viernes, 14 de agosto de 2020

Voz de apertura en Mrs. Dalloway de Virginia Wolf (Ejercicio de argumentación)

Miguel Ángel Galindo Nuñez

Reyna Hernández Haro



La lectura del discurso literario implica realizar ciertos acuerdos entre dos instancias convocadas: por un lado la referente al texto (la ficción) y por otro la del lector. En este proceso, se realiza un pacto en el que la segunda acepta como “real” aquello que la primera le ofrece. Solo si el lector asume este rol es que puede comprender lo que bajo el lente  objetivo de una realidad, es decir, lo comprobable mediante un procedimiento científico no es posible suceder -o no bajo esas condiciones-. Es una realidad distinta, alternativa, a la vivida tanto por el lector como por el emisor. Lo que se ha comprendido por Literatura, involucra esos componentes de fabulación, de metáfora, de posibilidad ante un contexto de vida por los sujetos convocados por la palabra escrita. Debido a testimonios que han dejado los autores a través de entrevistas, artes poéticas o explicaciones de su manera compositiva, es que sabemos lo intrigante que cualquier comienzo de todo texto literario implica. 

    El diálogo, en el caso de la literatura, se es común revisarlo en un texto diegético. Se considera como tal a aquel  discurso  “caracterizado por la presencia de un emisor que cuenta o narra un evento a alguien”(Jofré, 1990: 109) Bajo esta premisa, Mrs. Dalloway, de Virginia Wolf, cumple con ello, ya que hay un emisor (o emisores) que nos cuenta(n) algo acerca de una mujer casada cuyo nombre es Clarissa Dalloway. En las primeras páginas el lector se entera que ella prepara una fiesta. Lo cual merecerá nuestra atención para acercarnos a una posible respuesta a la pregunta por el hablante cuando se lee “Mrs. Dalloway said she would buy the flowers herself”. 

    Cierto que ante esta enunciación, hay una voz, un hablante que cuenta algo ¿a quién? Se asume que hay una voz narrativa que cuenta algo a alguien, quien no está descrito en el discurso, bajo esa línea de pensamiento se puede convenir n una voz narrativa externa a la obra. La introducción de un discurso indirecto a partir del uso del verbo en tercera persona: said, implica un posicionamiento de diferencia, una distancia entre quien habla y de quien se habla. El lector queda en un nivel extradiegético, es decir: fuera de la narración, fuera de aquel acontecimiento que se le revela. 

    Desde esa perspectiva, la siguiente pregunta que se nos plantea es ¿en qué medida se establece la relación entre esa voz con la diégesis? Es conveniente considerar que para motivos de ello nos valdremos del planteamiento que realiza Gerard Genette cuando habla de dos categorías: lo heterodigético y lo homodiegético. En el primer concepto, la relación entre los hablantes, establece una oposición entre quien dirige la narración y quien actúa en ella; en tanto, en el segundo se establece una relación de igualdad, pues quien conduce al lector por la diégesis, también actúa en ella. En ese entender, el escrito de Woolf se torna más complejo que esto, pues se van estableciendo niveles discursivos en la narración. Este cambio se nota con mayor atención en el tercer párrafo, donde la focalización de la obra-es decir, el punto de vista narrativo- cae ahora en los pensamientos de la señora Dalloway por medio de un monólogo interno y donde además, se advierte otro nivel cuando refiere las palabras de Peter Walsh:


What a lark! What a plunge! For so it had always seemed to her, when, with a little squeak of the hinges, which she could hear now, she had burst open the French windows and plunged at Bourton into the open air. How fresh, how calm, stiller than this of course, the air was in the early morning; like the flap of a wave; the kiss of a wave; chill and sharp and yet (for a girl of eighteen as she then was) solemn, feeling as she did, standing there at the open window, that something awful was about to happen; looking at the flowers, at the trees with the smoke winding off them and the rooks rising, falling; standing and looking until Peter Walsh said, “Musing among the vegetables?”— was that it? —“I prefer men to cauliflowers”— was that it? He must have said it at breakfast one morning when she had gone out on to the terrace — Peter Walsh. He would be back from India one of these days, June or July, she forgot which, for his letters were awfully dull; it was his sayings one remembered; his eyes, his pocket-knife, his smile, his grumpiness and, when millions of things had utterly vanished — how strange it was! — a few sayings like this about cabbages.


En este apartado se revelan dos ideas. La primera es que podemos saber lo que la Dalloway piensa; la segunda, que es ella -a través de esta sensación recordada- la que nos permite conocer lo dicho por Walsh. Bajo esta segunda idea se va observando un encadenamiento de voces narrativas que vienen en picada. Lo cual quedaría mejor representado, bajo esta óptica en lo siguiente: la voz inicial nos indica que la señora Dalloway dijo que comprará las flores; la consiguiente (a la que podríamos denominar “voz dos”) nos permite ingresar al  pensamiento de ella, donde surge otra más (“voz tres”) que es la de Peter Walsh. Cabe hacer mención que en la identificación de cada una, juegan un rol importante las relaciones entre diégesis, tiempo y espacio. Es de notar que  la justificación de la voz tres solo es posible si la voz dos tiene un relato en un tiempo sucedido. En tanto, las voces uno y dos suceden en el mismo tiempo y espacio, he ahí lo complejo de este proceso. Planteado esto, podríamos empezar a cuestionarnos sobre estos términos complejos, aunque ya desarrollados por un par de teóricos con antelación, y que serán revisados de forma breve de este trabajo.


