Mis salvajes lectores, este día ya sentimos febrero tocando
la ventana y no podemos dejar de pensar en que el frío nos está fallando y
deberíamos estar con un poco más invierno. Pero esta en esta época ya todos
volvieron a labores, sean preparatorianos, profesores y administrativos, nadie
está libre de sus acciones cotidianas. El día de hoy les traigo una historia
que vengo prometiendo desde hace tiempo, pero la limitante de escribir sólo de
autores hispanoamericanos me lo impedía: Encantacornio
(Spellhorn, 1989) de Berlie Doherty.
Cabe distinguir que este libro es originalmente para niños,
número 22 de la colección A la orilla del
viento “para los grandes lectores” del Fondo de Cultura Económica. Pero
cabe mencionar que no todos los libros para niños deben ser exclusivos de esa
edad. Este libro sirve también a muchos adultos que tengan relación con un
grupo de la sociedad muy específico: invidentes. ¿Niños, invidentes?, este
libro tiene muchos de los ámbitos marginales de la gran literatura, ¿cómo puede
alguien ciego un libro? Pues esta historia fue escrita exprofeso para la radio
de la BBC, y en conjunto con varios niños ciegos que formaron parte del trabajo
a realizar: llevar literatura a los invidentes.
La constitución del libro es buena hasta ahora. Pero la
historia va más allá. Yo que estoy involucrado con la promoción de la lectura,
recomendaría el libro para mis compañeros de Salas de Lectura que tienen los
―malamente llamados― niños especiales. El unicornio que conocemos como figura mítica
es un tanto arquetípico acá. Su cuerno puede ralentizar el veneno, se acercan a
las faldas de una virgen y pueden desaparecer de la vista como cualquier otro
miembro de la magizoología. El pinto más curioso de esta historia es lo que en
Argentina verían como la dicotomía Civilización-Barbarie. Una raza de salvajes
que buscan regresar a su tierra natal con ayuda del Encantacornio y que ―por
cierto― hablan de lo más curioso, pues unen conceptos cono “Gente-niña”,
“Muerde-batalla” y otros más los cuales ―acierto de Doherty― podrían recibir
aplausos de cualquier lingüista reconocido.
En lo que respecta a la trama, es buena en el sentido de un
relato maravilloso: no se contradice en todos los seres disformes que coloca
como enemigos, las voces en la obscuridad, los murciélagos de la luna. Todo
está perfectamente y uno termina sintiendo la identificación héroe-lector que
tanto hemos estudiado. La niña protagonista ―oh, sorpresa― es ciega. Tiene
visiones con su “Ojo-mente” que le permiten ubicar al Encantacornio, uno de los
últimos en su raza, para que el unicornio, con la magia de su cuerno, le
permita ver por un tiempo indefinido, porque este animal, además de devolver la
vista, puede quitarla. Con esta premisa se puede comprender que el animal quizá
no es la visión “blanca” de toda historia. Por ello, ver la portada del libro
antes de leerlo puede dar muchas señales importantes.
Mis salvajes lectores, échenle un ojo a este libro y vean lo
que Belie Doherty y la BBC prepararon para ustedes. Es sin duda un libro que no
pueden dejar de ver.
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