sábado, 17 de mayo de 2014

Las memorias de una niña: Arráncame la vida

Mis poblanos lectores, ¿saben de alguna persona que viva en contra de sus verdaderos deseos?, ¿alguna historia de una mujer oprimida? Esta ocasión hablaremos de un libro que me dejó aprisionado la semana pasada. Todo empezó por investigación extra para una de mis clases en la maestría en que nombraban este libro, decidí leerlo creyendo que no sería tan complicado —cosas nimias había escuchado en la licenciatura— y de este libro no me pude despegar. Su autora es Ángeles Mastretta, una escritora aún con vida, nacida en Puebla en 1949 galardonada en 1986 con el Premio Mazatlán de Literatura por su novela Arráncame la vida y en 1997 recibió el Rómulo Gallegos por su otra novela Mal de amores.
La historia que nos atañe es Arráncame la vida, en la cual nos cuenta la vida de Catalina desde sus quince años y la manera en que conoce al genera Andrés Asensio, de treinta años, con quien, después de poco tiempo termina casándose. En la narración Catalina trata de encontrarse a sí misma, es sumisa —como debe ser cualquier mujer de la época porfiriana— pero no le gusta esta actitud, porque su esposo no le comprende. Esta puesta en contexto es bastante interesante, pues Mastretta, aunque no es una experta historiógrafa, muestra un México de hace casi cien años y todo el sobajamiento que sufrió la mujer en estos tiempos, incluso cómo dejaba de ser parte de su familia para volverse de la propiedad del marido.
Aunque algunos lectores hacen comentarios más feroces, diciendo que es totalmente prescindible y que su obra no aporta en realidad un juicio estético sobre el papel de la mujer; otros lectores críticos han tomado la perspectiva de Mastretta, como lo es el Dr. Ignacio Sánchez Prado, escritor de la revista Letras Libres y una figura interesante de la cultura mexicana. Él cree que Mastretta forma parte de la narrativa nacional en la cual se ve el poder desde un punto distinto al centro, es decir: Puebla como punto importante de la anécdota y no la Ciudad de México —como mucho relato porfirista—, y más desde un sujeto marginal, como una mujer de inicio del xx.
El libro tiene una adaptación cinematográfica del año 2008 —23 años les tomó crear el film— elegida por la Academia Mexicana de Ciencias Cinematográficas para representar a México en los Óscares del 2009. En lo personal me considero inepto en el mundo del cine, por lo que no sé si participa algún artista mexicano de renombre internacional, pero la música —y de esto sí conozco— está hecha por nada más y nada menos que Arturo Márquez, quien es uno de los mejores directores de orquesta que tenemos en el país, y si no han escuchado su “Danzón Nº 2”, están perdiendo a un gran intérprete mexicano.
Fuera de las referencias cinematográficas o musicales, y cito la famosa frase: “el libro es mejor que la película”, deberían intentar poner en evidencia la experiencia casi íntima que sufrimos al leer los pensamientos de Catalina, la cual es mucho más vívida que una voz en off del cine. De hecho, la misma narración, al ser en primera persona y tener todo el sentimiento de la mujer, reafirma el carácter femenino de la obra que, sin duda, mis poblanos lectores, deberían dedicarle un buen fin de semana a este envolvente libro.



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