martes, 13 de mayo de 2014

Para pensar como emperadores: Púrpura

Mis royales lectores, sabrán ustedes que muchas veces la literatura existe como un medio de plasmar problemas sociales y dar una crítica al mundo que existe al momento de crear la obra, pues por ello mismo he tratado de recuperar una de las obras que más me gustaron cuando tuve la clase de Literatura de Género. La obra que trataré en esta ocasión es una novela de corte homosexual, y la traigo a colación por lo eventos desarrollados a través de la aceptación de la Ley de Libre Convivencia en el estado de Jalisco.
La finalidad de esta columna no es mostrar dicha ley, sólo resumo con que se trata de la oportunidad de compartir derechos en un acuerdo similar al matrimonio pero sin tener el mismo nombre debido a que se trata entre homosexuales. ¿Por qué tratar esto? Porque, como dije, hay una novela que tiene este tópico. Se trata de la novela Púrpura de Ana Bergúa. En ella se narra la historia de Artemio, un chico de la provincia convocado a la capital por su primo Mauro para administrar unos negocios pendientes. En el tiempo en el que vive con él, se da cuenta que está siendo atraído sexualmente por su primo, ya que idealiza la imagen de Mauro. Son otros dos hombres los que terminan dándole a Artemio la experiencia que más tarde le servirá para confirmar su homosexualidad.
En sí, la novela tiene muchas referencias a otras obras, estos intertextos —así se les llama a las referencias a otras obra que aparecen en la literatura— funcionan para dar la idea de que Artemio tiende más a comportamientos femeninos que masculinos. Él se identifica con novelas en la cual, justamente, el personaje femenino protagonista, como La dama de las camelias; también está El retrato de Dorian Gray, novela inglesa que le costó la vida a Oscar Wilde porque anteriormente se ejecutaba a los homosexuales.
Púrpura, lo aseguro, no tendrá mórbidos momentos sexuales como lo pueden llegar a tener muchas otras novelas del tipo. Es más; el libro está narrado de una forma bastante agradable y no busca más que la anécdota, a diferencia de muchos otros que son el estandarte arcoiris de lucha por los derechos de los homosexuales en México, que no se queda atrás en comparación a los demás países con la libertad de expresión queer y la aceptación del camp, términos que tienen que ver con el movimiento de los homosexuales libremente en la sociedad.
En caso de que busquen novelas de este tipo, ya sea para satisfacción personal o mera curiosidad, no pueden dejar de leer las tres grandes obras mexicanas que tocan el tema: El vampiro de la colonia Roma del famoso Luis Zapata, La autobiografía Estatua de sal del poeta Salvador Novo y por último, y a mi gusto una de las más graciosas novela que he leído en todo el 2013: Brenda Berenice, de Luis Montaño.
Ahora, mis royales lectores, es momento de despedirme de ustedes esperando sus comentarios y sugerencias en galindonmiguel@gmail.com



1 comentario:

  1. Este comentario tiene que ver más con una de las novelas que mencionaste que con la obra de la cual hablas. Y es que la leí por "error", pero ha sido uno de los errores más satisfactorios de mi vida y además, tuve una curiosa experiencia en torno a ese libro. Se trata de la novela de El vampiro de la Colonia Roma.

    En aquella época me encontraba en mi etapa de visitar bibliotecas y comprar libros de segunda mano, mi dinero no me alcanzaba para libros nuevos y literatura sabía muy poco o nada, comencé con las novelas de vampiros de Anne Rice, y un día, deambulando por la Biblioteca del Ejercito, me tope con El Vampiro de la Colonia Roma; creí que sería eso mismo, un libro que trata sobre un vampiro y me di a la tarea de leerlo.

    El libro me sorprendió, lo termine en dos días durante dos visitas a la biblioteca, me encanto porque ese libro rompió con muchos tabús que me habían sido impuestos por la familia, fue increíble y emocionante.

    La experiencia curiosa me paso cuando quise leerlo por segunda vez, al no encontrar el libro en su lugar, me dirigí a un grupo de unos cinco soldados, todos ellos varones, a preguntarles si tal vez estaba en préstamo, y cual va siendo mi pregunta cuando uno de ellos le pregunta al grupo: "¿quién de ustedes tiene el libro?". Todos contestaron que no lo tenían, así que si, el libro se encontraba en préstamo. Lo realmente gracioso y memorable, fue saber que en esta ciudad tan mocha y persinada, un grupo de jóvenes soldados conocía el libro perfectamente, jamás lo olvidare.

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