Mis penitenciarios lectores, ya es un nuevo fin de semana y
debemos apreciar la libertad que tenemos. Sabrán que participo para ser
profesor en el Sistema Federal en prisión. Sí. Uno escucha muchas cosas de la
prisión y se asusta; pero una vez leído Vigilar
y castigar de Michel Foucault ya no sorprende tanto.
No es una novela, ni una obra de
teatro, no cuenta una historia; sino que es la misma historia. Si conocen un
poco a Foucault, sabrán que tiene la trilogía de Historia de la sexualidad, donde explica cómo evolucionaron las
experiencias sexuales hasta nuestros días. En Vigilar y castigar conocemos el desarrollo de las prisiones y sus
sistemas de tortura.
Foucault va desde las torturas
antiguas hasta algo más moderno. Reflexiona cómo es que el castigo físico era a
veces la misma “penitencia” y en otras sólo un medio para confesar los
crímenes. ¿Se imaginan? Yo antes de leer este libro pensaba que en la Edad
Media eran crueles porque así era el tiempo en el que vivían; pero no. Foucault
nos explica que hay en realidad una razón de ser. El culpable debía confesar su
crimen en menos de dos intentos porque si no quedaría libre, y las torturas
obligaban a que esta confesión llegara a tiempo.
Describe métodos inimaginables
que acabarán asombrando al lector, más por el morbo que por el desarrollo
general de las acciones. Desde la famosa Rueda, hasta el cadalso o la
guillotina. El inicio es todo un placer de lectura, pues llegamos a descubrir
cosas que no teníamos ni idea. Claro que todo va haciéndose más tranquilo
conforme los derechos humanos crecen. Pero Foucault se lo pregunta: ¿Si un
preso tiene comida, techo y no necesita trabajar; no lo están premiando a
diferencia de la clase pobre en desventaja? Curiosa idea. Pero Foucault no se
hizo el gran crítico por hacer cuestiones vagas.
Ahora. Estamos hablando de
literatura. ¿De qué nos sirve un libro sobre la historia del sistema
penitenciario? Aunque no lo crean, hay un millar de trabajos académicos que
usan a Foucault como método a seguir. Sobre todo el término “Poder”, que es lo
que se trata de demostrar por parte del Estado cuando tiene alguien descarriado
como lo sería un criminal. El “Poder” recorre todas las páginas de esta obra,
pues explica específicamente sus funciones. Y en un país como el que tenemos,
parece interesante saber un poco acerca de cómo el Estado ejerce dicha fuerza
en la población, no sólo en su sistema penitenciario que demostró tener varios
puntos ciegos como para dejar escapar a un reo de alta seguridad en Jalisco,
sino también, mis penitenciarios lectores, en todo momento de nuestra vida libre
y soberana.
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