sábado, 18 de julio de 2015

Las cárceles: Vigilar y castigar

Mis penitenciarios lectores, ya es un nuevo fin de semana y debemos apreciar la libertad que tenemos. Sabrán que participo para ser profesor en el Sistema Federal en prisión. Sí. Uno escucha muchas cosas de la prisión y se asusta; pero una vez leído Vigilar y castigar de Michel Foucault ya no sorprende tanto.
No es una novela, ni una obra de teatro, no cuenta una historia; sino que es la misma historia. Si conocen un poco a Foucault, sabrán que tiene la trilogía de Historia de la sexualidad, donde explica cómo evolucionaron las experiencias sexuales hasta nuestros días. En Vigilar y castigar conocemos el desarrollo de las prisiones y sus sistemas de tortura.
Foucault va desde las torturas antiguas hasta algo más moderno. Reflexiona cómo es que el castigo físico era a veces la misma “penitencia” y en otras sólo un medio para confesar los crímenes. ¿Se imaginan? Yo antes de leer este libro pensaba que en la Edad Media eran crueles porque así era el tiempo en el que vivían; pero no. Foucault nos explica que hay en realidad una razón de ser. El culpable debía confesar su crimen en menos de dos intentos porque si no quedaría libre, y las torturas obligaban a que esta confesión llegara a tiempo.
Describe métodos inimaginables que acabarán asombrando al lector, más por el morbo que por el desarrollo general de las acciones. Desde la famosa Rueda, hasta el cadalso o la guillotina. El inicio es todo un placer de lectura, pues llegamos a descubrir cosas que no teníamos ni idea. Claro que todo va haciéndose más tranquilo conforme los derechos humanos crecen. Pero Foucault se lo pregunta: ¿Si un preso tiene comida, techo y no necesita trabajar; no lo están premiando a diferencia de la clase pobre en desventaja? Curiosa idea. Pero Foucault no se hizo el gran crítico por hacer cuestiones vagas.

Ahora. Estamos hablando de literatura. ¿De qué nos sirve un libro sobre la historia del sistema penitenciario? Aunque no lo crean, hay un millar de trabajos académicos que usan a Foucault como método a seguir. Sobre todo el término “Poder”, que es lo que se trata de demostrar por parte del Estado cuando tiene alguien descarriado como lo sería un criminal. El “Poder” recorre todas las páginas de esta obra, pues explica específicamente sus funciones. Y en un país como el que tenemos, parece interesante saber un poco acerca de cómo el Estado ejerce dicha fuerza en la población, no sólo en su sistema penitenciario que demostró tener varios puntos ciegos como para dejar escapar a un reo de alta seguridad en Jalisco, sino también, mis penitenciarios lectores, en todo momento de nuestra vida libre y soberana.


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