Mis burgueses lectores,
he abandonado la idea de convertirme en profesor del Sistema Penitenciario
Federal, ya que, a pesar de tener todos los requisitos, hay una letra ―un
símbolo― que hace que la burocracia caiga de lleno en mi persona y debido a
ello no pueda seguir en el proceso de selección. Y ante tantas consecuencias de
las clases sociales, aprovechando semejante trato y mis clases de literatura
donde estamos viendo teatro francés, quiero aprovechar para hablar de un
escritor que sigue sacando risas a diestra y siniestra. Para esta semana,
tenemos como tarea leer a Jean Baptiste Poquelin, mejor conocido como: Molière.
Aunque
nuestro autor tiene varios siglos muerto, sus obras siguen vivas. No hay
necesidad de hacer toda una tradición que tiene, y es mejor dejarlo hablar por
sí mismo. Ya sea viendo una obra o leyéndola, sigue casando humor. Y hablo de
dos comedias que me fascinan: El burgués
gentilhombre y El enfermo imaginario.
Aunque Tartufo y El médico a palos son bastante interesantes, nada se pueden
comparar con estas dos obras, o al menos en la humilde opinión de su servidor.
Es
importante leerlo por una simple razón: si disfrutamos de un buen chiste, lo
haremos con este humor francés. En El
burgués gentilhombre nos enteramos de un nuevo rico, quien busca hacer de
todo. ¿No les ha pasado hacer cuentas de lo que harían en caso de ganar la
lotería? Pues todo eso ―y más― busca hacer nuestro protagonista. Un hombre
tonto, pero que con dinero busca obtener todo lo que la vida le privó: estudios
de música, arte, lenguas, derecho, filosofía. La moraleja no se separa más del
dicho que “el que mucho abarca, poco aprieta”.
Pero
de las que comentaba en inicio, El
enfermo imaginario, trata de un hipocondriaco que todo lo quiere solucionar
con medicamentos, mientras que su hija está enamorada de otro hombre, su padre
desea que se case con el tonto del sobrino de su médico para así tener
consultas gratis. Aunque la historia puede ser tan simplona como aquí la
cuento, no olvidemos que es uno de los mejores comediantes de la historia: La
sirvienta se le pone al tú por tú a su maestro para poder hacerlo entrar en
razón, y se lleva las palmas.
Muchos
personajes femeninos de Molière son verdaderas obras de arte. Y los doctores y
burgueses son siempre los ridículos. Serviría entender la justificación de esto
pues la madre del dramaturgo murió por un descuido por parte de los médicos.
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