martes, 13 de mayo de 2014

Los poemas de la memoria: Valer la pena

Mis posdictatoriales lectores. De nuevo es viernes y vuelve a tocar algo de poesía. Esta vez trayendo la memoria de regreso. Es momento de que todos esos recuerdos oscuros de nuestra mente.
Juan Gelman, fue un escritor y periodista argentino nacido en 1930, murió apenas a inicios de este año en tierras mexicanas e inauguró la serie de muertes trágicas en el mundo de las letras hispanoamericanas. A él, le tocó vivir una dictadura. Así la militancia argentina desapareció a su hijo y nuera. Como estaba embarazada, su nieta nació sólo instantes antes de que la madre pasara a mejor vida. Historias como éstas fueron repetidas centenares de veces, por lo que algunos sudamericanos blanden el estandarte del “Nunca más”. Algunos de ellos, los “hijos de desaparecidos”, niños que desconocen ser adoptados por algún político o militar que apoyó la dictadura siguen buscando a sus familias originales. Esta nieta desaparecida es recordada por Gelman durante todo su exilio en México.
Su creación poética respondió a estas eventualidades. A tal grado llegó el sentimiento que no hay duda en que su discurso gira en una pena y pérdida tal que se puede comprender en casi toda Europa sin necesidad de conocer todo el contexto dictatorial. Tal emoción generó su lírica y tan sublimes sentires dejó, que Gelman fue el cuarto argentino galardonado con el Premio Miguel de Cervantes, luego de Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato y Adolfo Bioy Casares.
El poemario Valer la pena es una recopilación de más de cien poemas bastante breves. Como se dijo, todos tienen una atmósfera llena de tristeza, esa desolación por la pérdida de algún familiar o de un ser querido. El título, del libro nos hace pensar, que si todos estos sentimientos de añoranza están ahí, debe valer la pena encontrar algo digno, así como Gelman encontró a su nieta años después, cuando la nieta ya no tenía nada de niña.
Existe una teórica argentina llamada Beatriz Sarlo, quien —además de realizar textos sobre la icónica figura de Borges— dejó una de sus obras más renombradas para los estudios culturales: Tiempo pasado, un libro que nos enseña la importancia de la “memoria”. La memoria, dice Sarlo, llega como un aroma, lo reconocemos. Esto sucede con Gelman, su poesía es la voz del pasado. Bastaría ver algo de su creación lírica: “Olores”, que canta de esta manera:

Comemos y nos cuidamos. ¿Quién
nos cuida la desesperación? A veces
la voluntad se tierniza y piensa
este mundo como una
ilusión favorable. A condición
de que se queden los pies,
de que los buques no lastimen.
Ésta debe ser una tristeza urbana.
Los edificios no dialogan y
el cansancio silba. Niños
piden limosna y no huelen
a gardenia. Allí, secos.

Es una obra con un dejo de olvido, unas gotas de amargura y pinceladas de la memoria, que regresa a nosotros como un aroma onírico que nos hace despertar con alegría, pero con la mueca de pérdida. Recomiendo la búsqueda de Gelman, escritor argentino con el que más de alguno de ustedes, mis posdictatoriales lectores, puede identificarse.



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