada le piden a cualquier telenovela.
Los dos se odian a muerte, pero Akhran les obliga a estar juntos, por ello
deben tener una relación tapadera hasta que la Rosa del Profeta florezca, y les
permitirá salir del embrollo en el que se meterán: la persecución del califa,
el imán y muchos más poderes mayores del desierto.
Al igual que El señor de los anillos, en que cada libro termina en un
“Continuará”; nos dejan a mitad de un problema para parar a El paladín de la noche, donde agregamos
a un cuarto personaje, Auda ibn Jad, seguidor de un dios oscuro enfocado en la
destrucción. Mientras tanto el imán de Quar busca convertir a los seguidores de
Akhran e incitar una guerra santa.
En El profeta de Akhran, tercera y última novela, vemos el desenlace
particular de esta historia llena de triángulos amorosos, pues lo importante de
esta saga es que se incluye un triángulo amoroso de Mathew hacia Zora y
Khardan. Un monje del dios de la luz bisexual y afeminado, no es lo único que
se concluye en este último ejemplar, sino también el ataque crítico de la
religiosidad y libertad de culto que se pone en duda a cada momento de la saga.
Todos los libros tienen tantos
elementos para el análisis de género y sexualidad, así como analizar el manejo del
Poder según Foucault y el modo en que se van planteando los enfrentamientos
religiosos y la libertad de culto. Si a esto le agregamos el uso de los d’jin
para causar risa y todos los momentos cómicos, deja a un libro de los tantos de
maravilla épica al lado de novelas que dan pie a análisis y manejo de
subtextos, como el uso de representar a los dioses como una figura de 20 caras,
muestra clara de su vinculación con los juegos de rol.
Les dejo estas novelas a
consideración ―y a préstamo si asisten a mi Sala de lectura― no sólo para entretenerse
con el curioso uso de magia que existen en el mundo de Sularia, sino por lo
disfrutable de la tensión narrativa y la manera en que ustedes, mis desérticos
lectores, pueden descubrir nuevos mundos tan particulares.
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