Mis nipones lectores,
espero tengan un excelente fin de semana. Estamos terminando junio y se
aproxima la época de lluvias acá en México. Espero todos estén igual de
contentos que yo; que ya recibí mis correcciones de la tesis de Maestría e hice
trámites a una beca para conformar la Enciclopedia de Literatura Mexicana
durante un año. Si eso es verdad, esta columna puede crecer bastante con
nuestros libros y autores propios de esta Tierra.
Empecemos
de una vez, hablando ―antitéticamente― de una autora china, maestra de escuela
en Estados Unidos y que vivió cuatro años en Japón. Katherine Paterson. Entre
sus obras, El maestro de las marionetas
fue galardonada con el premio Hans Christian Andersen en 1998, el mayor premio
de literatura infanto-juvenil del mundo. ¿Por qué hablamos de una obra infantil
y ―para acabarla― oriental? Bien. He vuelto a mis clases de japonés en
Guadalajara y en la semana me dediqué a leer finalmente este libro que mi amiga
Karina Vargas terminó amando. Me dije: “Veamos por qué”.
Es
la historia de un pequeño niño japonés llamado Jiro quien es hijo de un
artesano de marionetas. En medio de la hambruna y la soledad, decide irse de
casa para trabajar en el teatro donde su padre vende las marionetas. Termina
experimentando el mundo del espectáculo, empezando desde lo más simple:
telones, y acabando de maneras interesantes.
Algo
que recomiendo, sobre todo si están interesados en la cultura o el idioma
japonés, es leer esta obra que te mete de lleno en la ideología japonesa y en
el famoso arte del Bunraku, las marionetas japonesas. Japón tiene muchas artes,
entre ellos el Bunraku, que consiste en una obra de teatro con marionetas de
tamaño casi humano. Es tan pesada y difícil de manejar, que toma años ser
proeficiente en una de las partes de la marioneta, pues se necesitan tres
operarios, los pies, la cabeza y un brazo, y el otro brazo y su desplazamiento.
Ahora imaginen tener a tres personas vestidas de negro en medio del escenario
moviendo todo el equipo marionetista, al igual que hay animales volando, todo
con una narración desde el costado con una persona quien, a libro abierto,
declama las acciones y los diálogos. Pues eso es justamente el Bunraku, un
teatro muy distinto de lo que conocemos, pues esas figuras en negro desaparecen
de nuestros ojos. Nos enfocamos mucho más en los desplazamientos de la mano,
cómo toma un pañuelo, cómo sus ojos se entristecen o cómo caminan delicadamente
a través del escenario, que en los encargados de este teatro, pues es justo el
efecto deseado.
Si
quieren saber más sobre este curioso entretenimiento japonés, pueden buscar en
internet más sobre el Bunraku, hay videos y artículos extensos, o leer El maestro de las marionetas. No confundir
con la saga de películas de terror donde juguetes asesinan personas. Sobre todo
acérquense a sus Salas de lectura y Paralibros, mis nipones lectores, pues este
libro está esperándolos ahí.
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