La teoría de la localización de Genette ha sido seminal y ha renovado todo el pensamiento teórico sobre este aspecto la narratología, tan sólo porque el teórico francés ha insistido en el deslinde entre la voz que narra y la perspectiva que orienta el relato, aspectos éstos aunque afines no intercambiables (Pimentel, 2017: 95).


Si continuamos esta idea, resultaría simple comprender que la voz narrativa está desarrollando toda la historia, y a la vez, en su cualidad de ser omnisciente o lo que Genette identifica como voz extradiegética-heterodigética, nos permite conocer un los pensamientos que ciertos personajes. Esta condicionante se asume cuando en el pacto inicial entre texto y lector se verifica. Continuando con el pensamiento del narratólogo, se plantea la existencia de tres diversas focalizaciones, en una de ellas, no se sabe específicamente qué ocurre dentro de la mente de los personajes, sino que se aleja por completo y nos permite dar un cuadro total y externo

    El pasaje de Woolf permite conocer, no solo lo que ocurre, sino además se adentra en la psique de la señora Dalloway y desarrolla una realidad posible imaginada por nuestra protagonista. A esta focalización, Genette la denomina focalización cero, “[…] también denomina no focalización, del narrador se impone a sí mismo restricciones mínimas: entra y sale ad libitum de la mente de sus personajes más diversos, mientras que su libertad para desplazarse por los distintos lugares es igualmente amplia” (Pimentel, 2017: 98); permite ver todo desde todas las perspectivas para tratar de conocer por completo el mundo narrativo desarrollado en una novela. 

    El monólogo interior de la señora Dalloway no se limita a su casa de la playa y a sus emociones, sino que incluso nos mueve a un hipotético comedor donde su ex-amante de la juventud, el señor Walsh, tiene conversaciones específicas con personajes que ni siquiera podrían estar ahí. Es decir, la novela no solo ficcionaliza a esta señora de alta sociedad, sino que también ficcionaliza la ficción realizada por la señora Dalloway; sin embargo, todo esto está supeditado por un narrador con focalización cero que tuvo la bondad de darnos a conocer esos devaneos mentales.

Más que discutir si se trata de una focalización interna --es decir, donde un personaje dice todo lo que piensa--, una focalización cero sería propicia para la indagación. El pensar por qué Virginia Woolf decide entremezclar los pensamientos de Clarissa Dalloway, de Septimus y de otros personajes podría desencadenar en una investigación bastante interesante de su estilo y, sobre todo, de las corrientes en las cuales La señora Dalloway podría colocarse. Woolf, podría haber tomado esta decisión para colocar a Clarissa Dalloway como un personaje del cual debe conocerse todo, desde la razón para salirse de la asa en media organización de la gran fiesta que dará, como para renunciar al amor de Walsh. o sólo porque la obra así se intitula, sino porque también es parte de los ideales que ella marca en Un cuarto propio: una mujer independiente que puede pensar y desarrollar toda una lógica a través de este monólogo interno. De hecho, la elección de esta estructura a diferencia de un flujo de conciencia, hablan mucho de cómo es que tiene las ideas en la mente de los personajes.  “Mientras que la introspección muchas veces puede producir un efecto de distancia, en una escena, parece que el narrador-observador sigue el curso de la acción sin dejar que se descubra su presencia” (Szegedy-Maszák, 1993: 235). El narrador nos permite saber las más profundas emociones de los personajes, pero de una forma ordenada, no es un flujo de conciencia caótico sin puntuación como lo haría James Joyce, sino una estructura adecuada como la que podría mostrar los ensayos Virginia Woolf.



Referencia consultada

Bajtín, M. (2003). Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI.

_________(2008) “La palabra en la novela” en Teoría y estética de la novela. Mé: Taurus.

Bal, M. (1985). Teoría de la narrativa. España: Cátedra.

Beristáin, H. (1997). Análisis estructural del relato literario. México: LIMUSA.

Booth, W. (1978). La retórica de la ficción. España: Casa Editorial Bosh. 

Genette, G. (1989). “Modo” y “Voz” en Figuras III. España: LUMEN. 

Jofré, M. (1990). Teoría literaria y semiótica. Chile: Editorial Universitaria / Universidad de La Serena.

Pimentel, L. (2017). El relato en perspectiva. México: Siglo XXI.

Szegedy-Maszák, M. (1993). "El texto como estructura y construcción" en Teoría literaria. México: Siglo XXI.




Edición de DeBolsillo


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